Off the record | El Nuevo Siglo
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Sábado, 22 de Octubre de 2016
Redacción Política

Hace un año, por estas mismas fechas, todo el país era un hervidero político debido a la inminencia de la cita en las urnas para elegir a los gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles. Se preveía que el pulso entre el santismo y el uribismo sería el plato fuerte de la jornada electoral pero, paradójicamente, aparte de esa medición de fuerzas anotada, también era evidente que al interior de la llamada coalición de “Unidad Nacional” existía un pulso aún más marcado entre el eje de partidos de La U-liberales contra Cambio Radical. Los primeros acusaban al segundo de sacar rédito electoral de la labor de la Vicepresidencia como coordinadora de todo el plan de infraestructura, pero desde las toldas de Germán Vargas Lleras replicaban que no tenían la culpa de que tanto él como los ministerios a su cargo fueran eficientes, lo que no pasaba con carteras en manos de otros partidos.

Lo que las urnas señalaron…

Al final, en las urnas, Cambio les ganó la partida en varios cargos regionales y locales. Y, de paso, también empezó el proceso de agonía lenta, pero irreversible, de la coalición de Unidad Nacional, a tal punto que en los análisis que se hicieron sobre el nuevo mapa político dejado por los comicios, se coincidió en que habría que barajar de nuevo, ya que empezaba a configurarse un escenario en el que La U y los liberales se alineaban en una orilla para adueñarse de la bandera del proceso de paz y querían dejar en la otra a Cambio, los conservadores y el uribismo, como críticos o con muchas reservas sobre el mismo.

12 meses confirmaron relevo en coaliciones

Un año después el escenario es muy distinto: la coalición de Unidad Nacional efectivamente se debilitó gradualmente y empezó a ser desplazada por la coalición de “Unidad por la paz”, que se conformó meses atrás con los tres partidos de base de la plataforma gobiernista, pero sumando al Polo, la Alianza Verde, Opción Ciudadana y otras facciones más pequeñas. Esta coalición, sin embargo, sólo actúa como bloque en el Congreso para temas relacionados con el proceso de paz, tal y como se evidenció cuando se tramitó el plebiscito especial, la reforma a la ley de Orden Público (que restableció la posibilidad de crear zonas de concentración de los guerrilleros) y el llamado “acto legislativo para la paz”, que establece los mecanismos para tramitar leyes, reformas constitucionales y decretos para implementar un acuerdo de paz que, como todo el país sabe, fue improbado el pasado 2 de octubre en las urnas.

De pulso a rivalidades presidenciales

En cuanto al pulso de la llave La U-liberales frente a Cambio Radical, es claro que se ha profundizado de forma muy marcada, y prueba de ello han sido las duras andanadas de críticas del expresidente César Gaviria contra Vargas Lleras o los rifirrafes entre el ministro del Interior Juan Fernando Cristo y varios senadores de La U con la bancada de Cambio. También es evidente que, a diferencia de lo que pasaba un año atrás, ahora hay un panorama más visible en torno a la contienda presidencial, puesto que Vargas Lleras está a pocos meses de renunciar para no inhabilitar su segura aspiración presidencial y en la otra orilla se está creando un consenso en torno al nombre del jefe negociador y ex vicepresidente Humberto de la Calle, pero esta depende, claro está, de lo que pase con el acuerdo de paz de La Habana.