Soberbia, ingenuidad e imprevisión | El Nuevo Siglo
Sábado, 25 de Noviembre de 2017

“Constitución prima sobre el acuerdo del Teatro Colón”

 

En un desayunadero bogotano, entre el humo y el aroma del café mañanero, un contertulio desplegó la lista de más de 40 candidatos a la Presidencia de la República. Por ahora, no hay que preocuparse, cuando entre en vigencia la JEP esa lista se reducirá a la mitad, aseguró un reconocido vocero de las Farc. Recordamos el comentario prepotente luego de leer las cartas de ‘Timochenko’ al Secretario General de la ONU y a la Fiscal de la CPI. Ambas manifestaciones responden a la pretensión de las Farc de juzgar a la sociedad toda en el Tribunal de Paz, integrado, en su mayoría, por miembros de la izquierda colombiana.

La inusitada “preocupación por las víctimas del conflicto”, expresada en las misivas referidas, es otra muestra de la soberbia que ha caracterizado a esa agrupación. Intentan aplicar el postulado marxista: la eliminación del contrario. Ayer, por las armas. Hoy, mediante los organismos de justicia transicional, en los cuales son juez y parte.

La dura coraza guerrillera, bien abastecida con los dineros del narcotráfico y de los secuestros, no les permite aceptar las controversias propias de la democracia representativa. Van a tener que acostumbrarse a que la Constitución prima sobre el acuerdo del Teatro Colón.

Asimismo, con frecuencia afirman que “todos somos culpables del conflicto”, como argumento para hacerse perdonar sin tener que perdonar. Lo inquietante es que, en el análisis de lo social, connotados analistas hayan asumido ese discurso y justifiquen la subversión en las evidentes desigualdades de la sociedad colombiana. Nada más equivocado. La formación de las guerrillas liberales, de las cuales surgieron las Farc, fue una decisión política para encarar al régimen en medio de la violencia liberal-conservadora de los años 50. Luego, en plena guerra fría, el Partido Comunista las cooptó, en su estrategia de subvertir a los pueblos de América Latina contando con la simpatía que despertó la Revolución Cubana. Fueron actos políticos deliberados, no testimonios de lucha social. Con el colapso de la Unión Soviética y sin su financiación, las Farc practicaron todas las modalidades delictuales y asolaron nuestros campos y ciudades.

La bienvenida al nuevo partido, también denominado Farc, a la civilidad democrática, no explica las ingenuidades con las cuales responden altos funcionarios del Gobierno a los incumplimientos en la implementación del Acuerdo Final. Los de la Farc, los ha señalado con precisión el Embajador de los Estados Unidos, especialmente, en lo referente a las rutas y “capos” del narcotráfico. Asimismo, Jean Arnaud, de la ONU, ha presentado un cuadro preocupante sobre la deserción de los militantes de las zonas de reincorporación por desconfianza creciente. Estamos ante un escenario de soberbia, ingenuidad e imprevisión, que obliga al Gobierno a tomar las riendas del proceso con más eficiencia y sin maniqueísmos.

Afortunadamente, la Corte Constitucional apostó por la primacía de nuestra Carta Política y por el acatamiento a las instituciones de la justicia ordinaria. Esa decisión ha traído algo de sosiego a los colombianos. “… El sistema lo que busca es generar confianza. Lo que es confiable para unos no puede lograrse a costa de sacrificar la confianza que tienen otros…”, ha dicho, sabiamente, su Presidente, el magistrado Luis Guillermo Guerrero.