¿Se oxida la Canciller de hierro, Ángela Merkel? | El Nuevo Siglo
Foto AFP
Martes, 21 de Noviembre de 2017
Pablo Uribe Ruan
La jefa del gobierno, quien intenta formar una coalición en su tercer mandato consecutivo, fracasó en el diálogo con verdes y liberales. Decepcionada, descartó gobernar con una minoría. Ante eso, la única salida son las elecciones anticipadas. ¿Se convocarán?

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LA FALTA de consenso entre los partidos políticos llevó a que España tuviera en 2016 dos elecciones legislativas en menos de seis meses. Marcada por un profundo nacionalismo y división partidista, Bélgica no tuvo gobierno por casi dos años, por lo mismo. Y ahora, después de dos meses de negociaciones, Ángela Merkel experimenta algo parecido.

Tras el fracasado diálogo entre los grupos políticos que iban a sellar una eventual coalición de gobierno, la Canciller de Alemania ahora pasa por el peor momento desde que llegó hace diez años al poder.

El domingo, en la madrugada,  Merkel salió cabizbaja, una imagen poco común en Alemania. Sin más remedio que reconocer su derrota, ayer se dirigió a los alemanes de manera concisa: un gobierno en minoría es, a todas luces, inviable.

Lo es porque, según las reglas de los sistemas parlamentarios, la gobernabilidad sin una mayoría en el Parlamento es una tarea titánica, casi imposible. Por lo general, él que no tiene mayorías termina acorralado por la oposición que, usando su maquinaria, intenta convocar elecciones anticipadas.

El caso de Alemania parece ser el mismo. El país, con algunas diferencias y la habilidad política de Merkel en su máxima prueba, enfrenta lo que algunos medios locales han comparado como la peor crisis política desde 1949, cuando por última vez un gobierno se paralizó por no tener mayorías.

Los liberales macronianos

Liberales, verdes y conservadores -partido de la Canciller- no pudieron ponerse de acuerdo en numerosos temas. Aparte de las diferencias frente a la Unión Europea, las políticas fiscales y el enfoque frente a la extrema derecha, la mayor divergencia, que llevó al fracaso del diálogo, fue la acogida de migrantes, una política que ha marcado el gobierno de Merkel.

Los verdes, marcados por un espíritu aperturista y multicultural, pidieron que las familias de los migrantes que ya han llegado a Alemania pudieran viajar al país. Al contrario, los liberales, conocidos como los Demócratas Libres, expresaron su inconformismo con las políticas de la Canciller y dijeron que los migrantes ilegales debían ser expulsados.

Esta diferencia irreconciliable fue el aliciente para que Merkel  y sus representantes no tuvieran otra opción que romper las negociaciones,  sin reparos,  porque estos dos grupos políticos eran los únicos con lo que podía lograr una eventual alianza. ¿Por qué?

Como en el resto de democracias parlamentarias, en Alemania el partido de gobierno hace alianzas con la fuerza que quedó tercera en las elecciones. En este caso, el tercero fue Alternativa por Alemania, un grupo de extrema derecha en el que algunos miembros reivindican el nacional socialismo (Nazis).

Imposible, por no decir otra cosa, fue para Merkel hacer una alianza con la extrema derecha. Nacida en la Alemania oriental (comunista), la Canciller, quien defiende políticas conservadoras y progresistas a la vez, siempre dejó claro que en las elecciones legislativas se definía, no sólo su continuidad, sino la coalición contra los radicales de derecha, que llegaron después de 60 años de nuevo al Parlamento.

Los liberales le apuntan, como los socialistas, a que el Presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, convoque a elecciones anticipadas, para terminar con la hegemonía de Merkel. 

Esa coalición, sin embargo, no ha sido posible por la agenda individual de los liberales y la inflexible posición de los socialistas, encabezados por Martin Schulz, expresidente del Parlamento europeo, quienes desde un principio dijeron que estarían en la oposición. En su anterior mandato, Merkel se había aliado con la izquierda, teniendo una abultada mayoría legislativa.

Pero los socialistas no son los únicos culpables -si lo son, porque siempre han reivindicado su oposición-. Indefinibles en un principio, aunque con características muy parecidas a las de Emmanuel Macron, los liberales han mostrado sus cartas y han bloqueado las negociaciones.

En una entrevista con el diario de Berlín, Berliner Morgenpost, el líder de ese partido, Christian Lindberg, ha dicho que “es mejor no estar en el gobierno que seguir un curso equivocado en el gobierno”, demostrando sus intenciones que se alejan de un posible acuerdo con Merkel.

Por el Bundestag

Los liberales le apuntan, como los socialistas, a que el Presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, convoque a elecciones anticipadas, para terminar con la hegemonía de Merkel. Golpeados por su peor resultado en más de 50 años, la izquierda ve un escenario predilecto para recuperar el espacio perdido y frenar a la extrema derecha desde la socialdemocracia.

Pero los liberales representan un híbrido difícil de definir. Se les compara con Macron. Son neoliberales en términos económicos, pero reivindican los valores básicos de la socialdemocracia. No más. Por eso, se han opuesto a la política migratoria de la Canciller, que le está costando su mandato.

En un sentido discurso, el presidente Steinmeier le ha pedido a los partidos políticos que “estén disponibles para el diálogo y que sea posible, en un plazo razonable, la formación de un gobierno”, de lo contrario, tendrá que convocar a elecciones anticipadas, algo tan inédito en Alemania, que no están en el calendario electoral.

Para que esto no ocurra, existen dos escenarios. Superando la volteada de los liberales, Merkel puede hacer una coalición exclusivamente con los verdes, pero ella misma ha dicho que es “escéptica” sobre  un eventual gobierno en minoría. Otra posibilidad es volver con los socialistas, algo muy difícil, ya que desde que llegó Schulz han dejado claro que no quieren perder “la vocación de poder”.

Sin más alternativas, la única que queda son elecciones anticipadas. Para ello, el Parlamento primero debe decidir si destituye o no a la Canciller, algo impensable hace unos meses. Con el visto bueno del legislativo, los comicios extraordinarios no pintan nada bien para Merkel, quien ha sacrificado su capital político para defender a los migrantes.

Algunos, como la revista Der Spiegel, anticipan su derrota. “Es su fracaso. Ello demuestra que el método Merkel --un pragmatismo sin límite y una flexibilidad ideológica máxima-- ha llegado a su fin”. ¿Caerá la Canciller de Hierro?

 

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