Plebiscito, una campaña a medias. Análisis | El Nuevo Siglo
Foto Montaje El Nuevo Siglo
Sábado, 24 de Septiembre de 2016
Unidad de análisis

A siete días de la cita en las urnas para que los colombianos decidan si aprueban o rechazan el pacto de paz entre el Gobierno y las Farc, la campaña por el plebiscito entra en su recta final, sin que se vea que en esta semana, salvo la firma mañana en Cartagena del acuerdo final, se pueda producir un hecho que impacte el escenario político y electoral.

Así las cosas, es viable, entonces, hacer una especie de corte de cuentas a lo que ha sido la campaña de las últimas cuatro semanas, ya que hay una serie de características típicas y atípicas que permiten explicar por qué se llega a la antesala de las urnas con un panorama bastante incierto sobre lo que puede pasar con la refrendación o no del acuerdo anunciado en La Habana en julio pasado.

Son 14 los elementos que se pueden identificar como característicos de la contienda proselitista de las últimas cuatro semanas y que marcaron no sólo el accionar de los partidarios del “Sí” y el “No”, sino la forma en que la ciudadanía terminó reaccionando frente a lo que será su decisión de asistir a las urnas y el sentido de su voto.

  1. NO HUBO CAMPAÑA POLÍTICA: los elementos típicos de una campaña son tres. En primer lugar, líderes políticos activando su maquinaria para realizar manifestaciones públicas y mover las masas. Segundo, una estructura dedicada a convertir esos apoyos y hechos políticos en votos. Y, tercero, unos partidos comprometidos en la brega diaria, visible y tangible por ganar adeptos y restárselos al rival o rivales. En realidad, en la campaña del plebiscito no hubo esta acción afirmativa política y electoral. Brillan por su ausencia las grandes manifestaciones de seguidores del “Sí” y el “No”, primando en cambio mucho foro, reunión pequeña y debate mediático. En otras palabras, no se prendió el fervor popular, no se entusiasmó el electorado. A diferencia de las campañas para Congreso o cargos regionales y locales, en donde se hacen mapas de potenciales electorales, se activan a los líderes de base y hay proyecciones sobre votos aquí y allá, en esta campaña todo ha sido muy pasivo. Tampoco los gobernadores o los alcaldes de ciudades grandes, intermedias o pequeñas jalonaron manifestaciones y movilizaciones a favor de alguna de las opciones. Incluso algunos evitaron jugarse por el “Sí” o el “No”. Los hechos políticos que se generaron en el “Sí” (anuncio del acuerdo, inscripción del plebiscito, formulación de la pregunta, cese el fuego bilateral y comparecencia en la ONU) y los del “No” (que fueron muy pocos, limitados a polémicas frases y declaraciones, vallas publicitarias agresivas, demandas jurídicas y tutelas) no se tradujeron en hechos típicos de campaña, con la parafernalia propia de la contienda proselitista.
  2. UN PAÍS DISTRAÍDO EN OTROS TEMAS: otro de los hechos que pone en evidencia que la campaña del plebiscito no impactó como se creía, es que pese a la importancia que tiene el hecho de que los colombianos puedan decidir en las urnas si aprueban o rechazan un pacto de paz con la mayor guerrilla del país, este tema no se puso de primero en la agenda y foco de la opinión pública, opacando y dejando en segundo plano a otros hechos y noticias coyunturales. Los partidos lideraron la contienda pero esta no se tomó a la sociedad. Asuntos como la anulación de la reelección del procurador Ordóñez, el debate por el referendo que prohíbe la adopción de menores por parte de parejas homosexuales, actuaciones deportivas como las de Nairo Quintana en la Vuelta a España o las de los atletas en los juegos Olímpicos y Paralímpicos, la polémica por la encuesta del DANE sobre educación sexual en los colegios o la misma expectativa alrededor de lo que podría o no contener la próxima reforma tributaria le quitaron espacio mediático, vitrina y atención ciudadana a la campaña del plebiscito. Es claro que el Gobierno, el uribismo y todas las plataformas de partidarios del “Sí” y los del “No” lograron imponer el tema como prioritario, y al no lograrlo, su capacidad para direccionar votación fue muy limitada.
  3. IMPORTANTES ALIADOS PERDIDOS: otro de los hechos determinantes de la campaña del plebiscito se refiere a cómo el Gobierno y sus afines perdieron en cuestión de semanas aliados que, se creía, tendrían un papel protagónico. De un lado, el papa Francisco prefirió tomar cierta distancia del proceso que tanto había relievado tiempo atrás, expresando en las últimas semanas respaldos genéricos pero sin grandes ni determinantes pronunciamientos. Igualmente, la Iglesia Católica colombiana asumió una sorpresiva postura de neutralidad, cuando en las toldas del “Sí” se pensaba que la jerarquía religiosa activaría toda su estructura a nivel nacional, regional y local para pedir apoyo a la refrendación del acuerdo con la guerrilla. Estados Unidos, entre tanto, si bien reiteró la importancia del acuerdo con la guerrilla, recalcó con mayor énfasis temas como el peligroso auge de los narcocultivos. En lugar de que Obama o el vicepresidente Biden vinieran a Cartagena para la firma mañana del acuerdo, el enviado es el secretario de Estado, John Kerry. Los gremios económicos tampoco realizaron grandes asambleas, foros, campañas y acciones de alto impacto a favor del acuerdo, e incluso lo que sí hubo fue preocupación expresa por el riesgo de que muchos empresarios terminen siendo juzgados por el Tribunal de Paz. Las Fuerzas Militares, aunque institucional y públicamente respaldaron el acuerdo y se dijeron listas a una nueva fase de paz, es claro que internamente, y entre el sector de retirados, hay división sobre el modelo de justicia transicional acordado con las Farc.
  4. FARC CON UN BAJO PERFIL: meses atrás se pensaba que el papel de esta guerrilla dentro de la campaña del plebiscito sería crucial, sobre todo con el impacto que en el elector podrían llegar a tener imágenes de subversivos concentrados y entregando las armas, lo que le daría mayor credibilidad al proceso de paz. Incluso se había pensado que algunos voceros guerrilleros que no estuvieran acusados o condenados por delitos graves, pudieran participar de foros, actos públicos o debates sobre los alcances del acuerdo. Hasta se tenía previsto que las Farc hicieran actos de perdón ante las comunidades por hechos de violencia puntuales, desminado, entrega de menores reclutados y otras acciones de paz con el fin de darle más exposición mediática a las ventajas del acuerdo. Sin embargo, tras el condicionamiento subversivo de que sólo concentrarían sus frentes en las zonas veredales y campamentarias después del plebiscito y de la ley de amnistía, entonces las Farc no jugaron ningún papel activo en la campaña, e incluso hubo asesores gubernamentales que aconsejaron que dada la alta resistencia de la gente a ver a los líderes guerrilleros libres y haciendo política, entonces lo mejor sería que no se asomaran en la campaña. De allí que su único movimiento en las últimas semanas fue la conferencia guerrillera que se realizó en el Caguán, que no sólo fue gris en materia de hechos políticos de impacto, sino que estuvo limitada a temas internos sobre garantías de desmovilización.
  5. TEXTO DEL ACUERDO ES MARGINAL: si algo quedó claro en las últimas semanas es que es muy bajo el porcentaje de colombianos que se han leído de manera efectiva las 297 páginas del acuerdo final entre Gobierno y Farc. Incluso en una de las encuestas conocidas esta semana sólo un 7% de los consultados respondió que conocía detalladamente el acuerdo. La campaña pedagógica que ordena la ley de convocatoria del plebiscito y que debía estar a cargo del Gobierno para explicar de forma imparcial los alcances del mismo, se terminó confundiendo con las campañas promocionales del “Sí” y con los pronunciamientos del Presidente y sus ministros a diario sobre el proceso de paz. Al final de cuentas, hubo más propaganda del “Sí” y el “No” que pedagogía ciudadana. De esta manera, el análisis del texto del acuerdo como elemento determinante del voto perdió espacio en medio de la campaña, pese a que debería ser el elemento central de los debates a todo nivel, pero sobre todo entre la ciudadanía. Primará, entonces, en la decisión de la gente sobre el “Sí”, el “No” o la abstención, el voto de opinión (sin importar que esté basado en certezas o mitos) así como la determinación emotiva derivada de la visión parcializada de los partidarios y contradictores del proceso de paz. El voto racional e informado, lamentablemente, no apunta a ser el mayoritario.
  6. TARDÍAS REGLAS DEL JUEGO: otro de los lastres de la campaña para el plebiscito fue no sólo que la Corte Constitucional demoró en dar a conocer el texto completo de la sentencia sobre la ley de convocatoria, sino que el Consejo Nacional Electoral también fue lento en la definición de las reglas del juego sobre comités promotores, regulación de la publicidad, mecanismos de financiación de las campañas, lo que podían y no hacer los funcionarios públicos para impulsar el “Sí” o el “No”, las medidas cautelares a aplicar por hechos anómalos… En fin, una campaña que se creía que debería tener por lo menos cinco semanas de contienda proselitista se adelantó casi la mitad del tiempo sin reglas del juego claras, lo que llevó a que los partidarios y contradictores del acuerdo de paz dedicaran parte de su tiempo a polémicas desgastantes y distractoras, e incluso acciones judiciales, sobre temas como la financiación privada, publicidad agresiva, actuaciones irregulares de los funcionarios públicos, denuncias sobre utilización de presupuesto y bienes oficiales. Es más, algunos comités promotores apenas sí se terminaron de inscribir esta semana, pese a la cercanía de la cita en las urnas. Sin duda un hecho inédito.
  7. URIBE Y SANTOS NO DEBATIERON: el cara a cara más esperado de los últimos años en Colombia no se dio y es claro que ese hecho le quitó impacto y fuerza a la campaña. Aunque semanas atrás todo el mundo daba por descartado que el presidente Juan Manuel Santos, como el jefe natural del “Sí”, y el expresidente Álvaro Uribe, como el símbolo del “No”, se mostraran dispuestos a un debate público y transmitido por todos los medios de comunicación, lo cierto es que esta última semana esa posibilidad tuvo chance de concretarse. Uribe, quien siete días atrás había dicho que Santos debería debatir con algunos de los líderes del “No”, aunque no con él, esta semana cambió de parecer y le propuso al Jefe de Estado que tuvieran un cara a cara al respecto para que la ciudadanía pudiera ejercer un voto más informado el próximo 2 de octubre. Santos, quien por varios años había dicho que buscaba una reunión con Uribe para hablar de paz pero que era el expresidente el que no accedía, ahora fue el que esquivó el debate, aduciendo que no tenía tiempo para el mismo. Es claro que si ese debate se hubiera dado la campaña habría ganado en emoción política y electoral.
  8. LA INCERTIDUMBRE DE LAS ENCUESTAS: aunque en toda campaña electoral la polémica alrededor de la fiabilidad de los sondeos de opinión siempre está a la orden del día, en la del plebiscito la controversia ha sido aún mayor. Primero porque se señaló a algunas firmas de incluir en sus cuestionarios preguntas que podrían estar induciendo o direccionando las respuestas. Igual se dijo que los universos de personas consultadas eran pequeños y que las metodologías utilizadas eran muy disímiles, generando que los resultados fueran tan distintos de un estudio de opinión a otro. Ante la ausencia de una regulación clara al respecto, le tocó a los propios encuestadores hacer un pacto de autorregulación en el que se comprometieron a unas reglas mínimas de juego. Luego el Consejo Nacional Electoral también emitió una directriz al respecto. Pero aun así los resultados de los sondeos continúan siendo muy diferentes, ya que si bien el “Sí” va adelante en todas las encuestas, la ventaja que tiene sobre el “No” es muy variable, con oscilaciones de 20 a 30 puntos, que es un margen muy alto y ha creado dudas sobre la certeza de estas mediciones. Lo cierto es que las encuestas lejos de aclarar el panorama de la campaña, han contribuido a enrarecer el escenario.
  9. LA JUVENTUD NO SE HA VISTO: si hay algo que es característico de una campaña electoral movida y entusiasta es, precisamente, el alto nivel de participación de los jóvenes en la misma. Pero ese no es un elemento que se haya evidenciado en la contienda alrededor del proceso de refrendación en las urnas del proceso de paz. Todo lo contrario, la juventud se ha mostrado apática frente a las campañas del “Sí” y el “No”. Los pocos grupos que han realizado acciones afirmativas de movilización para apoyar alguna de las opciones en juego, distan mucho de las grandes masas de jóvenes que fueron los principales impulsoras de la “Séptima papeleta” en las elecciones de 1990, que dio origen a la citación de una asamblea nacional constituyente un año después. Tampoco se han visto grandes movilizaciones estudiantiles como las que se registraron en el Mandato por la Paz en 1997, que sirvió de plataforma política para que un año después se iniciara el proceso de paz con las Farc en el Caguán. Los jóvenes se ven más preocupados por temas como la crisis económica, el desempleo o incluso critican o apoyan, sobre todo en redes sociales, temas clave del acuerdo como si habrá o no cárcel para los guerrilleros o si estos tendrán sueldos y trabajo automático…
  10. ÉNFASIS INTERNACIONAL DEL GOBIERNO: aunque el presidente Santos y todos sus ministros se lanzaron a la campaña de promoción del “Sí” en las últimas semanas, no se puede negar que gran parte de la acción política de uno y otros estuvo referida al escenario internacional o de legitimización externa. Prueba de ello no sólo fue el acto mismo de la firma del acuerdo en La Habana semanas atrás, sino la entrega en la presente del texto del pacto al Consejo de Seguridad de la ONU, a la asamblea de ese ente multilateral, a la Unión Europea y hasta al presidente de EU, Barack Obama. Paralelo a ello hay un despliegue diplomático muy amplio a nivel de embajadas y consulados para promocionar el acuerdo y obtener respaldos. Igualmente, es mucho el esfuerzo invertido para la ceremonia de mañana en Cartagena, en donde es patente que la intención más que mostrar al país la firma formal del pacto con las Farc, es confirmar la cantidad de respaldo externo que tiene el proceso, en busca de que ese elemento no sólo contribuya a blindarlo política y jurídicamente, sino también para contrarrestar las crecientes dudas a nivel interno sobre sus implicaciones, sobre todo en cuanto al modelo de justicia transicional y la elegibilidad política de las Farc.
  11. EL FANTASMA DE LA ABSTENCIÓN: las encuestas han dejado ver tres elementos básicos en el último mes de campaña. El primero, que una vez se anunció el acuerdo final de paz en La Habana el “Sí” registró un impulso importante, pasando del 60%, tendencia que se remarcó luego con el trámite del plebiscito en el Congreso, la formulación de la pregunta y la fijación de la fecha para el 2 de octubre. En esta primera etapa el “No” perdió muy pocos puntos o se mantuvo alrededor del 30%. Segundo, que en las últimas dos semanas el mayor debate en torno a los puntos positivos y negativos del pacto llevó a que el “Sí” empezara a retroceder y el “No” comenzara a recuperarse, acercándose al 40%. Y, en tercer lugar, que tanto en las primeras encuestas como en las otras tandas el común denominador continúa siendo que el porcentaje de personas que dicen que efectivamente van a votar oscila entre 50% y 60%, porcentajes que si bien se enmarcan dentro de los promedios históricos de abstención electoral en Colombia, evidencian que la campaña del plebiscito no impactó como debía a la ciudadanía, que se muestra todavía muy apática pese a la importancia de la decisión que debe tomarse en las urnas.
  12. VARGAS LLERAS, EL HECHO POLÍTICO: en una campaña centrada en el rifirrafe diario Gobierno-oposición y en la que los partidos, pese a tomarse el escenario de la contienda, no pudieron ni supieron entusiasmar al electorado y llevarlo a movilizarse masivamente, entre los pocos hechos políticos que impactaron, ya fuera por su novedad, implicación hacia el futuro y nivel de reacciones, está la oficialización de la postura del vicepresidente Germán Vargas Lleras frente al acuerdo de paz y el plebiscito. Como se sabe, el segundo a bordo dijo que votaría “Sí” el 2 de octubre pero dejó en claro que tenía reservas frente a temas clave del pacto como el ámbito excesivo de la justicia transicional o el riesgo de juzgamiento de miles de empresarios y civiles. Igualmente dijo que esperaba que en la reglamentación del acuerdo en el Congreso se pudieran ajustar muchos de los temas sobre los que hay preocupaciones. Ese pronunciamiento fue, sin duda, el más novedoso dentro de la campaña, no sólo por las presiones que había para que Vargas Lleras sentara su posición frente al proceso de paz, sino porque impactó el escenario de una tempranera contienda presidencial para 2018 que está viendo esta campaña y la votación del plebiscito como unas “primarias”.
  13. ¿SE CUMPLIÓ LA SENTENCIA DE LA CORTE?: si se revisan en perspectiva los condicionamientos que el alto tribunal puso en su fallo de exequibilidad de la ley convocatoria del plebiscito, se puede evidenciar que la campaña no se ajustó al 100% de lo allí mandado. En primer lugar, como ya se dijo, porque las reglas del juego se demoraron en formularse y se estuvo casi tres semanas adelantando las campañas promocionales sin ningún tipo de control sobre publicidad, financiación o regulación de la participación de los funcionarios públicos. En segundo lugar, porque pese a que la Corte dijo que la palabra “paz” no se podía utilizar dentro de la pregunta del plebiscito, por ser esta un derecho fundamental y no una opción, al final el presidente Santos sí la introdujo, aduciendo que lo hacía porque la misma estaba en el nombre de la agenda y el acuerdo pactado con las Farc en La Habana. Igualmente, la campaña pedagógica para la divulgación imparcial del acuerdo no fue claramente diferenciada de la promocional del “Sí” y el uribismo insiste en que el Gobierno utilizó bienes y programas del Estado para apoyar su causa en el plebiscito. La orden del alto tribunal para que los grupos ilegales no presionaran al electorado se cumplió a medias, porque si bien no hay mayor denuncia sobre proselitismo armado de las Farc, el Eln sí llevó a cabo un ‘paro armado’ en varias regiones del país, acrecentando el temor de que esa guerrilla y las Bacrim copen las zonas que dejarán las Farc.
  14. LA CAUTELOSA POSTURA DE LA CPI: el pronunciamiento que hiciera la Fiscal de esta Corte transnacional dio para muchas interpretaciones, pues mientras que en sectores proclives al “Sí” se dijo que hubo un espaldarazo al acuerdo firmado con las Farc y, sobre todo, al modelo de justicia transicional pactado, en las instancias críticas se entendió todo lo contrario, en el sentido de que la CPI habría dado un saludo de corte político al acuerdo de paz en Colombia pero que habría reiterado que sólo cuando revise las sentencias puntuales y las condenas impuestas a los culpables de delitos graves y de lesa humanidad entrará a determinar si las mismas cumplen con los principios de proporcionalidad y castigo efectivo que son la base del campo de acción del Estatuto de Roma. Lo cierto es que la CPI asumió una postura cautelosa que no pudo ser capitalizada políticamente por ninguno de los dos bandos enfrentados en el escenario político. Es claro que si la Corte hubiera indicado de forma expresa y detallada qué opinaba sobre el modelo de justicia transicional y si el mismo abre la puerta, sí o no, a la impunidad de los delitos graves, la campaña habría sido otra.