DD.HH., ¿insuperable para nueva relación Alemania-Turquía? | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Sábado, 4 de Agosto de 2018
Redacción internacional

UNA nueva era en las relaciones germano-turcas es lo que se vislumbra tras el triunfo presidencial de Recep Erdoğan y que hizo pública la canciller alemana, Ángela Merkel, una de las primeras mandatarias del mundo en llamar a felicitar al reelecto líder político.

Con una población de millones de turcos en Alemania y miles de empresas germanas funcionando en Ankara y otras ciudades de esa Nación, es de vital interés para ambos mandatarios, protagonistas de la geopolítica europea, encontrar puntos en común y mejorar las relaciones en todo sentido. Sin embargo, el respeto a los derechos humanos en Turquía, es uno de los puntos de mayor desencuentro.

Para esta nueva era de la relación bilateral, a Merkel y Erdoğan les espera mucho trabajo. Y aunque ésta generalmente ha sido sin mayores sobresaltos, el año pasado se registraron varios hechos que tensionaron el ambiente político.

La primera nube llegó en marzo, días antes de referendo que otorgó mayores poderes a Erdoğan, cuando el gobierno alemán prohibió la concentración de apoyo organizada por los políticos turcos. La reacción del presidente turco fue tan inesperada como fuerte: comparó al Ejecutivo de Berlín con la actuación de los nazis. 

El otro problema fue el encarcelamiento del periodista turco-alemán Deniz Yucel, corresponsal del diario alemán "Die Welt por sus fuertes críticas hacia el gobierno turco, que lo consideró un espía y terrorista. Así lo encarceló sin juicio y fue liberado, tras un año de cárcel, el pasado febrero.

Al lado de Yucel fueron encarcelados unos activistas alemanes y un defensor de derechos humanos. En respuesta, al hecho ocurrido en julio de 2017, el gobierno alemán más limitó las exportaciones turcas.

“Relación especial”

La liberación de Deniz Yucel, sin duda, distensionó la relación bilateral, lo que se evidenció casi de inmediato cuando los ministros de relaciones exteriores respectivos acordaron que era necesario empezar a buscar puntos de encuentro para mejorar la cooperación y el entendimiento.

El profesor de Relaciones internacionales y Política exterior de la Universidad de Heidelberg, Sebastián Harnisch, dijo a EL NUEVO SIGLO que “ahora la canciller muy probablemente está esperando que las relaciones con Turquía mejoren, ya que no existe la menor necesidad de legitimar cambios constitucionales por los que recientemente se adoptaron en Turquía.  Ella ha aclarado que está buscando mejorar las relaciones por razones humanitarias, económicas y de seguridad”.

Ambos líderes saben que la cooperación y una buena relación son esenciales para sus países. En Alemania, como dijimos anteriormente, vive un millón 400 mil de turcos quienes pueden votar para elegir a los funcionarios de su país. Además, en Turquía, según el periódico turco Hürriyet Daily News, “hay más que 7.100 empresas alemanas, centros de enseñanza como el Goethe Institute, escuelas alemanas, universidades turco-alemanas y miles de turistas que van a Turquía de vacaciones.”

El profesor Sebastián Harnisch, en diálogo con este Diario, explicó que Alemania y Turquía “tienen una relación muy especial porque son muchos sus nacionales que tienen ancestros turcos o habitantes turcos que viven en Alemania” y añadió que “estos vínculos sociales, así como los temas de seguridad y economía son importantes para que los líderes de ambos países busquen puntos en común.”

Asimismo, Angela Merkel, como una de las cabezas más importantes de la Unión Europea necesita mantener relaciones buenas con Turquía, especialmente por la  crisis migratoria, que se frenó con el acuerdo que se firmó con la Unión Europea y Turquía, en el 2016.

Retos

No obstante, el tema más difícil y de desencuentro entre ambos mandatarios es el de los derechos humanos, ya que Alemania, al igual que el resto de la Unión Europea señala que Erdoğan, con todo su poder, se ha extralimitado frente a sus opositores.

Así, en el marco de las leyes antiterroristas, el mandatario turco sique arrestando a opositores, sean políticos, activistas o periodistas. Según la organización “Stockholm Center for Freedom”, 179 periodistas están encarcelados en Turquía y 61 ya fueron declarados culpables de “terrorismo”. Cabe aclarar que no son terroristas como se conoce el delito a nivel global, sino que se les endilga esa palabra por el hecho de no estar de acuerdo y criticar al gobierno. Además, según el centro de pensamiento “Open Democracy” más de 62.864 profesores, 10.026 miembros de policía y 3.939 militantes han sido suspendidos por ese mismo hecho y esta lista puede continuar.

El gobierno turco, por esas situaciones, fue acusado por la Comisión Europea.

Alemania, después de encarcelamiento de un defensor de derechos humanos y cinco activistas, incluyendo el líder de Amnistía Internacional en Turquía, fijó un límite a las exportaciones de ese país. Sin embargo, recientemente y después de un año, el gobierno Merkel anunció que quitará ese tope y levantará la alerta que había emitido a sus ciudadanos para que visitaran ese país.

Sebastian Harnisch explicó que “la situación de derechos humanos en Turquía sigue empeorando y el gobierno alemán quiere mejorarla, dado que Turquía es miembro de varios pactos internacionales de los derechos humanos que debe cumplir”. Y añadió que “Berlín va a tomar medidas y constructivamente orientará al gobierno turco para que cumpla los compromisos y obligaciones establecidos en esos acuerdos”.

El otro problema que podría registrarse es un empeoramiento de las relaciones entre alemanes y turco-alemanes en el país germano. Aunque los turcos que allí viven se ven como el ejemplo de la buena integración, últimamente se puede observar el aumento de tensión entre ambos sectores poblacionales. Una muestra de ello y una alerta temprana fue la de Mesut Özil, el jugador de fútbol alemán de padres turcos, quien decidió abandonar la Selección nacional por considerar que había sido blanco de racismo.

De esta manera se puede crear odio entre ambos grupos y también entre los estados. Además, Erdoğan todavía tiene un gran apoyo en Alemania, donde obtuvo 65,8 por ciento de voto a favor en las presidenciales y 63 por ciento en el referendo sobre otorgarle mayores poderes. Esa es otra razón para que Merkel busque unas mejores relaciones con ese mandatario.

La dirigente conservadora y canciller Merkel ha dejado entrever que está abierta a un diálogo con el líder turco, quien también se manifestó en esa línea al anunciar que en Septiembre viajará a Berlín para un encuentro con su colega. Esta sería la primera visita de Erdoğan a Alemania desde 2014.

Existe la buena voluntad política y las razones para una nueva era en la relación bilateral. Pero, como dijimos, la situación de los derechos humanos en Turquía es un obstáculo que será difícil de superar.