Antártida, ¿sin otro gran santuario marino? | El Nuevo Siglo
Lunes, 30 de Octubre de 2017
Agence France Presse
No prosperó la iniciativa impulsada por Australia y por Francia para crear una segunda zona protegida para salvaguardar un millón de kilómetros cuadrados.

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Las esperanzas para crear un nuevo santuario marítimo para proteger las aguas prístinas del este de la Antártida se estrellaron por la falta de acuerdo en una cumbre tras la cual los ambientalistas lamentaron la falta de una “mayor visión y ambición”.

Las expectativas eran altas en vísperas de la reunión anual de la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVM), un tratado que busca la protección y la explotación sustentable de las aguas australes.

En la cita del año pasado en Hobart se estableció una inmensa reserva marina en el mar de Ross de 1,55 millones de kilómetros cuadrados, de los cuales 1,12 millones son zonas de exclusión de pesca.

La zona equivale a la suma del tamaño del Reino Unido, Francia y Alemania.

Pero la iniciativa impulsada por Australia y por Francia para crear una segunda zona protegida en el este de la Antártida para salvaguardar un millón de kilómetros cuadrados no prosperó.

Fuentes oficiales indicaron a la AFP que Rusia y que China bloquearon la iniciativa por las preocupaciones sobre su cumplimiento y los derecho de pesca.

Esta comisión, creada en 1982 por una convención internacional, toma sus decisiones por consenso, lo que significa que para que una propuesta sea aceptada ningún miembro tiene que oponerse.

La asociación Greenpeace pidió que en los próximos años haya una “mayor visión y ambición”.

El jefe del programa para la Antártida de WWF, Chris Johnson, citó otra oportunidad perdida.

“Estamos dejando que las diferencias obstaculicen la forma en la que respondemos a las necesidades de la frágil vida salvaje”, dijo.

La Antártida alberga pingüinos, focas, merluzas negras, ballenas y grandes cantidades de krill, que constituyen la dieta de muchas especies.

Esta fauna es considerada como una clave para que los científicos estudien cómo funcionan los ecosistemas marinos y entiendan el impacto del cambio del clima en el océano.

Andrea Kavanagh, encargada para la Antártida de la organización Pew Charitable Trusts, calificó como “decepcionante” la falta de acuerdo, sobre todo después del acuerdo histórico del año pasado para el mar de Ross.

“Estamos dejando que las diferencias obstaculicen la forma en la que respondemos a las necesidades de la frágil vida salvaje”

Es “decepcionante que la CCAMLR no pudiera lograr un acuerdo para proteger más partes del vasto y biológicamente diverso Océano Austral”, afirmó.

Para Kavanagh, es vital “continuar avanzando en los próximos años para acordar más protección (...) o hay riesgo de poner en peligro la salud de estos ecosistemas intactos de la región”.

En octubre del año pasado el panorama era diferente y la posibilidad de crear la gran reserva era muy grande.

“Esta es una gran victoria para ballenas, pingüinos y la merluza negra que viven ahí y para los millones de personas en el mundo que piden la protección de nuestros océanos”, festejó entonces Greempace.

Durante años, Greenpeace ha trabajado por la protección del mar de Ross en CCAMLR, el organismo internacional responsable de la gestión y protección de las aguas de la Antártida (en sus siglas en inglés). Cada año, Greenpeace, la Antarctic Ocean Alliance (de la que formamos parte) y millones de personas de todo el mundo les pedían a los gobiernos que tomasen esta decisión. Pero año tras año se bloqueaba el proceso y la dicha duró solo 365 días.

Denominado “el último océano”, el mar de Ross ha sido identificado por la comunidad científica como uno de los pocos ecosistemas marinos intactos. Es imponente, deslumbrante. Pero nos estábamos empezando a preguntar si alguna vez sería protegido.

Pese al gran tamaño de estos santuarios, el océano es aún más grande. A pesar del compromiso internacional alcanzado en el Congreso de Conservación de la Naturaleza este verano, de proteger el 30% de los océanos para 2030, queda mucho por recorrer para alcanzar este objetivo. Y Greenpeace va más allá, pidiendo que el 40% de los océanos a nivel mundial sean declarados Santuarios. 

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