Nuevo timonel del Emisor | El Nuevo Siglo
Martes, 13 de Diciembre de 2016

Más allá de las vicisitudes y crisis coyunturales de las últimas décadas, no se puede negar que la economía colombiana ha logrado superar con algún margen de solvencia esas circunstancias en mejor forma que muchos países vecinos y de otras latitudes. Una de las claves de ello ha sido, precisamente, que en una nación en donde la ‘reformitis’ siempre está a la orden del día se logró  mantener incólume la independencia del Banco de la República tanto desde el punto de vista de autonomía administrativa y patrimonial, como desde el técnico. Afortunadamente los distintos intentos por disminuir el manejo autónomo de la banca central y buscar una mayor injerencia de los gobiernos de turno sobre las políticas y decisiones del Emisor han fracasado. 

Sin embargo, a cada tanto surgen ‘ideas creativas’ en esa dirección, que por más bienintencionadas que se muestren o tomen como ejemplo esquemas más colaborativos en otros países entre la banca central y la política económica gubernamental, tienen a bordo un riesgo muy alto para el obligatorio horizonte de estabilidad en los indicadores macro que exige toda economía seria y moderna. Si algo han demostrado la ola de gobiernos populistas de nuevo cuño en las últimas décadas en distintas partes del globo, ya sean de  izquierda o derecha, es que el manejo caprichoso de las medidas cambiarias, de emisión de dinero, metas inflacionarias y estrategias de crecimiento, entre otros elementos, sólo conducen a la quiebra, hiperinflación, pérdida de poder adquisitivo y ausencia de confianza y competitividad productiva... Colombia, como se dijo, ha mantenido la independencia de un Emisor reconocido por su ortodoxia, visión de largo plazo y alto nivel de credibilidad.

Si bien en la escogencia, ayer, del nuevo Gerente General del Banco de la República en modo alguno estaba en juego el modelo de independencia del Emisor, pues ninguno de los candidatos proponía reformarlo, constituye una señal muy importante para los distintos actores económicos que el entrante timonel de la banca central, el experimentado economista Juan José Echavarría, haya recalcado desde el vamos que la autonomía del Banco se mantendrá inalterada. Que el sucesor de José Darío Uribe haya trabajado en la campaña reeleccionista del hoy Jefe de Estado y asesorado a la Fundación Buen Gobierno no comprometen en modo alguno su criterio y opinión en la Junta de codirectores.

Todo lo contrario, Echavarría tiene una trayectoria que habla por sí sola. Ingeniero de la Escuela de Minas de Medellín, tiene Maestría en Economía de la Universidad de Boston y Doctorado en Economía de la Universidad de Oxford. Fue codirector de la Junta Directiva del Banco por una década, hasta 2013. También dirigió Fedesarrollo, trabajó como consultor de la OEA en comercio internacional, igual fue viceministro de Comercio Exterior y jefe negociador de varios acuerdos en la materia suscritos por el país. Cuenta, asimismo, con una amplia experiencia en el tema cafetero, a tal punto que dirigió la Misión para la Reestructuración de este sector. Asimismo se desempeñó como decano de Economía de la Universidad Nacional, entre muchos otros cargos.

Su llegada a la Gerencia General del Banco se da en un momento en el que hay varios hechos que tienen en alerta al país. En primer lugar, tras la escalada inflacionaria en el primer semestre, aunque con una leve reversión en el segundo, es claro que el índice de costo de vida continúa por fuera de la meta y cerrará este 2016 cerca al 6 por ciento. El crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) igual muestra un comportamiento muy pobre y la apuesta más realista no va más allá de un 2 por ciento este año. El desempleo se mantiene por debajo de un dígito pero aumentó levemente en el último informe del DANE. La tasa cambiaria, a su turno, muestra algunos síntomas de estabilidad en la franja de los 3.000 pesos por divisa, pero se teme que un alza en la cotización del petróleo, tras el reciente acuerdo de la OPEP, pueda impactarla. A ello se suma que el sector productivo insiste en que el Banco disminuya sus tasas de interés de intervención como una vía para darle más liquidez al sector real de la economía. Los déficits fiscal y de cuenta corriente continúan con las alarmas encendidas y con la esperanza puesta en el proyecto de reforma tributaria.

Igual, se está en plena negociación del aumento salarial para el próximo año y allí los informes del Banco sobre las expectativas inflacionarias son clave. Y a ello se suma que la economía regional y global mantiene un clima de incertidumbre, en tanto tras el inminente cambio de gobierno en Estados Unidos todas las miradas siguen fijas en si la Reserva Federal norteamericana va a mover sus tasas al final de diciembre o comienzos de enero.
Frente a todo ello, las decisiones que tomen a corto, mediano y largo plazos Echavarría y la junta del Emisor serán determinantes para la economía colombiana. Sus primeras declaraciones ayer fueron ponderadas y cautelosas, como es propio de su cargo y de toda banca central seria y moderna. Queda, pues, el Banco en buenas manos.