Insurgentes y campesinos | El Nuevo Siglo
Sábado, 30 de Septiembre de 2017

Los ataques al Ejército casi siempre son hechos con el fin de ganar prestigio dentro de la población civil. Muchos guerrilleros son unos fanáticos de lo que ellos llaman sus ideales de liberación. Varios jefes han manifestado su desacuerdo con las oligarquías explotadoras, inhumanas, alimentadas con la sangre de los humildes. Cuando una vez se me explicaba el móvil social de los guerrilleros pregunté: Y si esto es así, ¿Por qué entonces tiran a los niños al aire y los reciben en las puntas de los machetes? ¿Por qué  extraen los ojos a gentes campesinas? ¿A qué tanta saña con ancianos inofensivos? ¿Por qué la eventración a mujeres embarazadas y la decapitación de criaturitas recién nacidas? ¡Ah!, eso no lo hemos hecho nosotros fue la respuesta. ¿Y si no fueron los antisociales, entonces quiénes son los responsables de crímenes tan atroces contra lesa humanidad?

Los guerrilleros cuando atacan pelotones o escuadras del ejército lo primero que hacen es despojarlos del arma y el uniforme. Igualmente muchos de los antisociales más jóvenes y maliciosos son encargados de enamorar y hacer amistad con las mujeres que tienen entrada a los cuarteles para hacer el aseo de las habitaciones de los oficiales. Pero las mujeres que asedian con mayor estrategia son las encargadas de lavar la ropa de los militares. Es un medio muy expedito para obtener modelos y luego mandar hacer vestidos en sastrerías amigas.

La adquisición de ropa militar tampoco es difícil lograrlo ofreciendo sumas tentadoras a las pobres lavanderas. En varios sitios de violencia el ejército está mal alojado en casas antiguas, cerradas e insuficientes. No pueden secar la ropa de centenares de soldados en patios estrechos y reducidos. Entonces una vez lavadas las colocan sobre palos de café contiguos a los cuarteles. ¿Y qué ocurre? Que los bandoleros se sirven de jóvenes simpatizantes de los pueblos para que las sustraigan y las pasen luego a las cuadrillas de malhechores.

En Bogotá existen varias sastrerías que venden, sin ninguna dificultad, las siguientes prendas: uniformes para soldados, sargentos, tenientes, capitanes y coroneles. Igualmente encuentra uno botas altas y media caña. Pantalón breech, guerreras, chaquetas, presillas de capitán, estrellas y otras insignias como soles, jinetas, gallardetes, distintivos de paño y escudos pequeños nacionales bordados en terciopelo para adherir al uniforme.

Lo anterior no solo lo vende a militares. Cualquier ciudadano manifiesta su deseo de comprar y le venden lo que quiera. Al fin y al cabo son sastrerías de particulares que viven de lo que hacen y venden. En el caso de que le pregunten el uso que le va a dar a la mercancía, es suficiente explicar que tiene una hacienda y necesita ropa caqui para los trabajadores. O que es cazador y tiene urgencia del cinturón universal, la “chapuza”, correas y cinturones para la cantinplora, etc.

Uno de los factores que más perjudica al ejército es la estrategia de que se sirven los guerrilleros de atribuir masacres a las mismas fuerzas armadas. ¿Y por qué prosperan semejantes calumnias?