Arte, moda y gastronomía que nacen de un granito de café | El Nuevo Siglo
Foto cortesía
Jueves, 1 de Septiembre de 2016
Caterine Nieto

En el kilómetro 6 vía Calarcá, en Quindío, una modesta estructura se rodea de inocentes sonrisas, naturaleza y aroma de café. Dicha estructura de fachada blanca y columnas azules recibe a diario desde las 8:30 a. m., un total de 80 niños con discapacidad cognitiva y de escasos recursos, quienes principalmente aprenden el oficio de la agricultura y el arte como una alternativa de sustento. 

“No hay discapacidad más grande que la de un corazón indiferente”, es la frase que, estampada en la pared principal de la escuela, reemplaza el tradicional nombre con el que se identifica toda institución educativa, con el fin de dejar huella en aquellos que ignoran el talento de estos inquietos estudiantes. 

Los pasillos, salones y frondosos árboles que componen la institución, son el renacer de una construcción que en el terremoto de 1999 se fue al piso por completo, tras 10 años de existencia y que hoy día ya completa 27 años de creada. 

“En esta fundación son muchas cosas las que hay que hacer, pero me interesa mucho el área para la sala artística que requiere un equipamiento especial y que por falta de recursos no se ha podido tener”, afirmó a EL NUEVO SIGLO  María Cristina Hurtado Sierra, coordinadora y colonizadora de la institución, en medio de los cantos de sus alumnos. 

A 5 minutos de la escuela trabaja Martha Lucía Montoya, una madre cabeza de familia, de 50 años de edad y oriunda de Calarcá, quien diariamente desde las 7:00 a.m., debe someterse a un ambiente de 30 grados de temperatura mientras cumple sus labores operativas en una fábrica de platanitos y yucas, en la que trabajan otras 100 personas y cuya materia prima nace en la Hacienda Combia, ubicada en la región. 

La Hacienda colonial Combia, compuesta por 37 hectáreas de campos de café, es el epicentro de producción de esta bebida tradicional colombiana y del plátano que es procesado en la fábrica donde labora Martha Lucía. Allí nace el café Inspiración y el café Grau, este último perteneciente a la fundación Grau, que trabaja de la mano el arte y la labor social. 

Su casa está ubicada en el barrio Chicó de Bogotá, exactamente en la Calle 94 No 7-98, donde vivió Enrique Grau Araújo sus últimos 20 años de vida y que tras una restauración hecha por el Ministerio de Cultura, abrió sus puertas al público con el nombre de Fundación Enrique Grau, un museo fascinante en el que, desde el año 2008, no solo se exhibe gran parte de su valioso trabajo pictórico y escultórico, sino también las obras de otros exponentes nacionales e internacionales, de gran talla.

Estas entidades que congregan gastronomía, moda y arte, unen sus esfuerzos para que la escuela dirigida por María Cristina reciba un porcentaje de sus ventas y así poder subsidiar parte de los gastos que estos 80 niños requieren, aunque 30 de ellos reciben protección del ICBF. 

Pero para que estos niños logren disfrutar de un completo salón de artes que les permita explorar diversos sentidos llega la Francachela, un evento que además rendirá homenaje al maestro Enrique Grau Araújo del 15 al 18 de septiembre en el museo El Chicó en Bogotá.

La Francachela festival de gastronomía y cultura, ofrecerá un espacio dedicado a exaltar durante tres días lo mejor del arte, la moda y la gastronomía como homenaje al maestro Grau con su “evolución artística completa” expresada en más de 60 obras; acompañado de más de 30 artistas amigos, para un total de más de 250 obras.

 

“Vamos a tener un montón de obas para exponer con precios competitivos para que mucha gente pueda disfrutar del arte. En cuanto a la escuelita ubicada en Patio Bonito (Quindío), ayudamos entre Combia y Grau para que por cada libra de café que se vende, se vaya un porcentaje para allí, llevamos dos años con esta labor y con el evento queremos que conozcan su problemática para ayudarlos con un granito de café”, dijo a EL NUEVO SIGLO Mónica Hatman, directora de la casa Grau.  

Gastronomía para todos

El eje central de ‘La Francachela’ ha sido acercar a los bogotanos a lo mejor de la gastronomía a través de una experiencia única que mezcla los sabores tradicionales de Colombia con la cocina internacional, que este año contará con la presencia de reconocidos cocineros locales e internacionales, que tendrán la tarea de deleitar a los asistentes con sus mejores platos, acompañados de un seleccionado y perfecto maridaje. Adicionalmente, y buscando generar nuevas experiencias en torno a la comida, donde podrán interactuar con los chefs durante la preparación de un plato seleccionado. 

Además, para que los visitantes se vayan con un dulce recuerdo, los mejores reposteros nacionales y extranjeros tendrán una sección especial donde ofrecerán sus mejores postres, un espacio que se compartirá con los productores de café y té; las bebidas perfectas para acompañar los más dulces manjares y las mejores conversaciones.

Así mismo el concurso Recomendación del Chef permitirá reconocer los talentos de los jóvenes estudiantes de cocina que se ha creado. En cuanto a la moda, La Francachela realizará este año una convocatoria abierta para jóvenes diseñadores de las escuelas y facultades de Colombia con el fin de crear una vitrina en donde diseñarán una prenda inspirada en la obra del maestro Grau. 

Los asistentes también podrán conocer una muestra de moda para la paz por la corporación para el desarrollo de las Microempresas Propaís y otras actividades programadas. El ingreso al festival tendrá un valor de $15 mil. El museo El Chicó se distribuirá así: 30 zonas gastronómicas, 6 zonas para los niños, 11 zonas de moda y 36 para el arte, de los cuales se busca propiciar el arte de la inocente y esperanzadora comunidad de la escuela en Calarcá. 

LOS ESTUDIANTES de la escuela Incaf reciben clases en