Alemania y el terrorismo | El Nuevo Siglo
Lunes, 26 de Diciembre de 2016

Una vez más Europa se encuentra ante el dilema de cómo enfrentar y prevenir de manera efectiva el terrorismo. El atentado de días atrás en Berlín, que le costó la vida a 12 personas que fueron arrolladas por un camión que irrumpió en un mercado navideño en  una céntrica zona de la capital alemana, y todos los elementos que han arrojado las pesquisas sobre el autor del ataque, su origen político y religioso, la forma como habría arribado a este país y si perteneció o no a una célula criminal o actuó de manera individual o aislada, ponen de presente que difícilmente habría sido posible detectar a tiempo la intención delincuencial y neutralizar el acto terrorista.

Es claro que hoy todas las miradas acusadoras se dirigen a la inteligencia del gobierno alemán y, especialmente, a cómo era posible que el presunto autor del ataque no estuviera bajo vigilancia y seguimiento, dados sus antecedentes. Sin embargo, como suele decirse popularmente, es muy fácil ser profeta de lo pasado. Tanto en los ataques terroristas registrados en Estados Unidos, Francia, y ahora en Alemania y en otras partes del mundo, solo después de que la acción criminal se perpetra, es que empiezan a surgir de manera rápida una gran cantidad de indicios y pruebas que llevan a pensar que si se hubiera tenido la menor sospecha de lo que iba a ocurrir, seguramente los organismos de inteligencia y las autoridades habrían actuado de manera eficiente para capturar a los sospechosos y neutralizar el riesgo advertido.

Aunque una de las principales hipótesis frente a lo que pasó en Berlín, es que la política del gobierno Merkel de apertura a los inmigrantes de origen árabe, pudo haber influido en la planificación del ataque, pues es absolutamente imposible rastrear los antecedentes de los miles de musulmanes recibidos por Alemania en los últimos dos años, lo cierto es que tanto en Estados Unidos como en Francia hay políticas migratorias más restrictivas que la de la principal potencia europea, pero no por ello esas naciones se salvaron de ser blanco de las acciones yihadistas radicales, especialmente de las relacionadas directa o indirectamente con el llamado “Estado Islámico”.

En ese orden de ideas, las hipótesis hoy en Europa en torno a que el atentado en Berlín puede llegar a atravesarse en la intención de la canciller Ángela Merkel de aspirar el próximo año a un cuarto mandato consecutivo, tienen tanto de ancho como de largo.

Es claro que habrá un coletazo sobre su imagen de apoyo político en el corto plazo, pero de allí a pensar que por cuenta de esta acción criminal, se le va a dar un vuelco de 180 grados en la política migratoria y que, además, los partidos de extrema derecha van a avanzar de manera sustancial en los próximos comicios generales, hay mucho trecho. Merkel ha logrado guiar a Alemania de manera tranquila y sin bandazos, por lo que no se ve como muy viable que ahora la ciudadanía esté dispuesta a apostar por una acción tan radical como la de cerrarles las puertas a los inmigrantes o implementar frente a esa gran cantidad de población flotante una política policiva e incluso represiva.

Es claro, también, que el mapa político europeo se está moviendo, como lo evidencia el reciente cambio de primer ministro en Italia, como consecuencia de la pérdida del referendo que impulsaba Matteo Renzi. También ya se está en cuenta regresiva para las elecciones generales francesas y todo hace indicar que tras el polémico gobierno de Hollande, los conservadores podrían volver a tener las riendas del Eliseo.

A ellos se sumará, como se dijo, los comicios alemanes y, por el momento, no se ve un rival lo suficientemente fuerte para ganarle a Merkel, por más que hoy su gestión en materia de seguridad se encuentre bajo la lupa.

Como se ve, las implicaciones políticas del terrorismo una vez más están sobre el tapete, como lo estuvieron en su momento en Estados Unidos, Francia y otro sinnúmero de naciones que han sido blanco de la barbarie, ya sea perpetrada ésta por facciones organizadas o por los llamados ‘lobos solitarios’. Sin embargo, poco a poco el mundo ha ido entendiendo que además de causar pánico y  muertes, los terroristas también buscan generar cambios políticos en los gobiernos que consideran ajenos a su causa. En ese orden de ideas, se puede asegurar que Alemania sabrá superar esta difícil coyuntura sin que ello signifique un cambio de rumbo en su política migratoria y menos aún, un relevo forzado de su gobierno en las urnas.