El himen de la Constitución | El Nuevo Siglo
Miércoles, 13 de Septiembre de 2017

La Teoría del Estado  enseña que las constituciones, desde el punto de vista de la posibilidad de sus reformas, se clasifican en tres modelos: las rígidas, las flexibles y las pétreas, estas últimas no así se llaman por que sean obra  de un señor Petro. No, las constituciones pétreas se designan en ese término porque son como una piedra, no se dejan enmendar  fácilmente, su virginidad  se mantiene intacta a pesar del paso del tiempo, son monolíticas.

La constitución pétrea es una cláusula de garantía,  de seguridad de la estabilidad política y jurídica, es la cláusula que garantiza la estabilidad del orden,  evitando que se abuse del poder por parte de quien a él llega y para imponer su voluntad por las vías de hecho viola  las cláusulas que protegen la  inmovilidad de los textos de la ley suprema. La Constitución de Núñez fue abruptamente enmendada por Rafael Reyes, valiéndose de una “Asamblea constituyente” que reemplazo al Congreso clausurado arbitrariamente.  

Estos abusos desacreditan la integridad de la Carta Fundamental, al igual que en el pasado ocurría con la mujer que perdía su virginidad, independientemente de la causa, sencillamente en adelante no podía exigir respeto y, por el contrario, el sátiro ganaba fama de donjuanesco.  

Si se repasa la historia de Colombia,  en cuanto a este aspecto se refiere,  los acontecimientos se reiteraron desde la fundación de la República en 1810 y a tal punto que se supone una celestina prostituyente que patrocina, interesadamente, asambleas que decretan reformas  esporádicas, valiéndose de afrodisíacos hábilmente suministrados al pueblo para que inconscientemente y alebrestado por un entusiasmo inconsciente, patrocine  la ruina de su destino. En la década del 50 también se clausuró el Congreso y se instaló una Asamblea que sirvió para que el General Rojas,  abuelo del corrupto alcalde Moreno Rojas, dispusiera a su antojo y con el aplauso de sus serviles de turno lo que  a su arbitrio se le ocurrió para seducir al pueblo. A renglón seguido, sus colegas de la Junta Militar, convocaron un “plebiscito” para complacer a la clase dirigente y violando la normas de la constitución  se inventaron una regla que le aseguro al Frente Nacional el imperio de su autoridad por 16 años.

 En la década de los 90’s, del siglo pasado, el sátiro “revolcador”,   valiéndose   de argucias  convocó una asamblea que se encargó de darle gusto a sus apetitos “neoliberales” y así se hizo. Satisfacción  pasajera, pues desde esa fecha a hoy ya se han cometido,  aproximadamente, 40 reformas, coitos subrepticios, y en los últimos días con procedimientos ad-hoc, llegando a tal extremo de caos y desconcierto que ya nadie cree en la pobre violada tantas veces, motivo por el cual, entonces, se propone convocar una nueva Asamblea Constituyente que se encargue de reparar el himen a la víctima de los atropellos. Mientras el pueblo no la haga respetar, los sátiros la abusarán constantemente.