Cautela petrolera | El Nuevo Siglo
Jueves, 1 de Diciembre de 2016

Cautela. Esa debe ser la línea de acción, según los expertos, no solo en Colombia sino en todo el mundo respecto al acuerdo al que llegaron ayer los países miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que tras muchos meses de ires y venires así como de pulsos económicos y geopolíticos decidieron recortar su producción de crudo y casi de inmediato no sólo aumentó en un 10 por ciento el precio del barril en los mercados de Londres y Nueva York, sino que también las ruedas bursátiles de las principales plazas del planeta registraron un alza en sus indicadores. 

Sin embargo, no es todavía hora para que los países productores lancen sus campanas al vuelo. Y no lo es por cuatro razones fundamentales. En primer lugar está el hecho cierto de que la OPEP apenas maneja una tercera parte del mercado mundial de hidrocarburos y si bien Rusia, que no hace parte del bloque, también se mostró dispuesta ayer a recortar su oferta de oro negro, no pasa lo mismo con el resto de naciones, especialmente Estados Unidos que, como se sabe, fue el responsable, con el aumento de su producción de crudo, especialmente esquisto obtenido por la vía de la tecnología del fraccionamiento hidráulico o fracking, de que los precios petroleros empezaran a derrumbarse desde mediados de 2014, después de que estuvieran por encima de los 100 dólares el barril. Lo cierto es que las reservas de crudo norteamericanas se mantienen en un punto alto y no se ve allí ningún ánimo de congelar sus niveles de producción.

En segundo lugar, como lo advirtieran ayer analistas de distintas partes del planeta, así como la OPEP logró un acuerdo para recortar su producción en 1,2 millones de barriles diarios, debe tenerse en cuenta que la responsabilidad de esa restricción en la oferta recaerá especialmente sobre Arabia Saudita, Irak, Emiratos Árabes Unidos  y Kuwait, en tanto que otros países de ese bloque, como Irán, Libia y Nigeria no asumirán esa cuota de sacrificio. Al decir de los expertos, es claro que las tensiones y choques de intereses al interior del grupo de productores continúan siendo muy altos y, por lo tanto, la hipersensibilidad y coyunturas geopolíticas y económicas son circunstancias que en cualquier momento pueden echar para atrás el pacto.

Un tercer elemento que debe tenerse en cuenta frente al acuerdo alcanzado ayer se dirige al hecho de que los países que se comprometieron a recortar su producción, o al menos a no aumentarla sustancialmente una vez la demanda de hidrocarburos empiece a reaccionar a mediano plazo, en realidad cumplan. No pocos analistas dudan de la capacidad de la propia OPEP para vigilar que los topes de cada país miembro no se sobrepasen.

Y, por último pero no menos importante, es obvio que el mercado petrolero depende al final de cuentas, por más acuerdos que se hagan, del libre juego de la oferta y la demanda. Desde hace un buen tiempo es claro que hay un pico de la primera y una estabilidad de la segunda. En ese orden de ideas, por más que ayer el precio del barril de crudo haya aumentado cuatro dólares, rondando de nuevo los 50 dólares, el verdadero efecto del pacto de la OPEP se verá a mediano plazo, cuando el mercado asimile el nuevo escenario. Por ahora es evidente que muchos países productores venían vendiendo a futuro con una cotización promedio de 45 dólares o menos y deberán cumplir con dichas transacciones. Sólo después podrán empezar a validar los precios más altos si, como se dijo, la escalada alcista de ayer se mantiene como tendencia a mediano plazo, alcanzando un piso no menor a los 60 o 70 dólares. 

Para Colombia es una buena noticia el pacto petrolero de ayer. No es un secreto que el abultado hueco fiscal que hoy tiene el país se debe en buena parte al impacto en las finanzas estatales de la crisis en los precios del crudo que comenzó a mediados de 2014. Para hacerse una idea de lo que significa un retroceso en el precio del crudo para nuestro país, hay que remitirse a un dato de hace dos años que tasaba en 300 mil millones de pesos la pérdida por cada dólar que caía el barril. A ello se suma el hecho de que en Colombia, como en todos los países productores medianos y pequeños, las inversiones en exploración y explotación de hidrocarburos cayeron sustancialmente en los últimos dos años, por lo que reactivarlas y ver resultados prometedores tomará un buen tiempo. Por lo tanto, las voces que ayer mismo ya pedían empezar a repensar el drástico apretón presupuestal o aplazar la reforma tributaria no son para nada realistas. Por ahora, como se dijo, lo mejor es actuar con la máxima cautela.