Otro cierre fronterizo | El Nuevo Siglo
Miércoles, 14 de Diciembre de 2016

Si bien es cierto que por principio de soberanía un país puede cerrar sus fronteras por razones de extrema gravedad o de seguridad nacional, se creía que ya esa inamistosa práctica había sido superada en la relación entre los gobiernos de Colombia y Venezuela. Sin embargo, en la noche del lunes el presidente Nicolás Maduro ordenó un nuevo bloqueo de los pasos limítrofes con Colombia, sobre todo en Norte de Santander, La Guajira y Arauca, aduciendo que desde Cúcuta y zonas aledañas se estaban acaparando cifras millonarias en billetes de 100 bolívares -el de mayor denominación en ese país-, con el fin de “asfixiar” a la economía venezolana. Según Caracas el cierre -que será por 72 horas- era necesario para combatir a las “mafias de lavadores” que harían parte de un supuesto complot orquestado desde Estados Unidos para dejar sin papel moneda a millones de venezolanos. 

La medida se toma en la misma semana en que esos billetes de 100 bolívares están siendo retirados de circulación y serán reemplazados por una nueva familia de billetes cuya denominación irá, incluso, hasta los 20 mil bolívares, lo que evidencia, según la oposición, la impresionante pérdida de valor adquisitivo del dinero en un país que tiene una inflación de 475%, según los cálculos del Fondo Monetario Internacional.

Impactaron ayer las imágenes de miles y miles de venezolanos haciendo colas en distintas partes de esa nación para poder cambiar los billetes de 100 bolívares que solo tendrán validez hasta mañana. Muchos de los cansados y enojados ciudadanos se quejaban de que la renovación del papel moneda se hubiera registrado precisamente en estas épocas de Navidad y Año Nuevo y, más aún, porque les estaban dando a cambio billetes de menor denominación, ya que los nuevos ni siquiera han empezado a distribuirse e incluso se teme que solo en enero se haga efectiva su masificación en el sistema bancario y la economía real. De esta forma, en un país en donde 100 bolívares apenas sí alcanzan para comprar una golosina de bajo costo, los venezolanos ahora tienen que cargar con montones de billetes de 5, 10, 20 o 50 bolívares para poder hacer la más pequeña transacción en un comercio o recibir el pago de su devaluado salario.

En el lado colombiano, como era de esperarse, el intempestivo cierre fronterizo generó una ola de preocupación en ciudades como Cúcuta, Maicao y otros municipios limítrofes, en donde una gran cantidad de negocios y oficinas de cambio no sabían qué hacer con las grandes cantidades de billetes de 100 bolívares que tenían en su haber y que les son entregados por los miles de venezolanos  que a diario cruzan hacia nuestro país para adquirir alimentos, medicinas y otros productos de primera necesidad que no se consiguen en la vecina nación, cuya industria y comercio prácticamente trabajan a media máquina.

Está claro que la medida de Maduro sorprendió tanto a las autoridades regionales como nacionales, y de allí que la primera reacción de la Cancillería de nuestro país haya sido pedir a Caracas que se salvaguarden los derechos de los comerciantes colombianos que han recibido grandes cantidades de estos billetes en el marco de una actividad legal. Incluso mientras el vicepresidente Germán Vargas Lleras advertía que esta clase de cierres fronterizos “no es cosa de un país amigo”, el alcalde de Cúcuta, César Rojas, se quejaba de la forma en que las autoridades venezolanas califican a los habitantes de la región, ya que antes los consideraban “paramilitares” y ahora “lavadores de divisas”. 

Lo cierto es que el gobierno Santos debe tomar medidas urgentes para evitar una quiebra masiva de comerciantes colombianos en la frontera. Por ejemplo, muchos de los afectados pidieron ayer que el Banco de la República intervenga recogiendo y cambiando por dinero colombiano, en Cúcuta y sus municipios aledaños, todos los billetes venezolanos que saldrán de circulación y luego entre a pactar con las autoridades monetarias del vecino país el respectivo canje, como es propio entre naciones  vecinas cuando en alguna de ellas se produce una coyuntura cambiaria que afecta la validez y valor de sus respectivas monedas.

Sin embargo lo más preocupante es que pese a los protocolos que los presidentes Maduro y Santos habían pactado en agosto pasado para poner fin al cierre fronterizo ordenado por Caracas por más de un año, cuatro meses después se esté registrando un nuevo bloqueo por parte del vecino país, sin que haya existido un anuncio previo a las autoridades económicas y migratorias del nuestro. Con ello queda en evidencia  que, lamentablemente, las relaciones binacionales continúan sujetas al capricho y la imprevisión del gobierno Maduro.