Fleteo, ¿flagelo imparable? | El Nuevo Siglo
Viernes, 30 de Septiembre de 2016

Entre la indignación, el temor y la estupefacción están muchos habitantes de la capital de Bogotá y el resto del país frente a los recientes casos de “fleteo”, como se conoce comúnmente a la práctica delincuencial de detectar, seguir y robar a las personas que han retirado fuertes cantidades de dinero de las entidades bancarias.

Las imágenes del asesinato días atrás de un joven comerciante en un céntrico sector de la capital del país no sólo impactaron a la ciudadanía, sino que generaron una cadena de solidaridad que finalmente ayudó a las autoridades a capturar, el miércoles pasado, a los presuntos criminales, quienes con tal de hacerse con el dinero no se inmutaron al quitarle la vida a su víctima. Lo peor de esta situación es que prácticamente no hay día en que los noticieros de televisión dejen de registrar los pormenores de esta clase de atracos, en los que queda evidente que a los delincuentes no les importa herir o asesinar a víctimas y testigos con tal de cumplir su cometido ilegal.

De igual manera una de las noticias de la semana en Bogotá ha sido el desmantelamiento de una banda de atracadores en el centro de la ciudad que, según las mismas autoridades, llevaban más de 15 años robando en el mismo sector y sus víctimas se cuentan por centenares. Lo que más produce asombro es que se trata de tres generaciones de delincuentes, lo que implica que abuelos, padres e hijos habrían vivido de lo ilícito durante dos décadas, casi que ‘heredándose’ el oficio criminal. Los videos tomados por la Policía tras una larga y exhaustiva investigación, dejan ver no sólo la forma violenta y coordinada en que los integrantes de la banda “Las Cabras” detectaban, perseguían y atacaban a sus blancos, sino que no huían del lugar presurosos, ya que sólo les bastaba con atravesar la avenida y reunirse allí para repartir el botín ante la vista impotente de los robados, los comerciantes de la zona y los transeúntes.

Tanto en el caso de los señalados ‘fleteros’ como en el de los de la banda criminal, ya se han escuchado muchas voces que piden, de un lado, que sean castigados con las máximas penas posibles y, de otro, que el Gobierno y el Congreso legislen de forma inmediata para aumentar las condenas de forma tal que los hoy sindicados, si llegan a ser encontrados culpables, pasen largos años en la cárcel y no suceda, como ocurre hoy, que en cuestión de algunos días, semanas o pocos meses, estén de nuevo en las calles robando o, peor aún, buscando a quienes los acusaron ante la justicia para intimidarlos o incluso asesinarlos.

Paradójicamente en el Congreso está cursando un proyecto de ley que, según varios sectores jurídicos, buscaría reducir el hacinamiento en las prisiones por la vía de ampliar las posibilidades de excarcelación de los sindicados.

Es evidente que cualquiera de los dos extremos resulta complicado. De un lado porque con la legislación vigente quienes participen en los casos de ‘fleteo’ bien podrían estar recibiendo penas de hasta 40 años de cárcel, pues incurren en los delitos de homicidio agravado o tentativa del mismo, porte ilegal de armas y hurto calificado. De igual manera, en el caso de los atracadores del centro de la ciudad, los antecedentes penales que tienen la mayoría de ellos deben llevar no sólo a que se les impida acceder al beneficio de libertad condicional o casa por cárcel, sino que la reincidencia criminal permite aplicarles las máximas penas, que bien pueden superar los 10 o 15 años. Es obvio, entonces, que no se requiere reformar los códigos para agravar y aumentar las  condenas.

De otra parte, también resulta contraevidente que se quiera disminuir el número de reclusos por la vía de hacer más drásticos los requisitos para que una persona permanezca tras las rejas. Si bien es cierto que las tendencias en derecho penal en todo el mundo apuntan cada día más a que la afectación del derecho a la libertad solo se aplique en casos de delitos graves, riesgo alto de reincidencia, huida o de afectación del mismo proceso penal, las autoridades colombianas deben darse cuenta que se desanima a la ciudadanía y a la Fuerza Pública cuando delincuentes capturados en flagrancia son judicializados y liberados en cuestión de horas o días, y vuelven a su actividad criminal.

Es claro que no es un tema fácil de dilucidar y que tan lesivo es el populismo punitivo como la legislación laxa. Sin embargo, la ciudadanía ya está harta de la inseguridad urbana y exige del Estado, en su conjunto, una respuesta eficaz y pronta.