Segundo Editorial. Desactivar nuevo pico de tensión nuclear | El Nuevo Siglo
Jueves, 10 de Agosto de 2017

El sólo hecho de que se esté hablando de la utilización de armas nucleares en el marco del nuevo pico de tensión entre los gobiernos de Estados Unidos y Corea del Norte pone en evidencia que esta situación de permanente crisis amenaza con pasar a mayores, incluso en el campo bélico.

Si bien no es la primera vez que Washington y Pyongyang intercambian frases duras y amenazantes, no pocos analistas internacionales advertían ayer que las circunstancias son cada día más críticas, más aún porque los organismos de inteligencia de varios países occidentales ya tendrían una alta certeza de la posibilidad de que el régimen norcoreano  haya avanzado en su intención de cargar ojivas nucleares en sus misiles intercontinentales.

Más allá del voluble clima de la beligerancia verbal, que se evidencia en que los mismos canales diplomáticos y políticos que un día se utilizan para lanzar frases amenazantes de lado y lado, al otro sirven para transmitir declaraciones con más cabeza fría, lo cierto es que la instancia de Naciones Unidas y de las sanciones económicas contra Norcorea se están evidenciando semana tras semana como menos efectivas.

El pulso geopolítico en el Consejo de Seguridad, que se expresa en el poder de veto entre las cinco potencias con asiento permanente, así como la variable correlación de fuerzas y coyunturas políticas en el continente asiático, ponen de presente que difícilmente se podría desde ese multilateral proyectar un plan de acción que neutralice de forma definitiva el riesgo de una intentona bélica.

¿Cuál, entonces, sería el escenario o la instancia a la que habría que acudir para frenar el programa nuclear de Corea del Norte? ¿O más aún: habrá alguna vía política y diplomática para convencer al régimen de Kim Jong-Un de dar un paso atrás? Esos interrogantes son los que se hacían ayer en toda la comunidad internacional, en donde se urgía que todo esfuerzo mediador se agotara con tal de evitar que el clima de tensión entre Washington y Pyongyang siguiera escalando y acercándose cada vez más a un imprevisible ataque militar y, peor aún, nuclear.