Madre Tierra Amotinada, obra de conclusión personal | El Nuevo Siglo
Foto cortesía Mambo
Martes, 25 de Octubre de 2016

19 ARTISTAS colombianos ligan su práctica artística a la vida y sus procesos son respuesta de una forma de pensar, denunciar y de actuar, como muestra de ello la exposición colectiva Madre Tierra amotinada, estará en el Museo de Arte Moderno de Bogotá hasta el 20 de noviembre, para deleitar al público con una reflexión acerca de la naturaleza.

El espectador podrá acercarse y participar en estas prácticas, entablar diálogos desde lo más cercano al artista, experimentar las obras en su singularidad y situarse lo más cerca a partir de esta percepción, para crear sus propios discursos y experiencias.

La exposición Madre Tierra Amotinada, una muestra que nace de observar las acciones del ser humano en contra de la tierra, pero también es  un proyecto que desea conectar todas las formas de creación en pro de la naturaleza.

Los síntomas de la sociedad actual permiten entender que estamos en un momento de crisis global, vivimos en una sociedad enferma. La modernidad nos dejó de herencia verbos arraigados como: conquistar, progresar, cambiar, edificar, sustituir, transgredir, destruir, exterminar, mentir, consumir, carecer, necesitar, entre muchas otras acciones que se quedan en el inconsciente colectivo.

Los pronósticos ambientales y ese capitalismo desbordante que fue comparado por el filósofo Gilles Deleuze y el psicoanalista Felix Guattari,  con una de las enfermedades mentales más fuertes como es la esquizofrenia, evidencian alteraciones de la personalidad, alucinaciones y pérdida del contacto con la realidad, un mundo donde se trastocan nuestros deseos más profundos  en deseos artificiales. Es así como el siglo XXI tiene como reto encontrar un equilibrio, pues la situación es cada vez más alarmante, estamos en un punto en el que no se puede ser indiferente a los desastres dejados por las dinámicas de la sociedad moderna.

Desde finales de los años 80, algunos artistas ligan su práctica con lo ambiental, lo han hecho a manera de resistencia, en donde esta se vincula con el activismo, en donde el arte se liga a la vida,  y sus procesos son respuesta de una forma de pensar, denunciar  y de actuar. Las prácticas contemporáneas son procesos que se medían con la experiencia, que se construyen con la comunidad, las problemáticas que atraviesa el mundo, del vacío que proporciona la institucionalidad, o la vida misma. El arte actual es discursivo, y la obra es el mismo texto, el cual no posee una sola significación sino es polivalente, no se define desde paradigmas establecidos, es un arte que se transforma desde su propia existencia.

Por su parte el espectador se acerca y participa en estas prácticas, entabla diálogos desde lo más cercano al artista, experimenta las obras en su singularidad y se sitúa lo más cerca y a partir de esta percepción crea sus propios discursos y experiencias. Así, no sólo los artistas, sino  biólogos, campesinos, estudiantes, ecologistas, psicólogos, diseñadores, comunicadores y mucha gente  se conecta  con la tierra y  lo ambiental de manera multidisciplinaria en sus propuestas.

“La muestra infiere sobre lo que está pasando en los páramos, los ríos, los animales en vía de extinción,  la basura no biodegradable, en los químicos en los alimentos, las patentes de las semillas, el cambio climático, la tala indiscriminada de los bosques, la destrucción, la contaminación del agua por el mercurio y arsénico utilizado en la minería y del plástico, ese cáncer para el planeta.

La Madre Tierra, nominada oficialmente  así por la ONU y por la interdependencia que tenemos con  ella, salió mal librada. “Nuestra Pachamama se amotina y nosotros con ella”, María Elvira Ardila, curadora del Museo de Arte Moderno de Bogotá.