Certificación condicional | El Nuevo Siglo
Martes, 20 de Agosto de 2019

“Implicación de Venezuela en narcotráfico”

 

Doce días después, varias cuestiones pueden añadirse a la certificación emitida por el presidente Trump:

1- Hay una lista mundial de 22 países que siguen sometidos a estrés estratégico por cuenta del narcotráfico, y tales países no han podido deshacerse de ese estresor esencial.

 

2- En el extremo positivo del razonamiento estratégico de la Casa Blanca, aparece un actor emergente, el gobierno interino de Juan Guaidó, el único que merece la absoluta confianza y aprobación: “... los programas de los Estados Unidos que apoyan al gobierno interino legítimo en Venezuela son vitales para los intereses nacionales de los Estados Unidos".

 

3- En la franja gris, dos países de ese listado traumatizante merecen consideración particular: México, situado al borde de la descertificación; y Colombia, ubicada en una especie de ‘certificación condicional’: Su “... progreso debe continuar y expandirse, y mi administración trabajará con nuestros socios colombianos para alcanzar la meta conjunta de 5 años de reducir a la mitad el cultivo de coca “.

 

4- Por último, en el extremo negativo se sitúan dos siameses revolucionarios, Bolivia y Venezuela, que vuelven a ser reprobados: “Mediante la presente designo a Bolivia y al régimen ilegítimo de Nicolás Maduro en Venezuela como países que no han cumplido, de manera demostrable durante los últimos 12 meses, sus obligaciones en virtud de los acuerdos internacionales de lucha contra los estupefacientes.”

 

5- En otras palabras, volver a identificar a Venezuela como foco principal del problema no es asunto nuevo. 

 

Mil evidencias lo demuestran, a tal punto que ya se ha vuelto repetitivo y estéril que gobiernos como el de Bogotá califiquen al régimen de Miraflores como el origen de todos los males, estancándose así en una imagen del enemigo, fija, estática y cosificada.

 

Cosificación del régimen que sirve como referente (¿o excusa?) para explicar los límites de los esfuerzos contra el narcotráfico, pero, al mismo tiempo, admitiendo a ese régimen como poder fáctico, casi intocable, con lo cual, se toleran - ¿en modo masoquista? - todos sus desmanes (incluyendo la constante violación de la soberanía y la promoción del terrorismo de las Farc-Eln).

 

6- En otras palabras, lo novedoso no es constatar que Maduro alienta, impulsa y ampara el tráfico de drogas.

 

De hecho, el propio Trump tiene claro que “... Cuando cese la dictadura de Maduro, plagada de elementos criminales, Estados Unidos tendrá una oportunidad mucho mejor de trabajar con Venezuela para detener el flujo de drogas que sale de Sudamérica.”

 

7- Lo verdaderamente novedoso, en un marco más amplio, es el bloqueo a la dictadura decretado por Washington, así que las preguntas que surgen son dos, y ambas exigen inmediata respuesta:

 

a- ¿Cuándo se sumarán a esa acción los gobiernos del Grupo de Lima, y Colombia en particular?

 

b- Si la descertificación de Maduro confirma la vinculación del régimen con las cadenas de delincuencia marxista transnacional organizada, ¿cuándo abandonará el Grupo de Lima en general, y Colombia en particular, su candorosa e ingenua narrativa de negarse a apoyar el uso de todas aquellas opciones que la ética liberal internacional contempla para que cese la usurpación en Venezuela?