India y Pakistán: amenazas nucleares e hídricas | El Nuevo Siglo
Foto Xinhua
Sábado, 1 de Octubre de 2016
Redacción internacional

India y Pakistán son un mundo grande, desconocido y difícil de entender. Allí vive el 15% de los habitantes del mundo, se profesan innumerables religiones y existe un  arsenal nuclear que no es controlado por los tratados internacionales. El testimonio más cercano  - desde una mirada occidental- es el que nos narra Vidiadhar  Naipaul en sus libros, que permiten tener una primera impresión.

El último mes, luego de una relativa calma, las tensiones entre estos dos países fronterizos aumentaron. Militantes del grupo  terrorista, Jaish e Mohammed, asociados  a los talibanes de Pakistán, atacaron una base militar en la zona de Cachemira controlada por la India, matando a 17 soldados en el peor atentado contra las fuerzas de seguridad en las últimas dos décadas.

Desde entonces Nueva Delhi e Islamabad han tenido cruces verbales, pasando en algunos momentos a un tono bélico. Tropas indias atacaron el jueves a un grupo de terroristas ubicados en la parte pakistaní de Cachemira. Al conocer los hechos, Pakistán negó el ataque pero reconoció que dos soldados suyos habían muerto.

Guerra fría

Las diferencias entre estos dos países no son nuevas. A partir de 1947, cuando India declaró su independencia de Gran Bretaña, la región de Cachemira se volvió un foco de disputa fronteriza. Con una población mayoritariamente islamista, sufrió un ataque de grupos musulmanes que llevó al maharajá – gobernador- a solicitar y declarar la  adhesión a India.

A partir de ese episodio, comenzó la guerra fría en la península. India inició su carrera armamentista teniendo como principal socio a Rusia, al tanto que Pakistán, a espaldas del mundo, también llenó de armas nucleares su territorio. Hoy no es un secreto que el mundo vea con estupor la nueva tensión entre estos países de los que dependen 1.400 millones de personas.

Salvo Corea del Norte, los problemas con una o varias potencias nucleares no generan tanto miedo en la comunidad internacional, pues en 1968 Estados Unidos firmó con Rusia, China, Reino Unido y Francia,  el Tratado de No Proliferación nuclear y el Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares, en 1996.

El tratado permite que las potencias posean arsenal nuclear, pero impone que este debe desaparecer progresivamente. Según el portal Arms Control Association (ACA), los países avalaron  un “compromiso inequívoco de lograr la eliminación total de sus arsenales nucleares”.

India y Pakistán no firmaron el tratado, de ahí que no tengan ningún control internacional en su carrera nuclear. Se conoce, sin embargo, que Estados Unidos y Rusia continúan aumentando su arsenal. Hoy están modernizando sus sistemas nucleares y han desplegado más de 1.500 ojivas, según ACA.

Pero Nueva Delhi e Islamabad no se quedan atrás. Según estimaciones de esa organización, India tiene 110 ojivas nucleares y Pakistán 120, representando un potencial amenaza que puede explotar en momentos de crisis fronteriza. 

Ya existe un antecedente. India probó por primera vez un explosivo de esas características en 1974 y Pakistán, al percatarse de la carrera armamentista de su vecino, compró más armas nucleares, superando su capacidad y en 1998 ambos pusieron a prueba su arsenal nuclear.

Desde los ataques de septiembre 21, Narendra Modi, primer ministro de India, adoptó una posición firme contra los terroristas paquistaníes, que según las autoridades indias están asociados con el gobierno.  Unos meses atrás, intentó acercarse a Nawaz Sharif, primer ministro de Pakistán, teniendo como respuesta un no. Sin embargo tenía previsto un viaje a Islamabad en noviembre que tras lo que pasó fue cancelado.

Según el Centro de Investigación Pew, el 81% de los indios apoyan a Modi y el 61% consideran que su manejo frente al terrorismo es el adecuado. Además, el 73% tienen una opinión desfavorable de Pakistán, aunque el 56% ve como lo más viable una salida negociada.

El agua enfría las relaciones

La amenaza nuclear no deja de estar un solo día en las mentes de indios y paquistaníes. Pero no es su única preocupación. Con el calentamiento global y el incremento insostenible de la población, el agua se ha convertido en su mayor dolor de cabeza. Escasea.  Y, en medio de la tensión, se vuelve otra arma de guerra. Tal vez, la peor.

Parte importante del agua de Pakistán se la suministra India. El Ministro de Asuntos exteriores insinuó esta semana que Nueva Delhi podría revocar el Tratado de Aguas del Indo, generando una reacción inmediata de su par que calificó de “acto de guerra” la posible determinación.

Sartaj Aziz, asesor de asuntos exterior del primero ministro de Pakistán, dijo que su país podría solicitar la intervención de las Naciones Unidas (ONU) y la Corte Penal Internacional, demostrando que el corte de agua es más preocupante que la “fría” amenaza de las armas nucleares.

En el marco de  ese tratado Pakistán se le permite el control de los ríos Indo, Jhelum y Chenab,  que representan el 80% del agua de las cuencas hídricas. Si se levanta el acuerdo, su intervención en estos lugares se vería duramente limitada.

Pakistán es uno de los países del mundo con uno de los usos más intensivos del agua. Sin embargo tiene poca y depende en altas proporciones del acuerdo firmado con India.

Tras los hechos de la semana pasada, el mundo ve el comienzo de una nueva faceta: la guerra por los recursos naturales. Ellos, que cada vez son más escasos, se convierten en la principal amenaza o se ponen, por ahora, al mismo nivel de las armas nucleares.