Enciclopedia de desastres | El Nuevo Siglo
Domingo, 4 de Diciembre de 2016

La agenda de los temas nacionales vive copada por las malas noticias, por las situaciones negativas. Todo lo que se comunica es pésimo: se inundó un pueblo, se cayó una carretera, se perdió un niño, fusilaron a unos cautivos, se robaron la plata, las minorías aplastan a la mayoría, la educación es mala, los estudiantes arrasaron el centro de la ciudad, el plan de salud no alcanza,  a las modelos las operan mal, etc. Todo es malo, todo duele, todo es una suma inacabable de desastres. ¿Somos una comunidad humana con posibilidades de redención o estamos condenados a este panorama tan triste y tedioso?

Nada alegra la vida nacional. Parece ser que estamos parados encima de minas gigantes de toda clase de minerales preciosos, pero eso también lo volvimos problema. Nos comunican que ha bajado el desempleo y los pesimistas lo niegan y lloran su amargura crónica. El Procurador dice que estamos en un abismo ético y entonces los mismos que se quejan de la corrupción montan en cólera y en acoso contra la religión. Una universidad logra evitar las inundaciones y todos los que no hicieron nada efectivo contra los ríos rebeldes se inspiran en la envidia para atacar lo único bueno hecho contra el invierno. Lo malo nos cautiva y lo bueno no nos atrae.

Nuestra forma de pensar, y espero no estar delirando al afirmar que aquí se piensa y no únicamente se reacciona, no es saludable ni constructiva. Hay un exceso de preocupación por lo negativo, por lo trágico, por lo dramático, a veces con innegable exageración y hasta mentira. El pensamiento positivo, con nuevos paradigmas es inaceptable. Tenemos un estancamiento frente a la esperanza y el término preferido de la conversación y el escrito es la palabra “pero”.

Jesús se situó y se si sitúa en medio de los pobres y marginados, pero se define como luz, camino, verdad, vida. Es muy difícil salir de cualquier drama de la vida si no se ama más la luz que la oscuridad.

En Colombia sentimos a ratos un gusto morboso por lo tétrico, lo violento, lo miserable, en lugar de sentir atracción real por situaciones nuevas, luminosas, esperanzadoras. Inclusive nuestra dirigencia maneja un discurso siempre pesado y negativo. La salida de la enciclopedia colombiana de los desastres pasará por un cambio radical de mentalidad. Sin ese paso la historia seguirá siendo tan gris como este invierno sin fin que nos agobia.