Construcción desplazó a agricultura en 60% del suelo sabanero | El Nuevo Siglo
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Martes, 22 de Noviembre de 2016
Redacción Web

 Más del 60% del suelo en la Sabana de Bogotá está clasificado como “suburbano”, lo que permite que se construyan de manera desordenada proyectos de vivienda de estrato seis y se instalen sedes de empresas. Los municipios de Chía, Sopó, Tocancipá y Tenjo son algunos de los más afectados. Así lo denuncia el Observatorio Sabana Centro Cómo Vamos de la Universidad de La Sabana.

 Según el informe, pese a que Cajicá, Chía, Cogua, Cota, Gachancipá, Nemocón, Sopó, Tabio, Tenjo, Tocancipá y Zipaquirá –municipios estudiados en el informe– son los más ricos de Cundinamarca (entre todos generan el 28% del Producto Interno Bruto del departamento), la pésima distribución y utilización de los suelos es el principal problema de la provincia. 

 “De esas tierras ricas para la agricultura ya queda poco, los suelos se han perdido en las últimas décadas bajo el cemento de la urbanización, la ganadería y los malos usos como la deforestación, a tal punto que, del total de las 99.553 hectáreas (ha) que cubren los 11 municipios de la Sabana Centro, un 63% –63.171 ha– están construidas o subutilizadas”, afirma Juan Carlos Camelo, director del Observatorio.

El informe señala que los suelos más productivos del país para la agricultura se están desaprovechando por causas como la conurbación que viene presentándose con Bogotá. “Prácticamente el interior del país se está quedando sin tierra para cultivar”, agregó Camelo.

En el escalafón de los cinco municipios vecinos a Bogotá que tienen el uso más inadecuado del suelo, se encuentra en el primer lugar Funza, donde un 88% de sus hectáreas están subutilizadas o con lotes ‘abandonados’, donde no se cultiva ni se pasta ganado; segundo, Tenjo, con el 80% del total de las (ha) subutilizadas; tercero, Madrid, con 75% de áreas subutilizadas; cuarto, Cajicá, con el 69%; y quinto, Cota, con el 63%.

Las consecuencias de esta pérdida de tierras evidencian que ya ni la Sabana ni Bogotá producen lo que consumen. “No solo han tenido que empezar a conseguir productos –como la cebolla– de otros departamentos, sino que la construcción, pavimentación o ‘endurecimiento del suelo’ han llevado a que las inundaciones sean más frecuentes”, señaló Camelo.

Otro efecto negativo del mal uso del suelo es el desplazamiento de la población campesina hacía la capital del país, debido a que prefieren vender sus tierras para que se construyan condominios o urbanizaciones en vez de seguir cultivando, lo cual para ellos ya no es rentable.

 

“El crecimiento que supera el límite urbano ha impulsado procesos de suburbanización en zonas rurales, formando crecimientos difusos. Este patrón se ha dado con más fuerza en los municipios próximos a Bogotá”, agregó el experto.

Entre las estrategias que promueve el Observatorio para resolver esta situación, se destaca la creación de una mesa técnica de planeación regional que armonice las normas y establezca acuerdos para que no haya riesgo de conurbación ni de ocupación de áreas protegidas, como ahora está sucediendo, y así blindar a la provincia contra estos problemas que ya enfrenta Bogotá, especialmente en el sur de la Sabana.

 Otra de las propuestas, es que se contrate entre varios municipios el estudio de mapeo de riesgos y desastres naturales porque, aunque la región es vulnerable a los deslizamientos e inundaciones, ningún municipio ha podido invertir para contar con la información que ayudaría a las autoridades a mitigar los efectos de los desastres naturales.