Y la olla raspada | El Nuevo Siglo
Jueves, 16 de Agosto de 2018

QUÉ vergüenza nacional acumular una gran riqueza subterránea que beneficia a corruptos y al mismo tiempo, en materia de inversión en los pobres, tener la olla raspada.

El Presidente Duque apenas encontró algunas monedas disponibles para atender la estrategia económica y social de aquí al 2022.

El equipo económico ya hizo caja y se topó con una absoluta peladez.

Herencia dejada por el anterior Gobierno es precaria y mayormente representada en deuda y compromisos adquiridos y por financiar.

En consecuencia, no hay qué echarle a la olla.

Será necesario salir a buscar ‘leña’ para prender el fogón del gasto e inversión.

Lo poco que hay no alcanza para atender programas vitales de la política económica planteada por el Presidente Duque.

El dinero no está del lado del Estado, los fondos no corresponden al Gobierno, los recursos le pertenecen a los corruptos.

Mientras el país carece de los dineros suficientes para solucionar los grandes problemas regionales -Mocoa, Guajira, Chocó, Bolívar y Cauca- grandes fortunas amasadas son el pan diario de quienes se robaron los presupuestos.

Los malditos sobornos, las asquerosas coimas y los despreciables torcidos en contratos, puestos y favores políticos y económicos, tienen nuestra economía en estado crítico en términos de disponibilidad de recursos.

Es tal la pobreza de nuestras finanzas y las necesidades fiscales que habrá necesidad de tramitar una nueva e impopular reforma tributaria.

Si al menos se salvaran 10 billones de pesos anuales de la industria de la corrupción, haríamos caja.

Si la ‘mermelada’ no se derramara tanto, untando a ladrones de sectores público y privado, podríamos disponer de recursos necesarios para salvar varias regiones que hoy agonizan de hambre, sed, desnutrición, marginación, pobreza y desempleo.

Por eso es menester que a la par con una nueva reforma tributaria, el Gobierno revise qué tipo de entidades han estado bajo el influjo de la corrupción para que las elimine sin contemplaciones.

Muchos organismos han ejercido corrupción en diversas modalidades. Señalarlos para acabarlos y en su lugar crear instituciones transparentes e indispensables para la prosperidad social.

Dependencias de todos los ministerios deben ser objeto de minucioso examen para comprobar su buen nombre y la conveniencia o no de manternelas.

Cualquier indicio de soborno, favoritismo o abuso de poder debe llevar a la supresión de cualquier entidad.

Los billones que se han robado a plena luz del día amerita actuar como fieras contra particulares y organismos.

Igual debe ocurrir en empresas privadas. Gremios de la producción deberían tener ojo avizor y denunciar. Ante sus narices se han venido robando el país.

Para rematar nos viene otra reforma impositiva que necesariamente terminará grabando a los más necesitados.

La clase media es vital para mover el consumo y acortar distancias con la concentración de renta. Pero no hay que echarle el mayor peso de los impuestos.

Cargarle la mano a los de ingresos medios no aliviará el caos fiscal.