Sin discriminaciones | El Nuevo Siglo
Sábado, 18 de Agosto de 2018

Así hemos llegado a lo que bien puede llamarse, como se dice en lo que se refiere a la terminación de las guerras con las Farc, que estamos en el proceso de posconflicto, en este caso postelectoral, para denominar así los fenómenos que se están sucediendo o que se supone pueden suceder en este nuevo período de la vida nacional como es la llegada al poder, a la jefatura del ejecutivo, de una persona, que rodeada de buena voluntad de todo el mundo, es patrocinada por el sempiterno fenómeno político que es Alvar Uribe.

Podrá ser o no de las simpatías del ciudadano común y corriente, no hay lugar a dudas de que se trata de un líder político que para bien o para mal, hacía tiempos no se veía, seguirá gravitando sobre la política colombiana en la medida que él así lo quiera. Tenga o no la influencia que debe tener sobre Duque, quien si no hubiera contado con su apoyo, lo que éste haga estará bajo la presunción de la inspiración de Uribe.

Tenemos la impresión, ojalá equivocada, que una de las inspiraciones de Uribe es la pelea, la controversia con lo existente. Así forjó su primera candidatura en contra de todo el mundo con un éxito como no se había visto antes. Ahora que tiene todo bajo su control ¿con quién tendrá que descargar su ánimo pendenciero? Le tocará boxear con su propia sombra, como lo hacen los boxeadores triunfantes, para satisfacer sus inclinaciones de líder que lo han hecho si no el más reconocido actualmente, sí el más respetado y admirado. No de otra forma tendría la gran dosis de influencia que se le atribuye. Será que para satisfacer tendrá que buscarse enemigo o contendor.

Eso es lo que el observador objetivo se pregunta. Entre sus respuestas tendrá que pensar que agotado el caso Santos, retirado después de haber cumplido sus períodos presidenciales con dignidad y decoro y con el propósito que se ha hecho público de no volverse a involucrar en asuntos políticos, se acabó el “sparring” con quien entrenar para no bajar de forma. Es probable pensar que tendrá que buscar algo o alguien; ¿será que su mismo patrocinado se convierta en objeto de sus inclinaciones que lo ha mantenido activo por tantos años?

Rodeando de la buena voluntad y de los deseos por los éxitos en sus tareas, Duque tendrá que moverse en este proceloso mar de la política colombiana dentro del cual tendrá que lidiar con su patrocinador Uribe, para llevar a buen término sus deseos de unidad nacional expuestos en su discurso de posesión en contravía del pensamiento del bachiller Macías, seguramente, inspirado en Uribe. Pero por lo menos coincidente con su pensamiento y su manera de actuar a la cual nos tenía acostumbrados durante los ocho años de Santos. Nuestros fervientes deseos son los de que a Duque lo dejen trabajar y no ser objeto de discriminaciones que ya sabemos cómo termina.