Entrevista hipotética a los candidatos Sí y No | El Nuevo Siglo
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Sábado, 1 de Octubre de 2016
Unidad de análisis

Si ganamos se acaba la guerra: el candidato “Sí”

Asegura que el acuerdo no genera impunidad y que prueba de ello es que lo avala el mundo entero. Augura que hoy Colombia comenzará una nueva era, la era de la paz. Dura réplica al uribismo

¿Por qué votar por el Usted y no por el “No”?

Porque representamos la paz que este país ha buscado durante medio siglo sin conseguirla. El lunes pasado se firmó el fin de la guerra con las Farc y hoy debemos ratificarlo en las urnas. Este será el verdadero Mandato por la Paz. Sin conflicto armado no sólo ahorraremos muchas vidas, sino que habrá más progreso, más inclusión social, un campo más rentable. Será más fácil combatir el narcotráfico, la minería ilegal, el contrabando, las mafias locales y regionales. Con paz habrá más inversión extranjera, más empleo… Pero, sobre todo, y este es mi principal mensaje, con paz la generación de niños y jóvenes que hoy están creciendo será la primera que viva sin guerra a bordo. Los colombianos nacidos en los últimos 60 años no sabemos que es un día de paz en Colombia. Eso es lo que hoy votamos en las urnas: la esperanza creíble y cercana de la paz, contra la tragedia segura de la guerra.

Las encuestas lo dan como probable ganador hoy ¿Qué espera?

La verdadera y definitiva encuesta es en las urnas. No nos confiamos. Sabemos que aunque representamos la esperanza de Colombia de acabar definitivamente con una guerra de 52 años que ha dejado miles de muertos, heridos, dolor y tragedia, es necesario que las mayorías del país vayan a las urnas a apoyarnos. Es una oportunidad única y no podemos desperdiciarla. Está en juego el futuro de los 45 millones de colombianos y el desafío de dejarle a las futuras generaciones un país con una paz estable y duradera.

¿No es un ‘cañazo’ esa afirmación, sabiendo que el Eln queda en armas y que las Bacrim también son una grave amenaza?

Las Fuerzas Militares y la Policía triunfaron en el campo de batalla y por eso las Farc se sentaron a negociar, so pena de ser exterminadas. Igual va a pasar con el Eln: negocia o será extinguido por la vía militar. Creemos que optará por lo primero. En cuanto a las Bacrim ya este Gobierno las ha golpeado duramente y vamos a arreciar una vez el pie de fuerza que combatía a las Farc se concentre en acabar con las bandas criminales. No vamos a dejar que el Eln o las Bacrim copen las zonas que están dejando las Farc y sabemos que con la efectividad de la Fuerza Pública, a la que no se le recortará presupuesto ni hombres, todo lo contrario, en poco tiempo esos dos actores de violencia serán neutralizados.

¿Cómo entender, bajo esa tesis, que haya en Colombia líderes que se opongan a la paz?

La cuestión aquí es muy clara: si ganamos, la paz se aclimata, pero si perdemos la guerra vuelve. La tesis del uribismo y otros sectores de que las Farc, si gana el “No”, van a aceptar renegociar el acuerdo y firmar uno en el que todos sus cabecillas tengan que ir a la cárcel o no participar en política, es sencillamente ingenua. El acuerdo de paz que firmamos es el mejor posible y no tiene lógica que haya líderes que crean que es mejor una guerra perfecta a un proceso de paz así sea  imperfecto. No nos podemos condenar a otras cinco décadas de guerra y dolor. No vamos a dejar que eso pase y sabemos que hoy la paz se impondrá sobre los guerreristas.

Pero el uribismo dice que este no es el mejor acuerdo y que, en cambio, fomenta la impunidad ¿Qué responde?

Esa tesis ya está desgastada y las encuestas que nos dan como ganadores evidencian que la gente ya no le come cuento al uribismo. El acuerdo sobre justicia transicional está acorde con la legislación nacional y los tratados internacionales, incluyendo el Estatuto de Roma. Aquí se va a investigar, juzgar y condenar a todos los culpables de delitos graves y atroces. Los que no confiesen pagarán penas de hasta 20 años de cárcel y los que digan la verdad sobre sus crímenes y reparen a las víctimas, que son el centro del proceso, tendrán penas de hasta cinco años con restricción de la libertad. No toda pena implica cárcel y hasta el Corte Penal Internacional así lo ha dado a entender.

También dice la oposición que este proceso es una imposición del Gobierno que está obsesionado con el nobel de paz ¿Es verdad?

Ese es otro un mito, otra desinformación. Este acuerdo fue negociado por el Gobierno, avalado por la comunidad internacional al más alto nivel; el Congreso fue el que aprobó la convocatoria del plebiscito y será el que apruebe las leyes y reformas para implementar lo pactado. Todas esas normas irán a control automático de la Corte Constitucional. Y, como si fuera poco en materia de participación de los tres poderes públicos, será la ciudadanía la que en las urnas apruebe o rechace con su voto el acuerdo. Más legitimidad y participación de todos los poderes y la gente no se podía lograr. Por eso este proceso es un ejemplo a nivel mundial.

¿No se cedió mucho en la Mesa, como sostienen los críticos del proceso?

Dijimos desde un principio que había unas líneas rojas que no traspasaríamos. No se negoció la estructura de las Fuerzas Militares, tampoco el modelo económico ni el régimen de propiedad privada. Darles 10 curules en el Congreso a las Farc a cambio de que se desmovilicen y no sigan en armas no es exagerado. Siempre se le dijo a la guerrilla que no defendiera sus ideas por medio de las armas, y ahora que firmaron un acuerdo de paz no podemos cerrarles las puertas de la participación política… Recuerde que antes las Farc pedían medio Congreso y que se reformaran todas las instituciones del Estado. Nada de eso hay en el acuerdo, y la mejor prueba de ello es que el uribismo y compañía no han podido comprobar sus acusaciones peregrinas de que el país va al comunismo o al socialismo. El acuerdo es equilibrado y el Estado no se sometió, eso es claro.

La campaña fue muy corta y se dice que el Gobierno y sus partidos aprovecharon el presupuesto para apoyarlo a usted como candidato ¿No viola esos las garantías electorales?

Ya no saben qué decir en la oposición y todos los días se inventan algo. Lo cierto es que se hizo una campaña corta pero sustanciosa. Puede que la gente no se haya leído todas las 297 páginas del acuerdo, pero cuando Usted ve a la ONU, Estados Unidos, Unión Europea, 17 presidentes y muchos altos dignatarios del mundo avalando nuestro proceso de paz, se convence de que hay que darle una oportunidad, hay que cumplirlo,  implementarlo con seriedad. La oposición, pese a que es liderada por dos expresidentes que en su momento buscaron la paz y que contribuyeron a fortalecer la Fuerza Pública que le ganó la guerra a las Farc, no quiere entender que los colombianos no quieren más muertos, quieren la paz. Hoy es el día para ello y creemos que nos impondremos claramente y Colombia entrará en una nueva era, la era de la paz.

Una última pregunta ¿Y si gana el “No”?

Somos demócratas y aceptaríamos el dictamen popular ¿Pero se puede decir lo mismo de la oposición en caso de que, como sabemos, nos impongamos hoy claramente? Ellos van a perder, no porque no haya temas que ajustar en el acuerdo, y para eso está la reglamentación del Congreso y la revisión de la Corte, sino porque nadie, salvo unos pocos, quieren más guerra y dolor.

 

 Acuerdo institucionaliza impunidad: candidato “No”

Prevé que mayorías silenciosas se harán sentir en las urnas. Reitera que la CPI terminará invalidando las sentencias del tribunal de paz. Dice que es viable renegociar el pacto con las Farc

 

Las encuestas muestran que sus posibilidades de ganar hoy no son muy altas ¿Qué piensa?

Las mayorías silenciosas de Colombia se van a pronunciar  a nuestro favor, de eso estamos seguros. La única encuesta para nosotros es la de este 2 de octubre, la de carne y hueso. En nuestra campaña por todo el país evidenciamos que hay muchos colombianos que saben que este acuerdo de paz que se nos está vendiendo como una panacea y el fin de la guerra en Colombia, en realidad es un ‘regalo envenenado’ que no sólo institucionaliza la impunidad para los mayores violadores de derechos humanos en la historia del país, sino que envía el equivocado mensaje de que ‘el crimen sí paga’. La gente sabe que si a las Farc se le está cediendo todo lo que contiene el acuerdo, el Eln pedirá aún más y luego lo harán las Bacrim… Ese riesgo no lo puede cometer el Estado ni sus instituciones. A las víctimas del conflicto no se les hace justicia perdonando a sus victimarios, sino aplicándoles, por lo menos, un nivel de justicia, por más transicional que esta sea. La justicia transicional es flexibilidad penal, no impunidad total.

Desde la orilla del “Sí” se dice que usted y sus  partidarios prefieren una guerra perfecta a un acuerdo de paz imperfecto ¿Qué responde?

Esas frases efectistas y perversas sólo buscan desinformar a los colombianos. Nosotros no somos guerreristas ni adictos al conflicto. Todo lo contrario, queremos y anhelamos la paz como la mayoría de los colombianos. Lo que pasa es que con este acuerdo negociado con las Farc lo que no se alcanzará es, precisamente, la paz. La paz no se puede construir sobre la base de la impunidad, de premiar a los delincuentes, de darles participación política automática, de no hacerles pagar cárcel por sus delitos… La paz no se hace sacrificando la justicia. En todos los países en donde se hicieron esta clase de acuerdos que derivaron en leyes de ‘punto final’,  de ‘perdón y olvido’ o de ‘justicia aparente’, años después la justicia nacional y la internacional tumbaron esos pactos por fomentar la impunidad. Aquí la Corte Penal Internacional (CPI) va a terminar interviniendo en Colombia por el alto grado de impunidad que establece el acuerdo sobre justicia transicional. Creer que esa corte aceptará que un culpable de decenas o centenares de muertes y otros delitos graves no pague cárcel y además participe en política, es sencillamente ingenuo. El Gobierno y la guerrilla engañan al país en ese aspecto.

¿Cree realmente que si Usted gana hoy, las Farc aceptarán renegociar un acuerdo que, en su opinión,  les es bastante favorable? ¿Aceptarán ir a la cárcel?...

Si ganamos, como creemos, podremos renegociar el pacto con las Farc y la guerrilla tendrá que aceptar el dictamen de las urnas, porque de lo contrario sería exponerse a ser extinguida por la vía militar. La disyuntiva aquí no es la paz del “Sí” o la guerra del “No”. Esas son posturas discursivas superficiales. Tiene que haber cárcel efectiva a los culpables de delitos graves y de lesa humanidad y no pueden tener estos elegibilidad política. Tampoco se puede permitir que ahora un tribunal especial de paz venga a juzgar a los militares que combatieron a los terroristas ni que se vaya a desatar una cacería de brujas contra los empresarios obligados a pagar extorsiones y secuestros a los propios guerrilleros.

¿Pero no es mejor, como se dicen en la orilla del “Sí”, unas Farc echando lengua en el Congreso que echando bala en el monte?

Claro, pero no a un precio tan alto. No podemos arrodillar a la justicia ni al Estado. Además, no sólo la guerrilla no va a reparar a las víctimas y mantendrá su fortuna ilícita y manchada de sangre, sino que por cuenta del acuerdo ahora será ‘tutora’ de la actividad legislativa en los próximos seis meses, desplazará a la justicia ordinaria sin límite alguno y condicionará no sólo a este gobierno sino a los próximos dos o tres. El problema no son 10 curules en el Congreso, es que el Estado se subordinó a lo que quieran las Farc.   

Pero el Papa, la ONU, la Unión Europea, Estados Unidos, muchos presidentes y países han respaldado y celebrado el acuerdo de paz e incluso se habla de la posibilidad de un Nobel de Paz ¿No cree que esa situación le resta fuerza a quienes se oponen al pacto con las Farc?

Hay que diferenciar entre lo que son respaldos políticos  a la búsqueda de una salida negociada a un  conflicto armado del grado de barbarie protagonizado por las Farc y los avales internacionales al contenido puntual y detallado del acuerdo. No será el Consejo de Seguridad o la Asamblea ONU o Ban Ki-moon sino la CPI la que determinará si no aplicar cárcel a un culpable de miles de muertes es justicia real y proporcional. Claro que todos en el país y en el mundo apoyan un acuerdo de paz, pero no he visto a Obama ni al Departamento de Estado diciendo que respalda que los guerrilleros de las Farc que mataron, secuestraron o extorsionaron a estadounidenses no paguen un día de cárcel y, además, vayan al Congreso automáticamente. Tampoco que el papa Francisco haya respaldado ese nivel específico de impunidad. Hay pronunciamientos políticos de respaldo pero le aseguró que cuando la CPI o la Corte Constitucional adviertan sobre la inviabilidad del modelo de justicia transicional pactado en La Habana, otra voz cantará a nivel internacional.

Usted ha dicho que hubo ríos de ‘mermelada presupuestal’ para impulsar la votación por el “Sí”, pero el Gobierno replica que no es cierto ¿Tiene pruebas?

Claro, y muchas. El presidente Santos lleva un mes inaugurando obras y prometiendo proyectos a cambio de votos por el acuerdo de paz. Todos los ministros dejaron de lado sus labores e hicieron campaña con el presupuesto debajo del brazo. No hubo campaña pedagógica imparcial y objetiva del acuerdo, como lo ordenaba la Corte, porque al Gobierno lo que le convenía era que nadie se leyera las 297 páginas del acuerdo, ya que se darían cuenta de la gran cantidad de gabelas políticas, jurídicas, económicas, sociales, territoriales y de otra índole a las Farc. Se condicionó a los gobernadores y alcaldes a apoyar el “Sí” so pena de no recibir presupuesto… Nosotros, por el contrario, hicimos campaña con las uñas, sin financiación porque los empresarios no querían ser vetados de la contratación estatal… Hasta en materia de vallas publicitarias, las que más desmontaron fueron las nuestras, pero nada se dijo de un Gobierno haciendo campaña con el presupuesto oficial.

Una última pregunta: ¿Si gana el “Sí” aceptarán el resultado y se resignarán a acatar el acuerdo de paz?

Esperemos en la tarde y veremos qué dictaminan las urnas. Le repito que las mayorías silenciosas están con nosotros y se van a hacer sentir. Pero en todo caso somos demócratas y si las urnas dicen que el “Sí” ganó, pues que el Gobierno –para el único que los resultados son obligatorios- proceda a la implementación y saque los decretos y proyectos de ley y acto legislativo que considere. Nosotros daremos la pelea en el Congreso, en las altas Cortes colombianas y a nivel internacional, sabedores que por más discursitis sobre la paz, al final los tratados internacionales y la comunidad internacional dictaminarán que la justicia no se puede sacrificar 100 por ciento a cambio del silencio de los fusiles.