Refugiándonos en el deporte | El Nuevo Siglo
Lunes, 9 de Octubre de 2017

“Aunque el fútbol es el que más pasión despierta, hay otros para disfrutar”

En medio de tantas noticias alarmantes es posible encontrar un bálsamo en los eventos deportivos y la gente lo sabe. Ese sentimiento es el que mueve a casi todo el país cuando manifiesta su respaldo a la selección Colombia;  así, logramos hacerle una gambeta a nuestra dura realidad.

Aunque el fútbol, gracias al gran despliegue publicitario global que mueve  se ha convertido en el deporte con mayor popularidad, hay otros que despiertan interés entre nosotros.

Curiosamente, ese notorio respaldo a  la selección nacional contrasta con las muy escasas taquillas semanales que se registran en los partidos de nuestra débil liga local. Solo en las cuatro grandes ciudades sus equipos logran movilizar apoyos visibles de sus fanaticadas, ya que en las demás, sus pobres clubes juegan en estadios casi vacíos, en cuyas tribunas podrían pasearse espantos, si los hubiere.

En mi caso me aficioné al fútbol desde que el Junior volvió, luego de una larga ausencia, a la liga profesional en 1966; en aquellos días, asistir al viejo estadio de curramba significaba no solo presenciar a un evento deportivo, sino vivir una tarde de alegría en las tribunas.

Carlos Vives recrea en una de sus canciones el jolgorio que se registraba en los estadios de la costa caribe en aquellas épocas. Al fin y al cabo, ese deporte entró por esos puertos y se mezcló con el folclor de la región que manifestaban sus seguidores.

Pero no es el fútbol el deporte que más me cautiva, sino el béisbol;  aprendí mientras crecía que ese es el verdadero rey de los deportes de estrategia; nada deleita más que adivinar cuál será la jugada que debe hacerse para conseguir el triunfo del equipo preferido.

Cuando era niño, recuerdo que en mi barrio y colegio todos jugábamos beisbol, incluso solo nos bastaba tener un palo de escoba y unas tapitas de gaseosa para improvisar un partido sin requerir siquiera de grandes espacios; en otras oportunidades, usando una pelota de tenis y bateando con el puño cerrado jugábamos al béisbol en el patio del colegio, nos volvíamos expertos en atrapar la pelota haciéndola rebotar contra la pared.

Eran las épocas en que la rivalidad entre los equipos de Cartagena y Barranquilla electrizaba a toda la región, convirtiendo cada juego en verdaderos clásicos, solo semejantes a los que hay en grandes ligas cuando se enfrentan los Medias Rojas de Boston contra los Yankees de New York. ¡Qué partidos eran aquellos! los estadios se llenaban hasta reventar. El fervor contagió a otras regiones y hasta en Medellín se jugó con calidad. Colombia fue campeón mundial en dos oportunidades. Siguen apareciendo aquí grandes jugadores.

El béisbol es un deporte exquisito, que no lo juegan, como parece, nueve jugadores contra otros tantos, sino un manager( o técnico) contra otro, quienes convierten  a sus jugadores en verdaderas fichas sobre el terreno,  ordenando mediante señas encriptadas cómo comportarse en cada jugada.

Disfrutemos el fin de la temporada de este deporte para no vivir solo del fútbol.