Un nuevo Mao para una nueva China | El Nuevo Siglo
Viernes, 12 de Noviembre de 2021

China que, con el pasar de los años, se ha convertido en una superpotencia global, tiene los ojos puestos en el 2022, cuando espera reinar en solitario como la única e indiscutible Para poder lograrlo ha trazado una hoja de ruta, encargando a XI para dirigirla y los cuatrocientos miembros de su Comité Central acaban de aprobar la agenda que el líder debe cumplir.

Para lograr estas ambiciosas metas China debe regular su crecimiento económico, que últimamente se ha desacelerado por culpa de la pandemia, la crítica escasez de vivienda, las graves y continuas fallas en la electricidad y la caída de las exportaciones. El liderazgo de XI es resaltado por la prensa oficial como "el de un hombre tranquilo, de pensamientos y sentimientos profundos, que lo asumió con voluntad comprometida, gran visión de futuro".

Su trabajo de gobernante en contacto con su pueblo es permanente -y lo ejerce de manera incansable-. Sus más allegados testimonian que solo duerme tres o cuatro horas al día y que quiere estar enterado de los problemas, hasta los más nimios e insignificantes. La base de su campaña trata de cerrar la brecha de las desigualdades y ejercer más control sobre los gigantes empresariales.

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El nuevo Somoza, el sandinista Daniel Ortega, es un dictador de pacotilla que podría tener sus horas contadas. El presidente norteamericano Joe Biden acaba de promulgar nuevas y más severas sanciones contra su gobierno al que ha prometido combatir con todo el arsenal y los recursos de Washington.

Biden sancionó la Ley Renacer, por sus siglas en inglés, que le permitirá restringir los créditos de organismos multilaterales, y combatir más eficientemente la gran corrupción del régimen. “Su mandato es una vergüenza para la democracia", ha dicho Biden. Sus mayorías parlamentarias lo acompañarán en su intento.

En coordinación con Canadá y la Unión Europea, así como con la mayoría de los países latinoamericanos entre los que se encuentra Colombia, castigarán a personas e instituciones que estén involucradas en delitos de corrupción, de derechos humanos y de violaciones electorales.

Al interior Biden está luchando, entre tanto contra una inflación disparada del 6,2%

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La inseguridad ciudadana se ha disparado en Bogotá, pero también lo ha hecho en Cali, Medellín y Barranquilla. En plena pandemia los amigos de lo ajeno están haciendo de la suyas, con el agravante de que no aparece ni un policía. Lo cierto es que no hay ni recursos ni personal capacitado para cubrir esos graves faltantes.

Esa inseguridad se vive en casi todas las localidades capitalinas, con el agravante de que a los pillos que se logran detener los jueces los ponen en inmediata libertad. De más de cinco mil delincuentes encarcelados, el ochenta por ciento han sido liberados las pocas horas. Otro drama, no menor, es el que se vive al interior de los penales, en donde el hacinamiento es verdaderamente infrahumano.

Para completar "la tormenta perfecta" no existe a la fecha un programa de construcción de nuevos centros carcelarios. Tampoco se cuenta con posibilidades de incluir un rubro en el Presupuesto General de la Nación porque este podría acceder a varios billones de pesos.

No menos de cinco según los expertos.

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No es la primera ni última vez que los malandrines con tecnología de punta violan la capacidad de almacenamiento de información del Estado. Esos ataques se hacen a todos los niveles y en todos los sectores. Un feudo de ciberdelicuentes "hackearon" hace dos semanas al DANE, pero gracias a Dios no lograron manipular ningún informe delicado.

El hoy llamado "ciberespacio" es el nuevo escenario de la delincuencia internacional. Así todas sus redes están cada día más expuestas a sus asaltos que parecen ganar en sofisticación. Todos tenemos que abrir los ojos ante esta espeluznante realidad y cuidarnos de falsos funcionarios que nos traten de engañar. Juan David Oviedo, director del DANE, es el único vocero autorizado.