La palabra de los wayuu se “ve” en las calles de Madrid | El Nuevo Siglo
Foto cortesía
Sábado, 17 de Diciembre de 2016

Pütchipü’ü es el oficio de la palabra entre los wayuu y es la muestra gráfica que se exhibe en la fachada del  Instituto José Ortega y Gasset – Gregorio Marañón de la capital española, que podrá ser apreciada hasta el próximo 23.

La actividad cultural patrocinada por el Banco de la República y la  Embajada de Colombia en España quiere destacar el oficio de estos hombres, quienes  con su voz y su criterio conciliador ofician de intermediarios entre grupos enfrentados para encontrar soluciones pacíficas y justas que preserven la armonía de la comunidad.

A modo de infografías, “Pütchipü’ü: el oficio de la palabra” recorre aspectos determinantes de este oficio, desde la concepción particular que tienen los indígenas wayuu sobre los conflictos y las compensaciones, su sistema normativo, la formación del palabrero, las cualidades de su aprendizaje, la indumentaria que utilizan –de la que sobresale el uso del bastón o waraarat , elemento principal que representa la conexión con la memoria ancestral-, así como aspectos generales de la historia y la cosmovisión del pueblo wayuu.

Un poco de historia…

“El pütchipü’ü reconoce el conflicto como una circunstancia inevitable de la vida, pero también como un evento necesariamente pasajero. Con su palabra, busca restablecer la convivencia entre los grupos enfrentados y proponer una compensación justa para las dos partes en disputa”, explica el antropólogo Wieldler Guerra, curador de la exposición.

Los wayuu distinguen entre los palabreros dedicados a arbitrar casos de sangre y los que hacen negociaciones matrimoniales. Existen también palabreros menores que concilian pequeñas querellas en los vecindarios. El especialista en matrimonio o aquel que solo se limita a pedir la compensación por una falta, llamado maünai o maünapü’ü, no requiere apelar a elaborados recursos de oratoria para conciliar un conflicto. También existen las mujeres palabreras, especialmente para pagos menores y conflictos interétnicos entre los wayuu y los alijuna, la gente no wayuu.

Existen tres principios generales que operan en el sistema normativo wayuu y que guían el trabajo de los pütchipü’ü. En primer lugar, todo daño que uno se cause a sí mismo o que otro le cause tiene que recibir compensación; en segundo lugar, la víctima no reclama directamente al agresor, sino que debe utilizar un pütchipü’ü como intermediario para que transmita a los parientes del agresor la solicitud de compensación; y en tercer lugar, el pago no se entrega a la víctima sino a sus parientes.

Todas las sociedades humanas requieren, para subsistir, de mecanismos culturales que eviten el recurso a la violencia al dirimir sus hostilidades y disputas. Además de leyes y reglamentos, diseñan instancias como los tribunales y sanciones, los jueces de paz, los centros de conciliación, los árbitros, etc. En una sociedad indígena que no tiene un gobierno central, los palabreros wayuu son personas normales de la comunidad, es decir, pastores de cabras o de ganado vacuno, o bien comerciantes, quienes han adquirido prestigio por su don de la palabra y porque mediante una retórica eficaz han contribuido a dirimir uno o más casos que afectaban la convivencia. Los hay –incluso mujeres– que se especializan en problemas intramatrimoniales, en cuyo caso actúan casi como sicólogos; los hay de causas menores y los hay cuya fama hace que suelan ser llamados para guerras y casos de sangre.