El mundo no se acabó | El Nuevo Siglo
Miércoles, 27 de Septiembre de 2017

Durante los últimos días, como ha acontecido en épocas anteriores, propalada por las redes sociales, corrió la noticia de que el  sábado 23 de septiembre un asteroide chocaría contra el planeta  y este se extinguiría. Eso no sucedió, solamente cuando el sol se enfríe y deje de iluminar, lo cual se calcula ocurrirá dentro de un millón quinientos mil años, la vida en el mundo concluirá. Sin embargo, hay quienes emiten opiniones diversas, por ejemplo, el físico teórico  británico superviviente de extraña enfermedad, Stephen Hawking,  advierte que la humanidad está obligada a abandonar la tierra antes de que se autodestruya en cien años por el mal empleo de los avances científicos y tecnológicos, la guerra nuclear, la sobrepoblación, el calentamiento global y los virus producidos por la manipulación genética.

El Apocalipsis no fija  fecha para la desaparición de la vida. La Biblia registra que la tierra tendrá fin, muchos unen el paso de los cometas con el fin, adivinos y agoreros  pronostican lo peor sin acertar, basados en apreciaciones baladíes.  

Las catástrofes  naturales, los eclipses, huracanes y terremotos, como los  recientes de México, golpean, los eclipses son fenómenos conocidos desde tiempos inmemoriales,  inundaciones y tormentas se repiten,  la erupción de volcanes causa estragos, en el fondo del mar el movimiento en la unión de  placas tectónicas desencadena  maremotos y tsunamis, no obstante sobre estos acontecimientos  resulta insensato recoger teorías fatalistas.

Indudablemente el planeta se viene desgastando con la utilización de combustibles que liberan energías negativas, afecta la contaminación originada en la combustión de carburantes fósiles como el petróleo y sus derivados, el carbón, la leña y el gas natural, la tala de bosques, el  agotamiento  del agua, secar manglares, ensuciar extensas zonas, botar basuras radioactivas,   el presidente de los Estados Unidos se equivoca al afirmar que no hay calentamiento en el orbe, propiciamos la extinción de especies animales y vegetales. 

Ojalá que la oleada alarmista sirva para  conseguir  solidaridad,  cancelar sectarismos religiosos, impedir el terrorismo, superar desigualdades. Hace falta responsabilidad de los seres humanos, de sus organizaciones, alejar  provocaciones que podrían culminar en  guerras devastadoras. Estamos de paso en la tierra, hace milenios un cataclismo acabó con los dinosaurios, somos mortales y moriremos sin excepción,  el compromiso con el globo es cuidarlo,  defenderlo y disfrutarlo,  lamentable que la percepción de Torcuato Tasso de que  “envejece y al par que envejece se hace triste” se  convierta  en axioma. Corresponde seguir adelante vinculados a la civilización, a la cultura, empeñados en obtener tecnología tendiente a preservar la existencia de la presente y futuras generaciones, emplear erróneamente ciencia e inventos  es empresa suicida.