Segundo editorial. Jaramillo, un relevo inoportuno | El Nuevo Siglo
Jueves, 3 de Agosto de 2017

*Era indispensable

*La paz territorial

Si algo le faltaba al ya de por sí ritmo accidentado de la  implementación del acuerdo de paz con las Farc, es el cambio de quienes son los encargados de liderar ese proceso. En ese orden de ideas el relevo en la oficina del Alto Comisionado de Paz es, sin duda, inconveniente, ya que terminado el mecanismo de desarme de los contingentes subversivos y a escasos días de que también acabe la vigencia de las zonas veredales de concentración de los guerrilleros en trance ahora de reinserción, arranca la que sin duda es la parte más delicada del aterrizaje del acuerdo con las Farc: su aplicación territorial.

Sergio Jaramillo es la persona que, de lejos, mejor conoce el espíritu de lo pactado en La Habana y, por ende, cómo aplicarlo para hacer una realidad el inicio de la llamada era del posconflicto. Su criterio equilibrado y cauteloso durante toda la negociación con las Farc no sólo impidió una mayor cantidad de cesiones en la Mesa, sino que imprimió una dosis de pragmatismo a lo acordado. Como se sabe, nunca fue de las preferencias de las Farc y era, de algún modo, la talanquera al total desbordamiento.

Por lo demás, fue Jaramillo el que siempre insistió atinadamente en que la paz era ante todo territorial y por lo tanto era indispensable abocarla a partir de ese modelo. Ahora, cuando ya estaba próximo a llevarse a cabo, bajo su liderazgo, sale intempestivamente del cargo.

Merecido, desde luego, el nombramiento en la embajada de Bruselas, pero ciertamente Jaramillo era indispensable para seguir avante con el proceso que él alinderó sobre la base de la paz territorial, bastante difuminada, entre otras, por la falta de copamiento estatal en los territorios desalojados por esa guerrilla.

Era Jaramillo, por igual, persona fundamental en el cogobierno de la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación del Acuerdo Final (CSIVI), donde ahora quedan Rodrigo Rivera, Juan Fernando Cristo y Rafael Pardo. Por supuesto, el saliente Alto Comisionado de Paz no tenía afanes políticos personales. Y es sobre esto que habrá que estar alertas en la aplicación del modelo y los recursos para territorializar la paz en medio de la campaña electoral para Congreso y Presidencia.