Iglesia y política | El Nuevo Siglo
Lunes, 7 de Agosto de 2017

La Iglesia no es y no quiere ser un agente político. Al mismo tiempo tiene un profundo interés por el bien de la comunidad política, cuya alma es la justicia

Benedicto XVI

Gracias al profesor José Galat se ha alborotado por estos días el tema de la utilización de la religión, o mejor de los feligreses, como borregos inmutables para ser utilizados con fines políticos.

No es de buen recuerdo histórico, ni actual, para la humanidad esa mezcla de religión y política como  por ejemplo los islámicos. En el pasado, en nuestro país utilizaron la iglesia para atacar al contradictor político, quien era señalado  ante los feligreses, como encarnación del mismísimo diablo.

No estoy de acuerdo y jamás lo estaré,  con que ahora todo el que tenga intereses políticos acuda al sentimiento religioso  de los ciudadanos, a su creencia en un ser superior y a su sumisión ante él, para después de tenerlos enfilados les digan por quien o que hay que hacer en política, para no desobedecer los designios de su Dios.

Según eso, Nuestro Dios tiene que ser multipartidista, multiprotector de tanto profeta y pastor que primero se presentan como redentores de almas y cuando tienen a sus seguidores embaucados, les dicen que para proteger esos designios del ser supremo, hay que votar y elegir a determinados candidatos.

Todas las opiniones son respetables, aunque no estemos de acuerdo con ellas, pero leyendo al profesor Galat, no comparto su condena al Papa Francisco, porque él expresa opiniones que en mi parecer están acordes con las doctrinas del cristianismo, al condenar la pobreza, defender el medio ambiente, propugnar por la paz en el mundo, pedir más igualdad, no lo lleva a ser el anticristo, como lo ha calificado.  Esto ha llegado tan lejos que por no estar de acuerdo con sus posiciones sacó al párroco de la Universidad La Gran Colombia, Juan Guillermo García  y al doctor Diego Arango,  ex gerente del Canal católico Teleamiga.

Y continuando con los desaciertos de la mezcla de religión y política tenemos el  caso más relevante como el del ex procurador Alejandro Ordoñez, un “caballero de la Virgen” católico, apostólico y colombiano “fiel a su iglesia” que en aras de captar votos no le  importa ir a practicar el culto u orar en otras iglesias,  o pararse en el pulpito. Eso sí es jugar con la fe, e irrespetarlas creencias de las personas.

Yo respeto todas las religiones  y la fe las personas. Me gusta la política, pero esta mezcla de religión y política es una bomba que no sabemos hasta dónde puede llegar con sus malignos efectos.

En reciente entrevista a un diario capitalino el senador Conservador Roberto Gerlein expresó: “El Estado laico está ahí, pero de ahí a que no me dé cuenta de que hay relación con las creencias religiosas, hay una eternidad. ‘Dios no juega a los dados con la humanidad’, dijo Einstein”.

No podemos llegar al extremismo de inmolarnos por Alá.

lorenarubianof@gmail.com