De España y otras tierras | El Nuevo Siglo
Lunes, 13 de Noviembre de 2017

“Tendencia histórica juega a favor de la unidad planetaria”

El gobierno español que pretende encerrar a los catalanes separatistas es algo torpe. En su legalismo parece creer que la justicia es la ausencia de todo mal, o peor aún la eliminación de todo disenso. El sentimiento de casi la mitad de los catalanes es un hecho político, un sentimiento entrañable para ellos y como tal hay que tratarlo. Que ese sentimiento sea un disparate económico en el que se promueve una ecuación del pierde-pierde, en la cual se perjudica España y Cataluña, no es óbice para que sea tratado como un caso de policía.

Rebajar el asunto al código penal no llevara a nada distinto a prolongar y enquistar un largo enfrentamiento. Por cuanto los cabecillas sin duda y sin violencia están representando el sentir de un sector social, sin ellos ese malestar se aviva, y no desaparece.

La concordia nacional no se logra a golpes en parte alguna. Eso se vio en el desmembramiento de la URSS a fines del siglo pasado. Y tiene similitudes legales con la elección de Trump en USA, en la cual la mayoría de los electores votaron contra él. El sistema republicano y federal se sobrepone en ese caso a la mayoría de una elección. Y así los estados inconformes, que se sintieron heridos por la globalización, lo impusieron. Esto prescindiendo de que su percepción no fuese exacta, ni corroborable o de que su diagnóstico estuviese pifio. En el caso catalán la mayor parte de una minoría (si se suma la abstención) pretende separarse sin tener en cuenta al resto de catalanes, sin tener en cuenta la tradición integrada y sin considerar el clima internacional. Esa división convertiría a España en un país de quinta categoría y a Cataluña la situaría en un renglón por debajo de la economía griega, por ejemplo.

La tendencia histórica juega a favor de la unidad planetaria en la medida en que nos abramos a los viajes espaciales, entre otras cosas. Hace quinientos años Europa estaba subdividida en casi cinco mil autonomías con diversas fronteras, divisas y soberanías. Y hoy tiende a la unidad económica y política. El mundo tiene unos doscientos países, y la mayoría busca entrar en asociaciones con otros, para hacer frente a la globalización ajustándose a ella. Pero esta tendencia tiene que ser modulada al interior de cada país con fuertes divisiones étnicas y lingüísticas, por cada respectivo gobierno. Eso hace Bélgica con los poderosos flamencos, pero el actual gobierno español no despabiló y siguió en una siesta burocrática, ajeno al evidente malestar político. A esa carencia de dialogo y atención se suma ahora el simplismo de la represión. A la que se oponen los Vascos.