¿Otro Colonialismo? | El Nuevo Siglo
Martes, 24 de Octubre de 2017

Iván Velásquez, el director de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, CICIG, acaba de revelar en una preocupante entrevista radial su aspiración de que semejante monstruo se cree también para Colombia o para cualquier país latinoamericano, porque, al parecer, todo lo que hemos hecho en casi 200 años de vida republicana, está mal hecho y es necesario que vengan a corregirnos todo.

No faltarán las voces nacionales, sobre todo las de aquellos que hicieron de Velásquez el fenómeno mediático que fue o las de sus recomendantes ante la ONU para el cargo, que les parezca una maravillosa idea. La izquierda nacional es a veces de una asombrosa ingenuidad. No es capaz de ver en instituciones como esa lo que en realidad son. Una evidente manifestación del colonialismo más ramplón. Pura injerencia de intereses extranjeros en asuntos nacionales.

No es nuevo que no lo vean. Para ellos, como paradójicamente para la derecha anglosajona que se inventó el Consenso de Washington, el gran enemigo es el Estado. Y en esa obsesión, unos y otros lo que quieren es privatizarlo para sus intereses. Los unos a través de multinacionales empresariales o industriales, y los otros por medio de las oenegés. La consulta previa y directa a los “pueblos indígenas”, por ejemplo, no es otra cosa que saltarse al Estado para que las multinacionales puedan negociar directamente con las comunidades, convenientemente representadas por alguna oenegé.

Todo eso necesita un sustrato ideológico. Y ninguno mejor que el de la superioridad moral de los defensores de la naturaleza o la de los puros y angelicales cruzados contra la corrupción. Las afirmaciones de Velásquez sobre un Estado de corrupción generalizada en la Corte o en la Rama Judicial son ofensivas para una Institución en la que él sirvió y en la que aún están algunos de sus mejores amigos.  Eso es lo que el ministro Alejandro Gaviria llama acertadamente: Narcisismo moral.

Descalificar todo y a todos es un monumental error. Sumir a todo un país en la incertidumbre general de que nada sirve, de que todos son corruptos, de que ningún dirigente es honrado, ningún militar decente, ningún profesor preparado, ningún juez justo o ningún religioso piadoso, es prepararle el camino a demagogos y populistas de cualquier ideología que como Pol Pot o como Hitler, acaben con media humanidad tratando de encontrar la pureza que solo ellos encarnan.

Colombia ha tenido una administración pública y de justicia que históricamente no sólo ha puesto una gran cuota de sacrificio en la lucha contra todas las corrupciones, sino que nunca ha sido históricamente inferior a su compromiso coyuntural. El narcoterrorismo, el parapolitiquismo, o los dineros del narcotráfico en la política, siempre fueron enfrentados y contenidos. Incluso ahora en una coyuntura tan difícil donde está evidenciado que la corrupción llegó a la cúpula judicial, es la propia Rama Judicial la que ha reaccionado, enfrentando y expurgando los pícaros.

Probablemente esta coyuntura sirva, entre otras cosas, para definir que es tan corrupto el litigante que se inventa un testigo como el investigador judicial que hace lo propio. Porque como dice el director de la CICIG, la verdad no debería tener ideología.

@Quinternatte