¿Bogotá con metro? | El Nuevo Siglo
Sábado, 11 de Noviembre de 2017

Todos los bogotanos desde hace bastante tiempo estamos bregando o mejor dicho rogando para que la movilización en la ciudad sea menos traumática, de suerte que parte de nuestra vida útil laborable no se desperdicie en forma lamentable como sucede hoy en día. El cuarto centenario de la fundación de Bogotá, en 1938,  cuando cuatro siglos antes don Gonzalo Jiménez de Quesada maravillado de haber encontrado a estas alturas sobre el nivel del mar, un territorio lleno de vegetación con agua en abundancia dispuso sentar sus reales; dicen que fue la zona donde actualmente está ubicada la tradicional Plaza de Bolívar, testigo de tantos acontecimientos de la vida colombiana; sin embargo algunos historiadores, sin pretender desatender esta versión, dicen que en donde sentó sus reales don Gonzalo en nombre de su rey y de Dios fue en donde hoy se halla el denominado Chorro de Quevedo, en la calle 13 con carrera primera o segunda, que no se sabe con exactitud si pertenece al Barrio de La Candelaria o al de La Concordia. De sus cuatrocientos años de existencia, en 1938, pasó de trescientos treinta mil habitantes a la urbe de hoy con ocho millones que bien podrían denominarse sobrevivientes si a las condiciones de movilidad, únicamente, nos referimos.

El tranvía en esta ciudad era motivo de orgullo y satisfacción; recorría la ciudad básicamente de sur a norte y un poco a occidente, en donde se fueron asentando sus habitantes. Era un servicio magnífico según cuentan; los sistemas de buses urbanos suplían en buena parte la demanda. La proliferación de vehículos de uso particular no gravitaba sobre los sistemas de transporte público disponible. El ingrato 9 de abril de 1948 no solamente transformó el contorno de la capital, sino la manera de pensar de los bogotanos que, no se sabe por qué reacción, se volvieron un poco extraños a su ciudad y al espíritu de convivencia dentro del cual se había vivido en los últimos siglos se perdió. Bogotá por ser un patrimonio nacional en la cual vive todo el país, dejó de tener doliente, a pesar de que todo colombiano desea vivir o por lo menos conocer esta ciudad que así como tiene muchas personas que la queremos existen otras malquerientes. La denominación de “cachacos” que los bogotanos lo consideramos motivo de orgullo es expresión si no de insulto si de menosprecio en muchos lugares fuera de Bogotá.

Ahora dizque finalmente vamos a resolver el problema del transporte público en la ciudad con el metro; quienes deben saber de esto nos dicen que ya todo está listo. Financiación local y nacional así que próximamente se abrirá la licitación correspondiente para contratar su construcción. Quienes van a presentar propuesta conocen apenas el trazado. No hay planos de construcción, de manera que quienes así propongan tendrán deliciosos arsenales de inconsistencias para regocijo de los abogados expertos en los litigios con el Estado. Ojalá que no sea así, pensamos los bogotanos.