Paz, entre lo externo y lo local | El Nuevo Siglo
Martes, 27 de Septiembre de 2016

El proceso de paz entre el gobierno Santos y las Farc tuvo ayer su consagración internacional. Pero ello fue la última etapa de un proceso que, ciertamente, tuvo su máxima estrategia en la inserción de las tratativas dentro de los cánones del exterior, en tanto los insumos nacionales han tenido menor dimensión, salvo desde luego por la definición final en el plebiscito.

En efecto, el presidente Juan Manuel Santos logró desde el principio, inclusive dentro de la fase secreta, que los contactos se realizarán por fuera del país. Esa etapa, trascendería luego, tuvo cierta polémica porque había naciones de peso geopolítico en las que podían adelantarse las conversaciones. Por ejemplo, Suecia, país que en algún momento se vio como el óptimo para el tema y cuya embajadora en Colombia, al final de la administración de Álvaro Uribe, había dado todas las garantías a los efectos. Finalmente, no obstante, el consenso entre las partes se dio para que las conversaciones se adelantaran en La Habana (Cuba), desestimando los países vecinos, entre ellos Venezuela. Al mismo tiempo se designó a estas dos últimas naciones así como a Chile y Noruega en el acompañamiento internacional.

Así se adelantó la fase secreta que permitió negociar una agenda, cuyo primer hito estuvo delimitado al propósito ineluctable del fin del conflicto armado y la dejación de las armas por parte de las Farc.

Una vez se hicieron públicas las negociaciones, ello llevó al inicio formal de las mismas en Oslo (Noruega), donde se recuerda el agresivo tono usado por las Farc ante el concierto de naciones. De ahí se volvió a Cuba y se discutieron los seis puntos de la agenda durante varios años más, con diferentes participaciones de la sociedad civil colombiana, en particular delegaciones de las víctimas. En tanto, además del equipo negociador de ambas partes, a la isla se trasladó una delegación especial de las Fuerzas Armadas colombianas y ello marcó otro de los hitos de la negociación.

De algún modo, sin embargo, se comenzó a presentar una dicotomía entre lo que ocurría en el exterior, con el proceso de paz, y lo que pasaba en territorio colombiano, todavía vigente la contienda bélica en la periferia del país. Por eso el presidente Santos solía decir que en La Habana se negociaba como si no hubiera guerra y en Colombia se mantenía la iniciativa militar de la Fuerza Pública como si no hubiera negociación en Cuba.

Todo ello, por su parte, se llenó de insumos internacionales, particularmente con las expresiones favorables de su santidad Francisco y el Vaticano, así como el involucramiento paulatino de las Naciones Unidas, al final responsable exclusiva del desmonte de las Farc.  

Dentro de Colombia el proceso no fue tan fluido como en su aspecto internacional. Varias veces se modificaron los objetivos institucionales del mismo, dentro de lo que se llamó el Marco para la Paz, luego se cambió esa idea por la de un referendo pero finalmente se adoptó el plebiscito como mecanismo de refrendación, sobre la base de un umbral exiguo y una sentencia de la Corte Constitucional que no se cumplió en su totalidad. De la misma manera se adoptó un polémico acto legislativo en el cual se otorgan voluminosas facultades extraordinarias al Presidente de la República y se modificaron integralmente los mecanismos de ilustración, debate y aprobación de las leyes correspondientes en el Congreso. Todo lo anterior suscitó grandes polémicas.

Pero fue el acuerdo de creación de una Jurisdicción Especial de Paz, sobre la base de una justicia transicional afincada en cánones del exterior, y desplazando a la justicia ordinaria, lo que ha generado la mayor de las controversias. Si bien internacionalmente ello ha tenido varios defensores, inclusive poniendo al proceso de ejemplo frente a otros mundiales de la misma naturaleza, internamente se está lejos de un consenso. Ni siquiera la Corte Penal Internacional, con las interpretaciones del Estatuto de Roma, ha logrado zanjar la materia puesto que ella misma ha dejado entrever que mantiene sus competencias a mediano y largo plazos.

En todo caso, desde La Habana, se fueron anunciando los acuerdos y en particular la firma del convenio general entre los jefes negociadores, con una amplia exposición internacional, hasta el punto de que algunos analistas han dicho que ya se ha firmado la paz varias veces. Ayer, precisamente, se dio la exposición final, con el presidente Santos y el jefe de las Farc, ‘Timochenko’, rodeados de presidentes latinoamericanos y otras delegaciones de menor nivel de otras áreas del mundo.

Sale pues, el proceso de su entorno internacional para entrar en los próximos cinco días en el escenario puramente nacional hacia el plebiscito. Y es ahí en donde se resolverá la tensión que siempre han tenido ambos componentes, votando por el Sí o por el No.