El ELN está jugando a la ruleta rusa | El Nuevo Siglo
Foto archivo Xinhua
Domingo, 12 de Agosto de 2018
Redacción Nacional
Tres hipótesis sobre racha de secuestros: mostrar fortaleza en la mesa para forzar cese el fuego, una mayor división interna o la reacción a duro golpe del Ejército ¿Qué hará Duque?

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“Jugando con candela”. Eso es lo que parece estar haciendo la guerrilla del Eln en la última semana, al desatar una racha de secuestros de policías, militares y civiles en paralelo a la posesión del presidente Iván Duque, quien llegó al poder con el respaldo del Centro Democrático y de otros partidos y sectores políticos que tuvieron como principal bandera electoral la oposición a las gabelas políticas y jurídicas que la administración Santos le dio a las Farc, tanto en la negociación como en el acuerdo final de paz.

En campaña Duque insistió en que uno de sus condicionamientos para evaluar la posibilidad de continuar con la negociación de paz con el Eln sería la exigencia irrestricta a esa facción para que renunciara al secuestro y liberara a todos los cautivos. Pero esta última semana la organización subversiva hizo todo lo contrario.

El viernes 3 de agosto, en zona rural de Quibdó (Chocó), secuestró a tres policías y un militar, así como a dos civiles más. Y el jueves pasado, en Arauca, plagió a dos soldados cuando viajaban de civil y desarmados en un bus intermunicipal.

¿Qué busca el Eln? Para algunos analistas el “Comando Central” (Coce) quiere mostrar una posición de fuerza para tratar de arrancar de manera “más horizontal” las tratativas con un gobierno que, como el de Duque, extremará los condicionamientos para seguir sentado en la mesa, dada su actitud crítica de la metodología de negociación aplicada por Santos.

Paradójicamente por esa vía de demostrar mayor capacidad de daño a la Fuerza Pública, los civiles y la infraestructura, el Eln buscaría presionar la necesidad de un nuevo cese el fuego bilateral y temporal. Este, como se sabe, no se alcanzó a suscribir en el último ciclo de conversaciones con el gobierno Santos, que terminó días antes de la posesión de Duque.

Pero también hay otra hipótesis. “… En las zonas en donde ocurrieron estos plagios están los frentes más radicales y prevenidos con la negociación en La Habana… Cada vez es más evidente que hay dos líneas o corrientes en el Eln, una organización subversiva de corte federado y no vertical… Hay frentes de guerra que no están muy convencidos del proceso de paz, y menos con el uribismo… El año pasado, cuando se dilató la instalación de la mesa en Quito, fueron esos mismos frentes los que también incurrieron en secuestros o demoraron la liberación de plagiados como el exgobernador chocoano, obligando al Coce a tener que convencerlos, incluso con enviados de alto nivel”, indicó una alta fuente cercana a este proceso de paz.

Otra hipótesis es que las últimas acciones del Eln son ‘normales’ porque están reaccionando al abatimiento por parte del Ejército, el pasado 26 de julio en Bolívar, de Jacob David Acuña, alias “Samuel” o “Samuelito”, señalado integrante de la “dirección nacional” y cercano a Nicolás Rodríguez, alias ‘Gabino’, máximo jefe de esa facción subversiva.

¿‘Harakiri’ al proceso?

Sea cual sea la razón de la racha de secuestros, es claro que el Eln se está arriesgando a que el gobierno Duque rompa las conversaciones o les imponga de entrada condiciones muy altas para continuarlo: acabar los secuestros, liberar a los cautivos y no más ataques a la Fuerza Pública y los civiles. Todo esto sólo sería posible si se accede a un cese el fuego bilateral pero con localización de tropas subversivas. Es decir, que los frentes del Eln se concentren en determinadas regiones y una instancia como la Misión de la ONU verifique que estén cumpliendo con la tregua. La guerrilla se opone a tal metodología.

En su posesión Duque ya advirtió que durante los primeros 30 días del gobierno se evaluaría de forma “responsable, prudente y completa del proceso de conversaciones que durante 17 meses se ha adelantado con el Eln. Nos vamos a reunir con las Naciones Unidas, la Iglesia Católica y los países que han venido apoyando dicho proceso, para que en el marco de la independencia y la institucionalidad del Estado, compartan con nosotros el balance acerca del mismo. Quiero dejar claro que un proceso creíble debe cimentarse en el cese total de acciones criminales, con estricta supervisión internacional, y tiempos definidos… ”.

Y el viernes pasado, al reaccionar a la escalada de secuestros, advirtió claramente: “No voy a aceptar como Presidente que se nos intimide con el secuestro. Ni que el secuestro se convierta en un mecanismo para chantajear al Estado… El mensaje es uno y es muy claro: si el Eln tiene verdadera voluntad de desmovilización, desarme y reinserción, debe liberar a los secuestrados de manera rápida y sin condiciones”.

Señaló que si existe voluntad, esta “tiene que llevar, primero, a que esa organización suspenda todas sus actividades criminales y que definamos un tiempo perentorio. Y adicionalmente, a que tengamos una detallada y rigurosa supervisión internacional”.

Dos días después, el Gobierno radicó ante el Congreso un proyecto de ley que impide que delitos como el secuestro o el narcotráfico puedan ser considerados conexos con el delito político. De aprobarse esa norma, no aplicaría al acuerdo firmado ya con las Farc pero sí al proceso con el Eln.

Aun así el Eln sigue atacando. Pareciera jugar a la ruleta rusa con la continuidad del proceso de paz. Si insiste por esa vía, terminará rompiéndolo en cuestión de semanas o de días…