Efectos del plebiscito | El Nuevo Siglo
Miércoles, 28 de Septiembre de 2016

El domingo próximo, sea cual fuere el resultado del plebiscito, éste se proyectará, los precandidatos a la presidencia  asomarán y el nuevo partido de la guerrilla, aún sin nombre, con un porcentaje del presupuesto nacional destinado a un centro ideológico, entra al escenario. Habrá renovación del Congreso con curules adjudicadas previamente en nombre de la paz y se vislumbran  coaliciones a corto plazo.

Dirigentes  no aparecen de la noche a la mañana, la gobernabilidad disminuye,  urge remozar la política, recuperar el  sentido común. Requerimos unidad  frente a asuntos pendientes dilatados, por ejemplo, el de la posición en defensa del mar, de la suscripción de  tratados de integración fronteriza con Nicaragua y los países vecinos que la cancillería permanece  sin explicar.

Como abogado y ex magistrado de la Corte Suprema me es imposible compartir  la creación de la  Jurisdicción Especial para la Paz conformada por instancias extranjeras, ratificar que haya dos justicias, una para los involucrados en la comisión de delitos atroces y otra la constitucional. La amnistía y el indulto, figuras indispensables en el proceso, son parte  del derecho penal colombiano.  Encomendar la misión de investigar y aplicar penas a personas ajenas a la rama judicial es desmantelarla y en la facultad de Derecho de la Universidad Nacional me enseñaron que la justicia tiene que ser igual,  que quienes van a ser juzgados no eligen  sus jueces No hay derecho contra derecho.   

Las Farc formaron “Repúblicas Independientes” hace cincuenta años,  agradecemos el cese al fuego,  recibimos con satisfacción a  quienes  vuelven del monte, creo en su voluntad de paz, pero  la fraternidad no se aclimatará con el regreso al pasado, ni con el abultado “bloque constitucional”, ni con apabullante y costosa propaganda.

Los efectos del plebiscito, no se limitan a  la respuesta de la pregunta ¿Si o  No?, ni a la refrendación del acuerdo. El documento suscrito con la guerrilla incluye un gran debate  respecto de la estructura  del Estado, ninguno sabe cómo se efectuará pero el país no puede seguir legalizando  la inmoralidad.  He reconocido la labor de los negociadores del Gobierno durante más de cuatro años y, desde luego, el acuerdo contiene consensos positivos, así lo reitero, lo cual no significa que me abstenga de consignar mi desacuerdo con la tipificación del narcotráfico como delito político conexo. La moral de un Estado se mide por su legislación. Desconozco si mi posición es aislada,  la formulo a título individual, corresponde  a la expresión de buena fe de un deber de conciencia, a convicciones de toda la vida. Continuaré pendiente del desenlace de la jornada electoral y de sus efectos.