La oración del Presidente | El Nuevo Siglo
Sábado, 11 de Agosto de 2018

Un gran movimiento en redes suscitó el discurso del presidente del Congreso en la ceremonia de posesión de Iván Duque Márquez como Presidente de la República,  por tratarse de una especie de memorial de agravios al gobierno saliente o diagnóstico del país, cuando la atención central, por obvias razones, debe estar en las palabras del Presidente de la nación.

En medio de una lluvia de mediano torrencial pero acompañada por un tremendo viento y muy frío -pocas veces sentido en Bogotá- es hoy, como el 7 de agosto, de prima importancia atender sus líneas, por la envergadura que este primer discurso representa y por el significado de su llamado a un Pacto por Colombia, con los propios retos a seguir. Sus líneas fueron en términos generales absolutamente consecuentes con sus tres propuestas claves de campaña como han sido la legalidad, el emprendimiento y la equidad.

Pero más allá, sí me resultó más impactante el discurso del Presidente cuando recibió en la Registraduría su credencial. Entonces, también fluido y sin lectura, sacó del bolsillo la oración de El Principito, “enséñame el arte de los pequeños pasos”, donde Antoine de Saint-Exupéry, se explaya en una petición a Dios de sencillez y serenidad en las pequeñas decisiones de cada día. En efecto, con su característica soltura y amabilidad, que serán soporte, sin duda, de su gestión, leyó:

“No pido milagros y visiones, Señor, pido la fuerza para la vida diaria. Enséñame el arte de los pequeños pasos.

Hazme hábil y creativo para notar a tiempo, en la multiplicidad y variedad de lo cotidiano, los conocimientos y experiencias que me atañen personalmente.

Ayúdame a distribuir correctamente mi tiempo: dame la capacidad de distinguir lo esencial de lo secundario.

Te pido fuerza, auto-control y equilibrio para no dejarme llevar por la vida y organizar sabiamente el curso del día.

Ayúdame a hacer cada cosa de mi presente lo mejor posible, y a reconocer que esta hora es la más importante.

Guárdame de la ingenua creencia de que en la vida todo debe salir bien.

Otórgame la lucidez de reconocer que las dificultades, las derrotas y los fracasos son oportunidades en la vida para crecer y madurar.

Envíame en el momento justo a alguien que tenga el valor de decirme la verdad con amor.

Haz de mí un ser humano que se sienta unido a los que sufren. Permíteme entregarles en el momento preciso un instante de bondad, con o sin palabras.

No me des lo que yo pido, sino lo que necesito. En tus manos me entrego.

¡Enséñame el arte de los pequeños pasos!”

Pocas palabras pueden añadirse. Son certeras para quien dirigirá, día a día, un país con grandes problemas como oportunidades y quien ya ha sido capaz de identificar su gobierno con la innovación, con la capacidad de actuar de una manera diferente y efectiva y quien tiene en los 100 primeros días el foco para resaltar las victorias tempranas, que serán el signo de la esperanza para estos cuatro años. Cuente con esta oración.

*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI

uribemariaelisa@gmail.com