¿Se acabaron los partidos políticos? | El Nuevo Siglo
Sábado, 25 de Noviembre de 2017

“Falta de líderes los ha puesto en entredicho”

 

 

No es infrecuente oír, a propósito de todas las informaciones que tienen que ver con la corrupción, de algunos de los miembros y participantes de algunas de las corporaciones que le han costado bastante tiempo y esfuerzo crear  a todos nosotros los colombianos. Estos esfuerzos no son sino la síntesis, por calificarlo de alguna manera, del pensamiento a través de la historia a partir de la independencia nacional. Claro que nos han valido revoluciones, así como guerras internas como la llamada de los Mil Días, y también la que ahora hemos tratado de terminar: la que nos decretaron las Farc.

Estamos viviendo el parto correspondiente y ya el primer estertor se está sintiendo luego de la firma de la paz; uno de cuyos primeros resultados ha sido la entrega de las armas a una comisión de la ONU y la incorporación de los hasta hace poco alzados en armas a la vida cuotidiana del país. Podrán incorporar al movimiento político nacional y ser parlamentarios con todas las prerrogativas que a esta clase de colombianos les son otorgadas. También de una manera especial para juzgarlos, la conocida como la Justicia Especial para la Paz (JEP), que es otro de los estertores propios de los partos, el cual seguramente será superado para tranquilidad de todos.

Pero bueno, toda esta parrafada no es sino para significar los dolores que a la sociedad colombiana les está causando el tema de la paz. Uno de los más significativos es la manera en que se escucha a nuestros compatriotas lamentarse de lo que se están viviendo. “A este país se lo llevó el diablo”. De este tono son las lamentaciones que se oyen.

Los partidos políticos se acabaron, esa es otra lamentación que se escucha con cierta actitud de agrado y  complacencia. Sin acordarse de que éstos han sido las columnas vertebrales de nuestra institucionalidad y de nuestra condición de nación libre y soberana, dueña de su propio destino. Son creadores de nuestra institucionalidad, están vivos, aunque cojeando, si con ello se quiere decir que no están actuando.

La manera de pensar está viva. El conservatismo con su pensamiento sigue vigente. Es amigo de la autoridad sin dobleces de clase alguna, así como del progreso de la sociedad, la clase trabajadora y la educación como un derecho ciudadano. La libertad de expresión, con la consiguiente responsabilidad de quien hace uso de ella, es otro de sus principios. Son, además, cristianos aunque no fanáticos y creen en las enseñanzas de nuestra Santa Madre Iglesia y de todos los que la representan. Volviendo al tan usado y trasnochado lema, predican que son amigos de la libertad y no del libertinaje. La falta de líderes es lo que ha puesto en entredicho a los partidos. No existen aquellos alrededor de los cuales se aglutinen los seguidores de los principios, por falta de quienes los guien y les ayuden a seguir las enseñanzas del partido.