Arquitectos colombianos que dejan huella en el mundo | El Nuevo Siglo
Foto Anadolu
Martes, 17 de Octubre de 2017
Agencia Anadolu

Un edificio que refleja la autopista adyacente mientras, astutamente, esconde el estacionamiento. Una casa flotante autosuficiente con un techo curvo, que simula una ola. Un centro de tratamiento contra el cáncer con un jardín para la meditación y la sanación, y con un laberinto de oración. Más que simples edificios. Más que simples casas. Más que simples hospitales.

Quizá de eso es de lo que se trata la arquitectura contemporánea, y lo que intentan hacer -no importa desde qué lugar- ocho arquitectos colombianos. Nacieron y estudiaron en Colombia, pero la vida y la profesión los fueron diseminando por el mundo: Seattle, Londres, dos en Chicago, Barcelona, Milán, México y Vancouver.

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Técnicamente son una diáspora: “dispersión de un pueblo o una comunidad humana por diversos lugares del mundo”. Una diáspora arquitectónica. Y es precisamente de ahí de donde viene el nombre de los Premios de Arquitectura Diáspora Colombia, unos galardones que se entregan a los trabajos más destacados de los arquitectos radicados en el exterior.

Los premios nacieron en el 2002, al interior de lo que era la Sociedad Colombiana de Arquitectos de Nueva York, bajo la coordinación de Diego Aguilera. Desde entonces, la Sociedad ha recibido 120 proyectos, de más de una veintena de países, algunos tan lejanos como Japón, China, Singapur, Sudáfrica, India o Noruega.

Cada dos años se premian varios proyectos, en diferentes categorías, y en esta ocasión el turno fue para Gloria Andrade, Jorge Uribe, Juan Gabriel Moreno, Miguel Mayorga, Mauricio Cárdenas, Abraham Aragón, Daniel Saavedra y Pablo Rojas.

Cada uno tiene su propio estilo, su propia propuesta, aunque hay temas que los unen, como su preocupación por la sostenibilidad ambiental y la protección del planeta, su afán por innovar sin que eso signifique romper con el pasado; o su deseo de prestar un servicio a la comunidad, convirtiendo a la arquitectura en una herramienta de superación social.

Gloria, por ejemplo, cree que cada proyecto debe ser sensible y apropiado para el lugar en el que se construye. En su caso, eligió el lago Lake Union, en Seattle, Estados Unidos, para ubicar allí una casa flotante. Alrededor solo hay agua, quizá algún bote o alguien paseando en kayak, además de mucha luz y una vista panorámica de la ciudad.

El agua también es un elemento importante en el proyecto de Mauricio Cárdenas, quien utilizó aguas subterráneas para regular la temperatura de una casa en China y así reducir las emisiones de carbono. Ya que excavando en la tierra la temperatura es estable, sin importar la estación, este mecanismo permite que la temperatura de la vivienda se autorregule. Cárdenas también utilizó el bambú para la estructura de la casa, un elemento presente en el área de Baoxi.

El bambú, u ‘Ojtat’, como se le dice en náhuatl, también se da en el área en la que viven los nahuas de Tepetzintan, en México. Por eso en el 2013 el arquitecto Abraham Aragón fundó ‘Centro Bambú’, una asociación civil dedicada a capacitar indígenas en la Sierra Norte de Puebla para que puedan autoconstruir sus viviendas con materiales locales, reducir el hacinamiento y mejorar su calidad de vida.

El servicio social es un factor importante en estos proyectos, como el que Juan Gabriel Moreno buscaba prestarle a la comunidad latina en Chicago mediante la construcción de un centro de la Northeastern Illinois University, que ha revitalizado y fomentado el desarrollo en lo que antes era una zona industrial.

De igual forma, en la compañía SC Johnson, en Wisconsin, Jorge Uribe diseñó dos edificios complementarios para ofrecerles a los empleados un nuevo “corazón social”. Uno de ellos, totalmente transparente y en forma oval, evoca una vieja aventura empresarial.

Del techo cuelga la réplica de un avión, el mismo en el que se embarcó, en 1935, el entonces presidente de la firma para buscar en las selvas de Brasil una fuente sostenible de cera natural: la palmera Carnaúba. Debajo del avión hay un grabado que representa la selva brasileña, así como un mosaico de suelos de madera que evoca el espíritu de la expedición.