ESPECIAL. Francisco y su pastoral | El Nuevo Siglo
Foto archivo Agence France Press
Miércoles, 16 de Agosto de 2017
Hernán Olano
El Santo Padre da una importancia a la pastoral del discernimiento, en la que la actitud de los pastores sea la de comprender mejor la situación de cada persona, en espíritu de oración y de fidelidad a la norma de la fe.

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La alegría del amor es el júbilo de la Iglesia, con esa expresión, el papa Francisco en la Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia” sobre el amor en la familia, donde después de dos sínodos, se pone sobre la mesa la situación de las familias en el mundo actual, que ha requerido meditar cuestiones y discusiones doctrinales, morales, espirituales y pastorales, que no necesariamente deben ser resueltas con intervenciones magisteriales y, en cada país o región se pueden buscar soluciones más inculturadas, atentas a las tradiciones y a los desafíos locales, como ha ocurrido recientemente en países como Colombia ante una decisión jurisprudencial de la Corte Constitucional, frente a decisiones legales como las de otros Estados que han legislado acerca de temas particulares sobre el matrimonio homosexual. Esto vale la pena aclararlo, por cuanto en un Sínodo No se modifican aspectos esenciales de la fe y la moral católica y tampoco se puede variar la Doctrina eclesial y, la Exhortación publicada es fruto de dos reuniones sinodales.

 

Según el Padre Eduardo de Oliveira e Silva, “esta exhortación, al ser el punto de llegada de una nueva óptica pastoral que el papa Francisco viene proponiendo desde el inicio de su pontificado y al culminar el trabajo de dos Sínodos, es un hito en la pastoral familiar de la Iglesia”.

 

Aunque son tres las palabras que delinean la naturaleza de la preocupación pastoral del Papa: acompañamiento, discernimiento y misericordia, no podemos desconocer los tres remedios de Francisco: escuchoterapia, cariñoterapia y misericordina, están presentes en <Amoris Laetitia>, pues busca ofrecer una visión concreta de la situación de la familia en la sociedad moderna, con el fin de iniciar una nueva reflexión teológica y moral. Además busca trazar la ruta de la labor pastoral que realizará la Iglesia en torno a la familia, núcleo fundamental de la sociedad, pues la Iglesia debería estar preocupada primeramente por adecuarse ella misma a Cristo, y no al mundo. Francisco, según Oliveira, “nos coloca en alerta para abrir a los hombres la puerta de la salvación, dirigida más especialmente a quienes necesitan de ella”.

 

El documento se basó en los siguientes criterios:

 

  1. Universalidad, es decir que tengan referencia y aplicación a toda la Iglesia;
  2. Actualidad y urgencia, en sentido positivo, es decir eficacia en la promoción de nuevas energías y en el impulso de la Iglesia hacia el crecimiento;
  3. Relevancia pastoral y sólida base doctrinaria;
  4. Ejecutividad, es decir posibilidad de acción práctica.

 

“Los tres remedios de Francisco son: escuchoterapia, cariñoterapia y misericordina, pues busca ofrecer una visión concreta de la situación de la familia en la sociedad moderna para iniciar una nueva reflexión teológica y moral”

No se puede desconocer, que en la Exhortación surgen tres tipos de pastoral:

 

PASTORAL DEL ACOMPAÑAMIENTO. “Por encima de todo, la novedad está en una actitud de acompañamiento. El papa Francisco, tal como sus predecesores, reconoce la complejidad de la familia moderna. Pero él atribuye un énfasis adicional: la necesidad de que la Iglesia y de que sus ministros estén muy cerca de las personas”.

 

PASTORAL DEL DISCERNIMIENTO. El Santo Padre, del mismo modo, da una importancia a la pastoral del discernimiento, en la que la actitud de los pastores sea la de comprender mejor la situación de cada persona, en espíritu de oración y de fidelidad a la norma de la fe, para encontrar el mejor modo de ayudarla.

 

PASTORAL DE LA MISERICORDIA. “El camino de la Iglesia es el de no condenar eternamente a nadie; derramar la misericordia de Dios sobre todas las personas que la piden con el corazón sincero”.

 

<Amoris Laetitia> nos muestra el gozo de la esperanza sin caer en lo que es indiscutible y nos insta a comprender la importancia de la familia, así como del matrimonio entre varón y mujer, fundado sobre la unidad y la indisolubilidad, discutiendo con franqueza el estado actual de esta institución.

 

Como fruto de los Sínodos sobre la familia, que crearon un escenario muy conveniente para que el derecho canónico dijera su palabra, ha habido tomas de posición desde muchas perspectivas académicas y pastorales. Pero parece necesario que, el derecho canónico vuelva a hablar. No solo para hacer balance, sino también para contribuir al conocimiento de la familia como realidad jurídica y, aunque la familia puede parecer la cuestión en la que menos debe comparecer el derecho porque es la más natural. Sin embargo sucede al revés, que por ser la más natural de las realidades sus raíces en el derecho son las más profundas y vigorosas. Y esto vale para la familia contemplada desde el derecho natural pero también para la familia contemplada en el seno de la Iglesia, para la iglesia doméstica, para que “resplandezca Cristo, luz del mundo”, como lo expresó en octubre de 2015 Francisco. Precisamente, la Alianza de Dios con su pueblo se expresa como un desposorio, y la nueva Alianza también se presenta como un matrimonio, no obstante que <Amoris Laetitia> no trata sólo de asuntos matrimoniales. Igualmente, el papa Francisco presupone el magisterio precedente y, por eso, no siempre lo cita explícitamente en el texto.

 

El amor y la construcción de hogares sólidos y fecundos según el plan de Dios es el eje sobre el cual giran los nueve capítulos. Bien se sabe que como aliento, estímulo y ayuda a las familias en su entrega y en sus dificultades, el documento nos estimula a valorar los dones del matrimonio y de la familia, y a sostener un amor fuerte y lleno de valores como la generosidad, el compromiso, la fidelidad o la paciencia, “en orden a mantener los pies en la tierra”, como señala Francisco, quien no recomienda una lectura general apresurada del documento. Por eso, “todos estamos llamados a mantener viva la tensión hacia un más allá de nosotros mismos y de nuestros límites, y cada familia debe vivir en ese estímulo constante” sin desfallecer.

 

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