Maduro y su frontera | El Nuevo Siglo
Jueves, 22 de Diciembre de 2016

Durante este año la frontera entre Colombia y Venezuela ha permanecido más tiempo cerrada que abierta. Ello debido a directrices del gobierno del presidente Nicolás Maduro.  Como se recuerda, la mayoría de los pasos limítrofes estuvieron bloqueados entre agosto de 2015 y el mismo mes de este año, bajo el pretexto de Caracas de que desde la zona colombiana se estaba instigando no solo una conspiración paramilitar para desestabilizar al régimen chavista, sino también una ‘guerra económica’ que mediante el contrabando de combustibles, alimentos y un mercado negro de bolívares y dólares había profundizado la crisis del vecino país. La oposición venezolana advirtió, en su momento, que Maduro estaba acudiendo a argumentos falsos para tratar de justificar el cierre fronterizo y la activación de estados de excepción en las zonas limítrofes con Colombia, con el único fin de bloquear las fuerzas políticas antichavistas en la región, de cara a los comicios parlamentarios de diciembre de 2015, que a la postre le dieron el triunfo a los contradictores del Gobierno, que se adueñaron de la Asamblea Nacional.

Sin embargo, pasada la cita en las urnas pasaron más de ocho meses para que Caracas reabriera la frontera, siendo evidente que lo hizo porque  la crisis social, económica y política interna debido alto desabastecimiento de alimentos, productos de primera necesidad y medicinas, entre otros, había creado en el primer semestre un clima de exacerbación popular que amenazaba con desembocar en una asonada nacional.

Si bien en agosto pasado los presidentes Maduro y Juan Manuel Santos acordaron una serie de protocolos para la reapertura gradual de los pasos fronterizos, empezando primero por el tránsito peatonal, el grueso del acuerdo binacional se centró en los compromisos para atacar de forma contundente y sostenida las redes de contrabandistas, controlar el flujo de divisas, reducir  a cero el tráfico de combustible y extremar las medidas de seguridad en materia migratoria. Se supone que sendas comisiones ministeriales de Bogotá y Caracas se encargarían de desarrollar y activar todas estas medidas para aclimatar la normalidad fronteriza.

Hasta hace pocas semanas se creía que todos estos procesos se estaban cumpliendo, pues en los últimos cuatro meses no se registraron nuevos bloqueos ni crisis en el área limítrofe, salvo los normales de un área tan extensa y con un intercambio poblacional y económico tan alto.

Sin embargo, la semana pasada, otra vez de manera intempestiva, Maduro ordenó un cierre fronterizo, esta vez con la excusa de que desde Cúcuta y otras poblaciones colombianas limítrofes había una conspiración para acaparar decenas de miles de billetes de cien bolívares -lo de más alta denominación- con el fin de restarle liquidez a una economía ya crítica como la  venezolana. Incluso el mandatario dijo que esas “mafias” actuaban en complicidad con sectores de Estados Unidos que querían boicotear el proceso de cambio de billetes ordenado por las autoridades monetarias venezolanas, en especial la salida de circulación del billete de cien bolívares y el debut de una nueva familia de papel moneda con denominaciones tan altas como las de 20 mil bolívares. Según los críticos del Gobierno, este nuevo bloqueo fronterizo solo se ordenó para esconder la falla garrafal de las autoridades económicas chavistas que no planificaron bien el cambio de los billetes, sobre todo en una época tan dinámica comercialmente como navidad y año nuevo.

Lo cierto es que, una vez más, una charla telefónica de Maduro con el presidente Santos permitió reabrir la frontera, al menos para los pasos peatonales. Y, de nuevo, ambos gobiernos refrendaron los compromisos para atacar el contrabando, el tráfico de combustibles y el flujo ilegal de divisas, igual que en agosto pasado.

Queda en evidencia, una vez más, que Maduro dirige la política fronteriza con Colombia de manera absolutamente caprichosa. Por más que se han acordado protocolos para un manejo coordinado del área limítrofes, el Gobierno colombiano siempre se ve sorprendido por las decisiones de su homólogo. Luego de ello viene la consecuente protesta de Bogotá por las decisiones inconsultas de Caracas, el rechazo de las acusaciones contra nuestros nacionales y la insistencia en que se cumplan los acuerdos. Tras esto, Maduro reabre la frontera y se renuevan los pactos binacionales. Todo ello, hasta que las autoridades del vecino país, movidas por la paranoia y la necesidad de desviar la atención de la grave crisis interna, vuelven a bloquear aduciendo viejas o nuevas excusas…. Así es imposible normalizar la situación en el área limítrofe.