La expectativa | El Nuevo Siglo
Lunes, 30 de Octubre de 2017

Se reanuda la lucha electoral. Ya se siente la puja en las ciudades y el contraste de los estilos políticos. La coalición de Antioquia, Santander y Bogotá (Fajardo, Robledo y López) hace hincapié en mensajes de opinión. Mientras el grupo del llamado “Cambio Radical” tiene a Vargas conversando con concejales, diputados, representantes y senadores, uno por uno en fila de hormiga, en los departamentos.

Es el método tradicional. No se sabe que se promete a puerta cerrada, pero el lector puede suponerlo. En esos dos grupos está centrada la mayor diferencia de método y contenido por el momento.

La costa atlántica es un interrogante político, ya que sus grandes electores están presos. Sin embargo, las encuestas demuestran que en la costa predomina el voto de opinión, aunque esto pueda sorprender a algunos.

En el caso de Bogotá el mediocre desempeño del alcalde que apoya a Vargas, unido a un pedido por su revocatoria que superó las setecientas mil firmas, pero fue negado, sugiere una tendencia adversa al sistema clientelista de los arreglos a puerta cerrada. Pero la maquinaria puede ser decisiva incluso en una época de indignación moral como ésta.

Las luchas internas en el centro de la extrema derecha, en las que se piden unos a otros certificados de salud mental, es apenas el normal corolario de que los mesías no admiten sustitutos sino seguidores o clones.

El nuevo eslogan de “voto comprado es un robo asegurado” de la coalición, sirve de pedagogía social. Aún si lo evidente es que los grandes escándalos por corrupción, se han destapado por agentes internacionales. Sí estimado lector, la justicia nos llega de fuera. Si nos atuviéramos a la diligencia de nuestro actual Fiscal General, su propio delegado llamado de “anticorrupción” estaría aun coordinando el carrusel de magistrados que archivaban procesos por coimas, y amañaban los fallos. Y tampoco nos habríamos enterado de lo de Odebrecht.

En este sentido el diagnostico ético de la coalición Fajardo-Robledo-López es acertado pero incompleto. Un estado además de las fórmulas de campaña debe cobijar estructuras mayores, tiene que hacerlo. Habría que comprometerse a implementar una acción coordinada con agencias internacionales de anticorrupción tales como Transparencia Internacional, asesorías de la OCDE, y varias más de las que dispone la ONU y las ONG para el mundo entero. Está comprobado que si el Gobierno las toma en cuenta, sus advertencias pueden ser muy eficaces. Un buen asesor en materias internacionales les podría ser de utilidad. De otro modo la indignación no tendrá cauces reales de expresión política. Y los políticos acusados, como se ve, podrán aspirar a vencimiento de términos, gracias a la inoperancia de la Fiscalía o de todas y cada una de la “ías” de la fértil vega.

En cuanto a Vargas, tras ser vicepresidente de Santos y haber gozado de un presupuesto mayúsculo durante ocho años ahora se declara en contra de “este” gobierno. Es, en suma, un ser muy particular que quiere tener el pastel y comérselo al mismo tiempo.