Urgen estrategias para atender catástrofes | El Nuevo Siglo
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Viernes, 12 de Octubre de 2018
Redacción Nacional
“Hay capacidad de respuesta para eventos medianos y pequeños, pero no tanto para eventos críticos y severos”, dijo Juan Carlos Orrego, subdirector de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres
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EL NUEVO SIGLO: ¿Cómo está Colombia en materia de revisión y prevención de riesgos?

JUAN CARLOS ORREGO: Colombia ha desarrollado capacidades muy importantes en cuanto a la reducción y el manejo de desastres. Debemos reconocer que tenemos unas vulnerabilidades y unos retos bastante altos que han sido riesgos construidos retóricamente. Tenemos una capacidad de respuesta importante para eventos medianos y pequeños por supuesto, pero para eventos críticos y severos, todavía debemos trabajar bastante para poder tener la capacidad de respuesta frente a estos.

Ejemplo: frente a un escenario de terremoto importante, de tsunami o sobre todo, de un evento tipo erupción volcánica mayor, las cifras tanteadas en escenarios nos plantean un desafío de atender muchas poblaciones con afectaciones en salud, con afectaciones en búsqueda y rescate que posiblemente están más allá de nuestras capacidades. Aunque trabajamos cada día por brindar posibilidades de respuesta.

Otra cosa es en los temas de reducción de riesgos, en los que también tenemos un desafío, y es bastante importante seguir avanzando.

ENS: ¿Cuáles son los planes que se están implementando desde la Unidad para la Gestión del Riesgo para la prevención de desastres, sobre todo en zonas críticas del país?

JCO: Colombia cuenta con una estrategia nacional de respuesta frente a eventos severos, pero hay innumerables desafíos. Uno de esos desafíos es mejorar las capacidades de respuesta ante las comunidades en los temas relativos a la participación comunitaria. Consideramos que Colombia tiene un potencial muy importante de vinculación a las juntas de acción comunal, a grupos de participación comunitaria, a conjuntos residenciales, a todas las expresiones de participación social para que se preparen frente al manejo de emergencias, trabajen en la reducción de riesgos.

Otro tema, es que necesitamos avanzar mucho en la educación de la población, tanto en la básica como en la media y superior, para que este tema haga parte de la cultura de los colombianos, en especial, en las zonas del país que presentan mayores riesgos frente a eventos críticos.

ENS: ¿Cómo va el plan de contingencia para afrontar el fenómeno del Niño que es a finales de este año y comienzos del otro?

JCO: En Colombia ya tenemos una tradición de preparación para el fenómeno del Niño y la Niña. Recientemente, se ha remitido un mensaje a todos los concejos municipales de gestión de riesgos para que hagan el análisis en particular de lo que puede estar sucediendo en esos territorios con las afectaciones del fenómeno del Niño.

En este caso, el Niño representa en la mayoría del territorio nacional un déficit hídrico que está asociado con escasez de agua, para suministro de agua y saneamiento básico. El aumento de la probabilidad en incendios forestales, afectaciones en la producción agropecuaria, entre otros.

Allí se les ha pedido a las autoridades municipales y departamentales que son los responsables por definición de estas acciones, que realicen las tareas de socialización de la información de motivar la realización de los planes de reducción de riesgos y manejo de emergencias para que todos los sectores estén suficientemente enterados de lo que pueda estar sucediendo.

ENS: ¿Qué puede pasar con los venezolanos que están en las calles en medio de intensas olas de lluvias y calor?

JCO: Es un problema que nos preocupa y nos inquieta, porque está relacionado con las vulnerabilidades que tiene gran parte de la población colombiana. En particular ahora, nos preocupan mucho los migrantes que están desprovistos de protecciones para estos impactos que se pueden tener, por un tema que es contradictorio. Por una parte vamos a tener, por segunda temporada invernal, unos  excesos hídricos, es decir, vamos a tener entre octubre y noviembre unos excesos hídricos que afectan a la población migrante. Tanto la que está en las vías como la que está en los asentamientos provisionales.

Pero por otro lado vamos a estar experimentando hacia diciembre, enero y febrero un déficit hídrico que van a ser esos contrastes que posiblemente generan una demanda en servicios de salud en particular. Por un lado lluvia, afectando la salud, y por otro lado una sequía considerable que sobre todo afecta estos grupos de población.