¿Bogotá sale del laberinto? | El Nuevo Siglo
Viernes, 17 de Noviembre de 2017
  • Comienza a recuperarse la autoestima
  • Objetivos van mucho más allá del Metro

Aparte de la impopularidad que tradicionalmente ronda al alcalde de Bogotá, los capitalinos han recuperado cierto orgullo y optimismo por la ciudad. En general, de acuerdo con los estudios de los expertos publicados esta semana, al menos la mitad de sus habitantes  se encuentra satisfecha con la vida en la metrópoli y en una proporción superior hay agrado con el barrio y la localidad donde residen, pese a que las grandes máculas son la inseguridad y el transporte.  

Bogotá, ciertamente, es la urbe colombiana por excelencia y en consonancia con Cundinamarca, principalmente sus municipios circunvecinos, conforman una tercera parte del Producto Bruto Interno del país, concentrado en esta zona sabanera sobre la cordillera, muy por encima de otros departamentos desarrollados, cuya sumatoria económica no alcanza las cifras bogotanas. El número de habitantes, incluyendo el área metropolitana aledaña, que es en buena medida población flotante capitalina, ha llegado a cerca de los diez millones. De acuerdo con ello, el Distrito Capital es el más grande aportante al presupuesto nacional y el que, al mismo tiempo, tiene mayores ofertas de empleo y oportunidades de progreso. En paralelo es considerado internacionalmente como un lugar propicio para los negocios, además de centro financiero, de servicios y de emprendimiento empresarial, también corazón educativo, turístico y cultural del país. De hecho, Bogotá ha sido clasificada en la categoría “alpha” por las agencias del exterior, es decir, una de las ciudades a tener en cuenta en el máximo nivel dentro del listado del desarrollo mundial en el futuro próximo.

En tanto, la urbe se ha constituido en el epicentro de la Región Andina y es igualmente reconocida por haber sido declarada por la ONU como capital de la música, con todo tipo de oferta, así como por su connotada Feria del Libro -premiada por la Unesco-, el tradicional Festival Iberoamericano de Teatro y los nuevos escenarios artísticos como ArtBo. El PIB per cápita prácticamente duplica al promedio colombiano y el aeropuerto Eldorado es el de mayor carga en América Latina y el segundo en pasajeros. Igualmente cuenta con 114 universidades y centros de investigación así como con una red de bibliotecas modelo en el subcontinente suramericano. La mayor calificación dada por sus habitantes está en los parques y las zonas verdes, incluidas  las ciclorrutas, y particularmente en la educación y sus museos, en especial el del Oro y las Salinas de Zipaquirá, a su vez lugares catalogados en el listado de las nuevas “maravillas” para los viajeros del orbe. Asimismo, viene en incremento la satisfacción con los servicios de salud, aunque falta largo trecho para la excelencia. Del mismo modo los programas específicos contra el hambre y la intervención de las zonas periféricas de mayor pobreza también se han constituido en modelos hacia el exterior.  

No obstante, alrededor del 70 por ciento de bogotanos considera que las cosas van por mal camino. Y este es el dato a tener en cuenta porque de algún modo la pretensión debe ser volver a la ciudad modelo que fue hace no muchos años y que se vino a pique con las desastrosas y recientes administraciones que la paralizaron con la corrupción y la ineficiencia. Si bien la ciudad recupera en alguna medida su autoestima, después de verse maltratada de semejante manera por los errores y las corruptelas en el servicio público, se requiere un esfuerzo mucho mayor para situarse en los estándares que en cierto momento la pusieron de ciudad milagro. En esa época, la clave estuvo en el énfasis pedagógico ciudadano, en la sacralización de los recursos públicos y en las ideas creativas para enfrentar los ingentes problemas de una ciudad en pleno desarrollo.

No basta, pues, con llevar a cabo obras de infraestructura como el Metro, apenas una circunstancia para ponerse al día de un lamentable retraso de décadas. Más interesa, hacia el futuro, que Bogotá sea una de las ciudades sostenibles que hoy son envidia mundial por su calidad de vida. Y que, desde luego, mantenga la generosidad de haber sido una metrópoli abierta a todos los colombianos. De hecho, en los últimos estudios un 78 por ciento de los capitalinos considera que la Administración Distrital debe tener una oferta institucional en educación, salud, alimentos y vivienda para los venezolanos que han migrado hacia Bogotá fruto de la grave crisis en el país vecino.

El resultado de las últimas investigaciones muestra que la metrópoli está en dirección de recuperar su autoestima. Pero, hay que decirlo, todavía falta mucho para volverse a situar como la ciudad modelo que llegó a ser no hace mucho tiempo.