Vías urbanas de salida | El Nuevo Siglo
Sábado, 18 de Noviembre de 2017

“¿Señor Alcalde, no se podrá ponerle atención a esta situación?”

   Bien cayeron a todos los viajeros estos últimos fines de semana, alimentados por los famosos “lunes emiliani”, que si la memoria no me es infiel, se establecieron para acabar con ciertas fiestas, especialmente las religiosas, para que no cercenaran la semana laboral; así que se trasladaron, buena parte de ellas, a los lunes. Bien parece que se obtuvieron dos objetivos como fueron, el ya mencionado de no interrumpir abruptamente la semana, menoscabando la productividad y, por otra, parte estimular el turismo aprovechando, como dicen algunos analistas, la vacancia laboral y la “precaria situación que vive el país”.

Como en alguna otra ocasión reciente este columnista expresó, bien parece que las cifras que registran la situación económica, difícilmente controvertibles pues suelen ser bien calculadas por personas y entidades dignas de todo respeto y consideración, son esas y no otras.

Sin embargo, algo que no nos atrevemos a definir está haciendo falta: la actitud de los ciudadanos en materia de consumo. Nos referimos a los sitios públicos en donde se realizan consumos, como son supermercados usualmente llenos de clientela comprando, cines, restaurantes, lugares de diversión y entretenimiento, también repletos de clientela gastando.

Pero también hay que señalar que estos famosos fines de semana por los cuales acabamos de pasar, se han convertido en manifestaciones que, por el uso que se hace de ellos, son una contradicción, si cabe la expresión. El observador no le queda remedio distinto al de pensar que  esos menesteres no son manifestación clara de la situación difícil que señalan las cifras. Los sitios de descanso, hoteles y entretenimiento estuvieron llenos, como lo pudieron comprobar quienes aprovecharon los días de descanso decretados desde cuando el doctor Raimundo Emiliani, bien parece que en su condición de Ministro de Trabajo, resolvió ponernos a trabajar sin la odiosa interrupción cuando las celebraciones tenían lugar en días que caían en medio de la semana laboral.

Los sitios de recreo por fuera de las capitales, particularmente de Bogotá, estuvieron notablemente concurridos, particularmente aquellos a los cuales se podía llegar vía terrestre, por falta de transporte aéreo por la huelga de los pilotos de Avianca. Fue para los turistas de carretera un gusto observar el estado de estas. Cuentan los viajeros que el trayecto fue un verdadero placer y gusto por el estado de las vías. Las carreteras al norte de la capital, con destino a Boyacá, disponen de dos calzadas impecables, así como al sur, con destino a Girardot, Neiva y otras poblaciones. Ojalá se mantengan así indefinidamente.

La salida de Bogotá, en cambio, no deja de ser un martirio por tener que transitar  vías precarias. Se puede perfectamente definir dónde termina el perímetro urbano por la notoria diferencia entre las vías urbanas y las que empatan con ellas. Buena parte del tiempo programado para el viaje se emplea en salvar el mal estado que tienen  las vías capitalinas que empatan con las nacionales. ¿Señor Alcalde, no se podrá ponerle atención a esta situación?