Víctima de los traficantes, el pangolín sale de la sombra | El Nuevo Siglo
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Lunes, 26 de Septiembre de 2016
Redacción Nacional

En la lista de especies animales en peligro de extinción, el pangolín suscita poco interés, ensombrecido por el destino de elefantes o rinocerontes, mucho más mediáticos, pese a estar también en el punto de mira de los cazadores furtivos.

Las oenegés de defensa del medioambiente pretenden aprovechar la reunión de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), que tiene lugar en Johannesburgo hasta el 5 de octubre, para llamar la atención sobre la situación de este mamífero insectívoro y reforzar así su protección.

En países asiáticos como China y Vietnam, la delicada carne, los huesos y los órganos del pangolín son muy demandados por los “gourmets”, mientras que los curanderos utilizan sus escamas por sus virtudes terapéuticas.

Para satisfacer una demanda en constante crecimiento, el pequeño mamífero es objeto de un intenso tráfico, que está provocando una auténtica masacre.

“Estimamos [...] que más de un millón de pangolines fueron objeto de tráfico durante la última década, lo que supera, de lejos, el número combinado de rinocerontes o de elefantes” capturados por los cazadores furtivos, consideró Ray Jensen, uno de los fundadores de la oenegé del Grupo de Trabajo sobre los Pangolines en África.

“El pangolín es el animal víctima del mayor tráfico del mundo”, agregó el director de la CITES, John Scanlon.

Las reservas de cuatro especies de pangolines de Asia están en su nivel más bajo y las de otras cuatro especies africanas han bajado muy seriamente, confirmó Colman O'Criodain, de la organización mundial para la protección de la naturaleza WWF.

Hasta ahora, el pangolín no estaba considerado como una especie amenazada. Su comercio siempre ha estado clasificado en el anexo 2 de la CITES, es decir, que es legal pero reglamentado.

Pero las últimas cifras alarmantes llevaron a algunos gobiernos y a numerosas oenegés a exigir la inclusión del pangolín en el anexo 1, que prohíbe el comercio de algunas especies salvo en circunstancias excepcionales.

India, Filipinas, Vietnam, Nigeria, Senegal y Estados Unidos apoyarán en Johannesburgo las propuestas para prohibir totalmente el comercio del pangolín.

Presa fácil

Al contrario de lo que ocurre con otras especies, los pangolines son una presa fácil para los cazadores furtivos. Son ligeros, no pesan más de 20 kilos, y cuando se sienten amenazados, se enrollan en forma de bola y pueden ser capturados cómodamente.

La cría de estos mamíferos es además imposible, lo que refuerza la caza furtiva.

“Es muy difícil mantener a los pangolines en cautividad”, subrayó Jansen. “Se alimentan exclusivamente de hormigas salvajes y de termitas y tienden a estresarse y deshidratarse muy rápido, lo que hace que la mayoría muera a los 10 días de estar en cautividad”, agregó.

Sus escamas de queratina, la materia prima de los apreciados cuernos de rinoceronte, constituyen una quinta parte de su peso total, por lo que son muy codiciadas.

En la medicina tradicional china, estas escamas se reducen a polvo, que se receta para combatir una treintena de enfermedades, desde el dolor de cabeza a los dolores menstruales, pasando por las hemorragias nasales o los problemas de erección. Sin embargo, su eficacia no está científicamente probada.

En la cultura tradicional africana, algunos se las echan al bolsillo para alejar el mal de ojo.

Durante los primeros años como presidente Zimbabue, Robert Mugabe, que en la actualidad tiene 92 años, recibía muy a menudo pangolines como regalo.

“En las culturas shona y zulú, el pangolín está considerado como el mejor regalo que se le puede hacer a un jefe, a un hombre de Estado o a un hijo mayor”, apuntó Jansen.

La práctica ha caído en desuso, y las autoridades de Zimbabue castigan con una pena máxima de nueve años de cárcel a los traficantes de pangolines.

En Sudáfrica, un espécimen puede venderse por entre 10.000 y 80.000 rands (entre unos 730 y 5.800 dólares), según Jansen. Y los restaurantes chinos o vietnamitas gastan hasta casi 2.000 dólares por animal para proponerlos en el menú.