Importancia de un presidente creyente | El Nuevo Siglo
Viernes, 3 de Agosto de 2018

Es tema es siempre de gran actualidad, especialmente cuando hay cambio en la Presidencia de un país. Hay personas a quienes no les interesa que un gobernante sea o no creyente, otras que hasta lo señalan como inconveniente, pero son muchas, y prestantes, que estiman ese aspecto de la fe en un mandatario de gran importancia.

Acercándonos al pensar de Jesucristo, tenemos que llama “juez inicuo”, al que obra sin temor de Dios (Lc. 18,2-8), y fustiga a quienes cierran a otros el camino hacia Dios (Mt. 23,14). Reclama como algo indispensable y benéfico para los pueblos tener gobernantes temerosos de Dios, que propicien con sus convicciones y su testimonio de vida el avance de las naciones.

Los pontífices romanos al continuar presentando el pensamiento cristiano insisten en sus documentos en lo importante que haya personas probas, que inspiradas por la fe dirijan los pueblos. No se trata de que impongan un pensamiento sino que encaucen a los pueblos con el testimonio y dándoles leyes que faciliten su avance. S. Juan XXIII “el bueno”, inicia su Encíclica “Pacem in Terris” con un himno a la búsqueda de la verdadera paz y del progreso, pero con base en la fe en un Dios creador del mundo y de los humanos, sin lo cual “vano seria todo esfuerzo” (n.3). Reclama el aporte de la fe para un buen gobierno de los pueblos “porque una sociedad que se apoye solo en la razón se ha de calificar como inhumana” (n. 34). El gran Pio XII, en octubre de 1956 lanzó grito de necesaria conversión a Dios para evitar brutales exterminios, como el de los rusos en el aplastamiento de Hungría que reclamaba libertad.

Tratan algunos de rechazar el influjo de la fe en los gobiernos por los antitestimonios de dirigentes que se han proclamado creyentes, o por abusos cuando se ha querido impulsar la fe o penalizar a los herejes. Pero, ante ello, está la actitud del propio Jesucristo que fustigó a dirigentes religiosos cuando no guardaban los preceptos de Dios, y su Iglesia ha reprochado los abusos que algunos fanáticos han cometido al querer imponer su credo, y ha pedido perdón por ellos, sin justificarlos.

Gracias a Dios se han tenido en la historia dirigentes de genuina vivencia entre eclesiásticos y gobernantes terrenos, que con su rectitud, honestidad y prudencia, han mostrado al mundo el beneficio de haberlos tenido como dirigentes. Varios de ellos han sido elevados a los altares. Allí están S. Esteban de Hungría, S. Luis de Francia y Sto. Tomás Moro en Inglaterra. Otros han dado valiosos aportes a las naciones como Robert Shuman, Konrad Adenaurer, Alcide Degasperi, Aldo Moro, Charles De Gaulle, y, en Colombia desde  un Simón Bolívar que desde su fe profunda invocaba a la Virgen en los combates, y tenía pavor de dirigentes sin fe y temor de Dios.

Frente a ese cuadro referencial, tenemos a nuestro nuevo Presidente Iván Duque Márquez, proveniente de un hogar creyente, quien tiene inspiración para su vida y líneas de gobierno en principios cristiano-católico. Esto no le impide ser abierto al pensamiento de otros, ni imponer su fe religiosa a los demás, pero si defenderla de aleves ataques, y con propósito de seguir dando testimonio desde su propio hogar bendecido por Dios, y un pensamiento claramente definido. Dios lo asista.  

*Obispo Emérito de Garzón

monlibardoramirez@hotmail.com