¿Se convertirá conflicto de Tigray en gran guerra etíope? | El Nuevo Siglo
Guerra en Etiopia
Foto archivo AFP
Sábado, 6 de Noviembre de 2021
Redacción internacional

Es de vieja data pero estalló con fuerza hace un año y hoy no solo ha ganado terreno sino adeptos, amenazando con convertirse una guerra a nivel nacional. Hablamos del conflicto desatado el 4 de noviembre del 2020 en la región etíope de Tigray (norte) por el Frente Popular para la Liberación de Tigray (TPLF) que obligó a que Naciones Unidas emitiera una resolución de condena y varios países ordenaran la evacuación de sus ciudadanos.

En la fecha mencionada, el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, dio orden de lanzar la ofensiva en respuesta a un ataque perpetrado por el TPLF, que entonces gobernaba en Tigray, contra la principal base del Ejército en la capital regional, Mekelle.

El ataque y la posterior ofensiva fueron la materialización de las tensiones entre el grupo -el partido fuerte dentro de la coalición Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (Eprdf), que gobernó desde 1991- y el Gobierno central, encabezado desde 2018 por Abiy.

Si bien las disputas empezaron en la vía política, dieron un drástico giro hacia la violencia el 3 de noviembre hace un año con el mencionado ataque, lo que hizo saltar las alarmas internacionales ante el riesgo de que el conflicto desestabilizara el país y la totalidad del Cuerno de África.

Ante estos temores, Abiy afirmó el 9 de noviembre que la operación "está destinada a garantizar la paz y la estabilidad" y recalcó que "las preocupaciones sobre un descenso al caos por parte de Etiopía son infundados y el resultado de no entender profundamente el contexto".

Sin embargo, el conflicto entró en su primer aniversario con el TPLF aún con el control de Tigray, con avances en Afar y Amhara, una alianza con el grupo rebelde Ejército de Liberación Oromo (OLA), que también ha lanzado ataques en Oromía y lo que más preocupa: la publica adhesión de nueve grupos opuestos al gobierno de Etiopía, generando el Frente Unido de Fuerzas Etíopes Federalistas y Confederalistas.

Esta nueva alianza tiene como objetivo, según lo anunció uno de sus voceros, Yohanees Abraha, uno de los líderes del Frente Popular para la Liberación de Tigray, tiene como objetivo "una transición segura en el país" para reemplazar al primer ministro, Abiy Ahmed y “hacer frente a las múltiples crisis a las que vive el país”

Otro de los portavoces, Getachew Reda, sostuvo en declaraciones a la CNN que la toma de la capital, Adís Abeba, no es "el objetivo final" del grupo, aunque no descartó esa posibilidad y así podría visualizarse ante los avances que el Frente de Liberación ha tenido en la región de Seua Norte, al norte de la capital y los de OLA en la región de Amhara, ubicándose a 160 kms de la ciudad.

Ente tanto, el Parlamento etíope avaló el estado de emergencia decretado el martes por el Gobierno. "Debemos adaptar nuestras vidas en este momento de exigencia hasta que nuestros problemas sean resueltos rápidamente y volvamos a una vida normal", dijo Abiy. Por su parte, las autoridades de Adís Abeba instaron ese mismo día a los ciudadanos a armarse y proteger los barrios ante el avance de los rebeldes.



Génesis

Como señalamos, las tensiones entre el Gobierno central y el TPLF se retrotraen a la llegada de Abiy al poder en abril de 2018 tras la dimisión de Hailemariam Desalegn, luego de dos años de protestas por parte principalmente de miembros de las comunidades oromo y amhara.

Abiy, primer miembro de la comunidad oromo en ocupar el cargo, inició reformas y anunció decisiones consideradas por el TPLF (grupo tigriña) como un intento de reducir su poder político y como una venganza contra altos cargos del grupo que estuvieron en el anterior Ejecutivo.

Así, inició el desmantelamiento del EPRDF, integrado por cuatro partidos de corte étnico y sustituido por el Partido de la Prosperidad -en el que no está integrado el TPLF-, y activó un acercamiento con Eritrea que derivó en un acuerdo de paz con el presidente eritreo, Isaías Afewerki, enemigo acérrimo del grupo tigriña.

Estas medidas, aplaudidas internacionalmente, se vieron seguidas de un repunte de las tensiones interétnicas que dejaron cientos de muertos, situación achacada por Adís Abeba a una campaña de desestabilización por parte del TPLF a través de sus grupos asociados.

Finalmente, el aplazamiento de las parlamentarias en dos ocasiones por la inseguridad y la pandemia fue visto por el TPLF como un intento de Abiy de consolidarse en el poder sin pasar por las urnas -especialmente tras la prórroga de su mandato por parte del Parlamento hasta la celebración de la votación-, por lo que optó por cortar lazos con Adís Abeba y celebrar comicios por su cuenta en la región.

 

La ofensiva

En este contexto, fue que el TPLF atacó hace un año en Mekelle, que se saldó con un gran número de militares muertos y la captura por parte del grupo de un importante arsenal con el que, según Abiy, buscaba avanzar hacia Adís Abeba.

Por ello, el primer ministro dio orden de lanzar una ofensiva en la que las tropas etíopes contaron con el apoyo de milicias de Amhara y de tropas eritreas, en una muestra de las nuevas relaciones entre Adís Abeba y Asmara y de la rivalidad entre Eritrea y el TPLF.

El Ejército obtuvo durante los siguientes días importantes avances y terminó por hacerse con el control de Mekelle el 28 de noviembre, tras lo que Adís Abeba anunció la creación de una administración interina, mientras que el TPLF denunció abusos por parte de las fuerzas gubernamentales y eritreas y llegó a hablar de un "genocidio".

Así, el grupo inició tras ello un proceso de reorganización y rearme para su contraofensiva, que le permitió recuperar con Mekelle a finales de junio, a pesar de que el Gobierno se negó durante semanas a reconocer que estaba perdiendo terreno.

Finalmente, Abiy declaró un alto el fuego argumentando razones humanitarias en la región, azotada por un aumento de la pobreza y el hambre, algo rechazado por el TPLF, que exigió la retirada de tropas gubernamentales y lanzó ataques en Afar y Amhara.

Desde entonces, el conflicto mantuvo un perfil relativamente bajo, si bien el primer ministro ordenó el pasado 13 de octubre una nueva ofensiva tras jurar el cargo para un segundo mandato tras la celebración de las elecciones en junio, lo que ha recrudecido los combates.

El Gobierno ha dado muy poca información sobre la situación sobre el terreno y se ha limitado a confirmar bombardeos contra objetivos del TPLF en Mekelle y sus alrededores, si bien el grupo ha logrado avances y ha asegurado que los militares "están en desbandada".

En este contexto, los avances del TPLF en las ciudades de Dessie y Kombolcha, ambas en la región de Amhara, y los ataques del OLA amenazan con provocar que la guerra acabe afectando a todo el país.

La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (Ocha) resalta en su web que 5,2 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en Etiopía y recoge un "desplazamiento a gran escala" en los alrededores de las mencionadas ciudades por los combates.

La situación amenaza con sumir al país en el "caos" que Abiy prometió que no tendría lugar, especialmente debido al deterioro de la situación humanitaria y a las denuncias sobre atrocidades por parte de las partes en conflicto desde hace cerca de un año, incluidas matanzas, violaciones y desapariciones forzosas