Funcionarios prepotentes | El Nuevo Siglo
Miércoles, 18 de Octubre de 2017

Como suele pasar en nuestro país cuando se aproximan elecciones, faltando menos de un año para que termine el mandato del Gobierno, se empieza a ver cómo los funcionarios que vienen ejerciendo pleno poder olvidándose en ocasiones de los ciudadanos a los que deberían servir, empiezan a percatarse que su poder puede acabarse y que resulta entonces conveniente acercarse nuevamente a  aquellos a quienes decían servir,  pero que durante tantos años ignoraron desde la prepotencia de su mal entendido cargo. 

De la misma manera y con el mismo cálculo personal, empiezan a guardar distancia de la presente administración por su decreciente popularidad y las circunstancias políticas en las que se encuentra.

El contexto del Gobierno no favorece su reputación por las crecientes noticias relacionadas en su gran mayoría con escándalos de corrupción, no solo en la rama ejecutiva sino también en la legislativa y aún más grave, en la judicial, y con otros temas como los crecientes tributos a los que están siendo sometidos los colombianos y el desinterés internacional que ha producido la inestabilidad jurídica del país con los cambios de reglas del juego tanto tributarias como políticas que es el caso de las consultas populares. 

Algunos colaboradores o funcionarios públicos creen que el poder les durará toda la vida y que su importancia está en función de los carros oficiales y demás privilegios del poder y no de su verdadero servicio, pero pronto tendrán que responder ante los entes de vigilancia, tanto administrativa como fiscalmente, y en algunos casos ante la justicia, por actuaciones que realizaron durante su gestión en la administración pública.
Entonces  los veremos en otra actitud y seguramente recordando lo importante que habría sido servir y no ser servido. Y es que además en la polarización en que nos encontramos, próximamente es probable que haya personas dedicadas a que este Gobierno, a través de los que fueron sus funcionarios, responda por sus acciones en las funciones de poder público ante las autoridades de vigilancia.
Lo peor que se ha construido en los últimos años no es la polarización ideológica o de ideas o programas, sino el sentimiento de odio y venganza.  La prepotencia es un gran defecto y lo es mucho más aún en aquellos que tienen la alta dignidad de servir desde las posiciones del Estado y ojalá el sol a las espaldas les sirva de reflexión y guía a todos aquellos que por distintas razones se olvidaron de su verdadera obligación de servicio.
Y aunque  en otro artículo me referiré a los candidatos a las próximas elecciones, no podría terminar este artículo si hacerle una reflexión a los colombianos, pues en nuestros sufragios no nos podemos equivocar puesto que no hay que olvidar que todos seremos los responsables de quién será el próximo gobernante y a quienes elegiremos en el Congreso de la República. Lo bueno o malo que hagan repercutirá en los colombianos.