Continuación | El Nuevo Siglo
Sábado, 22 de Octubre de 2016

El análisis del extenso y valioso aporte de Salomón Kalmanovitz no ha permitido el estudio acelerado de Desarrollo Económico y Social de Colombia. Siglo XX (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2001) por Gabriel Misas Arango (editor); se espera finalizar la revisión de dicho aporte con referencia a ideas sueltas. Se cita la revolución de los comuneros que, al orientarse al ángulo fiscal, guarda similitud con la guerra de independencia de los Estados Unidos, aunque la comunera, en relación a España, careció de tal orientación.

El cese de la navegación por el río Magdalena y los ferrocarriles siempre se ha considerado un error grave de políticas de desarrollo, económica y de transporte y tal conclusión tal vez fuera compartida por los constructores de la revolución industrial de Inglaterra; se tuvo el placer de experimentar tales viajes fluviales con ocasión, en la infancia, de un viaje con destino final Puerto Colombia y, luego, la celebración del grado de bachiller. Los elefantes blancos se perpetúan en los pueblos pequeños. Existe, en Colombia, la costumbre del no pago. Es necesario aumentar la propiedad campesina. Los grupos privilegiados consideran que el Estado es su propiedad privada.  Ha llegado a pensar quien escribe que primero llega el avance político y luego el económico.

Absalón Machado es el autor de “El Café en Colombia a Principios del Siglo XX”.  Todo colombiano sabe que dicho producto fue el renglón principal de las exportaciones colombianas en parte significativa del siglo pasado y Machado señala el carácter pionero en la agroindustria, o sea, un sector cuyo impulso se considera fundamental para el desarrollo económico. Se recuerda que, en algún momento  del bachillerato, el café representó el 80% de las exportaciones totales. La Federación Nacional de Cafeteros (Federacafé) tuvo influencia determinante en la política económica del país y se recuerda que, con motivo de  negociaciones periódicas en la antigua ALALC, en Montevideo, fue necesario esperar la presencia del representante de Federacafé en Buenos Aires para encauzar el proceso. Se ha llegado a pensar que primero se concreta la organización política y luego la economía. Se sabía que Mariano Ospina Pérez había dirigido Federacafé pero se ignoraba la vinculación de Salvador Camacho Roldán, Rafael Uribe Uribe, Lucas Caballero, Julio Garavito y Justo L. Durán, cuya casa familiar, todavía habitada, se conoció desde el exterior.