El nuevo zar | El Nuevo Siglo
Sábado, 25 de Noviembre de 2017

¿Es Putin el gobernante más poderoso del mundo?

 

 

Vladimir Spiridonovich Putin, presidente de la federación rusa, es considerado  por muchos como el gobernante más poderoso del mundo. Dirige su nación con mano de hierro y "sin levantar la voz”, desde los comienzos del siglo XXI, pero ha despachado en el Kremlin desde hace más de treinta años.

Está en las librerías colombianas una apasionante biografía del controvertido y controversial líder, con el título de este artículo. Está escrita magistralmente por el periodista norteamericano Steve Lee Myers. La obra nos relata detalladamente el asombroso ascenso y dominio que Putin ha ejercido en esa vasta nación. Parábola que el biógrafo califica con el eufemismo de "autocracia en democracia".

Esa carrera burocrática la ha hecho Putin "peldaño a peldaño” y, sin embargo, ese ascenso en la Nomenklatura lo ha realizado "tan rápido, tan inesperado, tan asombroso, que ha sido descrito en términos místicos como un acto de poder superior concedido a una nación maltrecha y agradecida". 

Boris Yeltsin, escribe otro historiador, había abandonado el poder sin revolución ni derramamiento de sangre, sin un golpe palaciego o conspiración de ningún tipo. Rusia ingresó en el nuevo siglo con un nuevo líder, el presidente interino Vladimir Putin, y casi toda la población lo percibió no con alarma sino como un regalo de Año Nuevo. Sin embargo esa carrera no ha estado exenta de zonas grises y hasta turbias. 

Nacido y criado en la más abyecta pobreza por una madre que lo idolatraba, comenzó sus estudios en una escuela rural y los continuó en un liceo para marginados en Leningrado. Siempre fue un alumno "indiferente, petulante, impulsivo y disruptivo". Siendo muy joven se vinculó a los servicios secretos e hizo carrera en la temida KGB, en donde llegó a ser teniente general. Paso también un tiempo en la Alemania Oriental, en las mismas ocupaciones. Siempre siendo considerado un profesional muy idóneo, pero "adusto, sobrio y en extremo sigiloso y desconfiado".

Luego de la caída del muro de Berlín pasó a trabajar con el alcalde de Leningrado, como su segundo a bordo. Cuando su protector se convirtió en el director de la agencia de inteligencia, Putin se encontró en el corazón de las elites moscovitas. En la capital estableció su hogar, en compañía de su esposa Lyudmila y de sus dos hijas, Masha y Katia. Vivía con extrema sencillez, hasta el punto que sus amigos lo apodaban "El Monje". Nunca ha sido amigo de grandes lujos, aunque sí le gusta disfrutar de la buena mesa y de trajes costosos. "Siempre hemos vivido en barracas, lindas barracas, pero temporarias. Vivimos siempre sobre valijas empacadas", le contó a su biógrafo. 

Su largo mandato ha atravesado  por grandes crisis, como las guerras con Chechenia, las olas terroristas en grandes capitales, la oposición de los oligopolios multimillonarios, sus tensas relaciones musulmanas y los dramáticos episodios como los del submarino nuclear Kursk… Pero siempre ha sabido salir airoso y  fortalecido, Su mayor mérito es que nunca ha tratado de regresar al sistema soviético o comunista. Ha querido ser reconocido en un contexto histórico más amplio: el restaurador del Imperium o de la Gran  Rusia.